Fierke empieza introduciendo su texto, explicando como los años ochenta fueron
terreno fértil para el surgimiento de movimientos y teorías críticas a
consecuencia de lo que estaba sucediendo
en el escenario político con la Guerra Fría, y el temor a una guerra nuclear por el
armamento de ambas potencias y a las experiencias dejadas por la Guerra de
Vietnam; indica la autora que el
objetivo de los manifestantes buscaba
cambiar el aspecto hegemónico nuclear, esto conllevó a que a finales de los 80
se interrogasen sobre las relaciones
internacionales y el poder internacional, es así, como hay un acercamiento a las RI para dar una
solución a esta inestabilidad política internacional; como los teóricos se quedaron cortos en la
salida que tomaría la problemática, se centró el interés en el estudio del problema.
Los constructivistas dice la autora, han cuestionado los supuestos materiales
estáticos de las Relaciones internacionales y han propugnado por dinamizarlas, propendiendo cambios a partir de un lenguaje crítico,
el cual abriría las puertas al dialogo académico, otras corrientes
constructivistas han recibido duras críticas por plantear el problema, pero
ciertamente, tanto la corriente tradicional, como la convencional, han
contribuido dice Fierke, al diálogo y
debate, trascendiendo de lo académico al escenario político. (pág. 2).
Seguidamente el texto muestra los debates del
realismo e idealismo en la primera y segunda guerra mundial, el enfrentamiento
que presentaron conductistas y tradicionalistas, llevando a muchos teóricos
norteamericanos a convertir las relaciones internacionales en una ciencia,
gracias a los aportes teóricos de la escuela inglesa. Especifica Fierke, que el debate pospositivista al finalizar los
80, tuvo como epicentro, el predominio
del método científico en Estados Unidos, en el tercer y cuarto debate, intentaron
hablar desde las barricadas, planteando el final de la Guerra Fría, como efectivamente
ocurrió, al ser anunciarlo por el
presidente Bush en 1991.
Comparto la preocupación de los constructivistas en
presentar un discurso contra hegemónico, frente a la Guerra fría y el armamentismo
nuclear, quizás eso explica la terminación ésta, y con ellas, la obtención
de cierto grado de paz para la comunidad internacional, lo que reivindica
el valor de la construcción de las ideas, frente a los potenciales peligros generados
por los estados hegemónicos.
Seguidamente la autora trabaja las relaciones como una construcción social, como producto de
la creación humana mediante la ejemplificación; en esa creación humana van ínsitos valores,
normas, supuestos de un colectivo, de su
interacción, al igual que las relaciones
internacionales y las relaciones que se entretejen entre ellos en el panorama
internacional.
Los constructivistas dice Fierke, construyen una realidad dinámica, fundamentada
en el cambio internacional, la Guerra Fría aleccionó sobre el contexto
histórico para aproximarse a la paz; pero otro ingrediente de la teoría
constructivista, lo constituyen las dimensiones sociales que han resaltado el
valor de las normas de carácter humanitario y el lenguaje, aunque los realistas
liberales priorizarán el interés material y el poder, ante lo cual los
constructivistas se dieron a la tarea de analizar los factores ideológicos en
la construcción de posibilidades y resultados. (pág. 3).
Como tercer argumento de la propuesta
constructivista, la autora propone la realidad como un mundo creado por el
mismo sujeto, por los constructivistas,
en respuesta a los determinismos de estructura de los neorrealistas y
liberales, posibilitando el
agenciamiento de la interacción, especificando, que los sujetos toman decisiones, dando lugar
a las realidades históricoculturales y a que las políticas sean diferentes; de esta manera, las relaciones internacionales son una
construcción social, producto del
significado y la praxis, resinificando su mundo, con temas como la solidaridad,
el cambio a través de la materialidad y la elección racional, aunque la autora explicita
los virajes que ha tomado el constructivismo a consecuencia del debate político.
(pág. 4).
Seguidamente la autora acude a los cuatro puntos
centrales de interés constructivista, el ser, la relación entre estructuras y
agente, la constitución del mundo material y el papel de la cognición. En
cuanto al ser social, aporta un cambio en la ontología social, otorgando significados al contexto que determina su identidad y posibilidades, que trascienden las normativas, proponiendo optimizar las
preferencias, estados agenciadores, establecen vínculos de amistad, como lo han hecho algunos
estados europeos, aunando esfuerzos, cooperando, reivindicando las
interacciones en los procesos históricos que amaina diferencias, logrando
entendimientos compartidos, considerando
los temas de las relaciones internacionales, dinámicos, evolucionando permanentemente, en la medida en que interactúan con su entorno,
a diferencia del racionalismo.
La autora va
realizando un análisis comparativo para mirar cómo trabajan
conceptualmente los racionalistas las
relaciones internacionales y cuál es la propuesta del constructivismo, lo cual
comparto totalmente en sus postulados y la forma didáctica de Fierke en la
presentación de su propuesta. Considera Fierke que los intereses vinculan la
identidad del sujeto, el cual es inescindible; es de esta forma, que las identidades se pueden construir en los
conflictos, es decir, los actos que
asumen los estados son respuesta a situaciones generadas por otros estados; los
objetos de las relaciones internacionales están cargados del sentido que le
otorga el contexto históricocultural y político; los hechos sociales existen por el valor y
significado otorgado, requiriendo de acuerdos humanos que institucionalicen su
existencia; puntualiza como las
fronteras existen por acuerdos celebrados, el diseño y la intención humana forman el objeto material, con
significado y uso específico, donde están en juego intereses e identidades. (pág. 6).
