jueves, 2 de enero de 2020

Que sirva mi insomnio para algo






Hoy se posesionaron los alcaldes y gobernadores de Colombia; la del alcalde de Medellín fue una de las más llamativas, tan cerca lo tuve para apreciar el evento y tan lejano a la vez, pero aun lo sigo meditando.

Mientras se posesionaba parecía un acto sencillo a lo lejos, pero mientras el pueblo raso caminaba e iba a ver los alumbrados al Parque Norte, sin inmutarse que en la cuadra que se había cerrado donde se estacionaban las chivas rumberas,  llenas de alegría, alegoría lejana de aquellos bailes que se armaban en las casas de Papá y Mamá, alegría de la vida nocturna que en los años 80 y 90 se cortó con la masacre, quedando de esos gloriosos tiempos, de ese centro elegante y pujante que juniniaba, sólo la chiva para bailar los clásicos inolvidables, recordando ese ancestro paisa de esa Antioquia montañera,  del desp

Mientras el alcalde se posesionaba con todo el glamur, rodeado de gente encachacada, entaconada, con banquete, con ramos de hortensias blancas  en sus manos al son de la orquesta, con vigilancia por todos los lados, policiales, caravanas de cientos de carros lujosos blindados, con vidrios oscuros, dándole la vuelta a la manzana, y con vigilancia desde Metro Plus Universidad; sirviendo el  Centro Comercial Aventura para guardar los carros de los selectos invitados que ingresaban al evento descendiendo por los frescos jardines del Edificio Ruta N, sinónimo de Innovación, y en cuyas proximidades  hace menos de un mes,  aproximadamente a las 2:30 de la mañana, un grupo de estudiantes de la Universidad de Antioquia que hacían una protesta contra el mal gobierno y el asesinato de líderes cívicos, fueron embestidos a la mansalva, mientras estaban acostados en la calle por un grupo voluminoso de motorizados del ESMAD que disparaban a diestra y siniestra, evento éste que se repitió en varias ocasiones  durante los días que se llevó a cabo el paro.
Al otro lado del  majestuoso evento, unos cuantos negocios abrieron al público, ni siquiera el barbero que abrió el 31  de diciembre, que no atendió a ningún cliente y triste marcho a su hogar con su pequeño.

Y justo a  la cuadra siguiente de la pompa, superior a la de Rin Rin Renacuajo,  el habitante de calle que colocaba su costalito y luego sacaba  su cobija diminuta de cuadros rojos y azules para dormir, era amenazado por los habitan el segundo piso, los mismos  que el 31 de diciembre comieron manjar y se emparrandaron hasta la madrugada;  como el hombre seguía acostado pegado al muro de la acera, le echaron quien le amenazara, un joven en bicicleta lo increpó;  el pobre hombre recogió su cobija, su costal,  los empacó y partió mientras se sobaba su cabeza; con paso lento doblaba la cuadra, mientras el nuevo alcalde pronunciaba el discurso: …nos separan los odios, somos  de los países más inequitativos.

Pero este alcalde con su caravana y custodiado, recorrió a pie el mismo trayecto que hizo desde su barrio hasta la universidad de Antioquia, donde estudió; la esperanza es que en ese recorrido pudo ver  demasiada pobreza y dolor, Moravia, y debió pensar en soluciones, pero ¿Cómo cambiar una ciudad cuya economía colapsó desde los años 80, cuando el narcotráfico llenó el vacío de cientos de personas con hambre y desempleadas, por algo a Pablo Escobar se le llamó el Patrón,  y  pudo llegar al alma de los sufridos y desamparados por el estado?

¿Cómo gobernar una ciudad con paramilitares, donde muchos pobladores sobreviven por el micrográfico porque no hay empleo?
¿Cómo gobernar una ciudad llena de desigualdad, miedo, desconfianza, desempleo, que aún no cicatriza por la masacre de los jóvenes de los barrios populares de los años 70, 80, 90,  y que aún son asesinada en los barrios más pobres,  como en la Comuna 13,  mientras el gobierno se cruza de brazos y dice que son retaliaciones de grupos al margen de la ley, en tanto cobran la vida de su juventud desolada, abandonada y enferma?

 ¿Cómo creer en los discursos políticos cargados de promesas que incumplen antes de salir del mandato,  como el caso del alcalde de Envigado (tres exmandatarios están en prisión),  que el 31 de diciembre en la madrugada de 2019 permitió que se cortasen árboles sanos, referentes de ciudad, llenos de historia y vida?

¿Cómo creer en la voz de un hombre que representa cientos de almas que mañana no tendrán que comer,  dado que apenas sobreviven de una economía informal, vendiendo confites algunos, o cachivaches viejos como en el viaducto de la estación Prado; en ocasiones no consiguen el pasaje para trepar en buseta a la casucha en la empinada ladera que en invierno corre el riesgo de deslizarse y quedar sepultada?

Quería hacer un poema de una nenita que esperaba de traído del Niño Dios, el regreso de su madre asesinada por ser líder cívica, como los cientos de líderes cívicos que se ha llevado el gobierno actual, como lo ocurrido en el mandato de  Barco entre el 86 y el 90,  en el que fueron asesinados sociólogos, docentes, intelectuales,  por acusarlos de guerrilleros,  y mírese en lo que terminé, pero quien no escribe lo que acontece, deja  borrar la huella de una historia que explica y explicará lo que está pasando en esta Medellín cuya historia orbita en torno al desplazamiento forzado, violencias, desigualdades e injusticia,  y si se ríe,  se hace como antídoto para sobrevivir.

Desde el balcón a la 1 y 59 am. se puede apreciar el mobiliario utilizado para el festejo muy bien custodiado, y cerca muy cerca,  en la áspera acera los habitantes de calle replegados sobre su pecho, esquivándole al frío de la madrugada que cruje en los huesos;  Centro Día es un programa para pocos habitantes de calle, la mayoría de ellos con problemas físicos o mentales, secuelas de una guerra donde no hubo escudo para protegerse del saetazo.