El anterior postulado lo comparto totalmente, es
decir, el sujeto es el que construye las
armas y declara la guerra, pero es también,
quien destruye las armas y pone
fin a la guerra, en el momento en que cesa su interés hegemónico.
Los constructivistas realzan la dimensión social,
los significados intersubjetivos como parte del conocimiento colectivo que
trasciende lo meramente individual, ocupando de esta forma, el constructivismo un término medio entre los
enfoques racionalistas y posestructuralistas de las relaciones internacionales;
aunque
se ha tratado de hacer una distinción entre el constructivismo
convencional y sus variaciones más críticas, trascendiendo al posestructuralismo.
Los
constructivistas tradicionales no rechazan la ciencia, por lo cual dice Fierke,
la disputa no es epistemológica, sino de carácter ontológico, porque los
constructivistas aceptan una epistemología deudora del positivismo, incluyendo la
verificación de hipótesis, casualidad y explicación; acá la autora justifica que el escepticismo de
los enfoques posmodernos surge por la ambivalencia respecto a los métodos
convencionales de la ciencias sociales, es decir, el constructivismo convencional presenta
distancia frene a la teoría crítica, “conjunto de principios destinados a una
teoría social sin seguimiento teórico y epistemológico”. (Hopf, 1998:181, citado por Fierke).
El texto subraya la forma en que los
constructivistas ganaron terreno al aceptar una epistemología positivista, debatiendo
la naturaleza de la ciencia social de las
RI, concepción naturalista positivista en lo social, preocupándose de esta
forma los constructivistas convencionales, de combinar el énfasis social, lo ontológico con
el enfoque empírico para generar
conocimiento objetivo; los
constructivistas críticos, presentan seguimientos
teórico epistemológicos más elocuentes; mirado desde esta posición, el constructivismo es una posición
epistemológica, deudora del giro
lingüístico, es decir, entender lo que
está detrás de la lengua, el lenguaje como un espejo del ser, “… las cosas
tienen solo sentido en el contexto en el que tienen significado y uso”. (Wittgnstein
1958, citado por Fierke) Postulados que
comparto totalmente, es decir, la lingüística como base de las RI y el
posestructuralismo, dan cuenta de una
realidad dinámica, compleja y volátil, similar a la presentada por los estados modernos.
Fierke media entre la distinción que hacen los constructivistas convencionales y
críticos, otorgándoseles objetividad a
los primeros, indicando que lo
importante es reconocer los elementos categóricos y teóricos del mundo. Fierke señala,
como para construir una teoría constructivista sobre una
epistemología positivista resulta inconsistente, porque se podría caer en un
realismo engañoso; los Estudiosos de
relaciones RI han intentado en los últimos tiempos conciliar el problema, intentando la construcción de un diálogo que vincule al
realismo clásico con el constructivismo,
de esta forma, la autora expone algunas salidas asumidas por el
posestructuralismo, una de ellas, es la
construcción de una realidad, pero resulta inconsistente en cuanto al lenguaje,
normatividad y la casualidad por el otro.
Comparto totalmente la salida convencional, es
decir salirse de normativas cuando se trata de buscar soluciones a problemas de fondo, como lo hizo Gorbachev, frente a una situación
sin salida que ponía en vilo la
humanidad, optó por alterar el juego hegemónico, abandonando la
espiral, autoreflexionando y diseñando una salida a través del desarme que siguió EEUU, pero
que desafortunadamente, en los últimos
tiempos ha vuelto al mismo circulo vicioso.
“El constructivismo como corriente que busca el
cambio, la renovación en cuanto al lenguaje y su acción basado en reglas, retoma lo que dice Wittgenstein, “Hay una
manera de entender una regla que no es una interpretación, sino que se exhibe
en lo que llamamos “obedecer una regla e “ir en contra de ella en casos reales.
Por lo tanto, hay una inclinación a decir: cada acción de acuerdo con la regla
es una interpretación. Pero debemos restringir el término interpretación a la
sustitución de una expresión de la regla por otra”. (Wittgenstein, 1958:
Párr.2001, citado por Fierke).
Analizando la anterior cita, acertadamente Fierke argumenta, como un
enfoque constructivista consistente, analiza el lenguaje como parte actoral del
mundo, como un preforma, comunicándonos, buscando significados, pensar
expresando esos pensamientos y los sentimientos que se derivan de los mismos,
significa observar como los actores sociales construyen el mundo, la autora nos
invita a mirar las reglas del lenguaje en el conflicto, ello nos permiten entenderlo y frenarlo; grafica este
postulado, recurriendo al análisis de la
guerra que puso fin a la antigua Yugoslavia (eslavos unidos que terminaron
matándose por diferencias étnico raciales que venían desde su propio lenguaje
nominativo).
Fierke va
más allá de las normas que rigen el lenguaje, mira las intenciones de los sujetos, como construcciones convencionales expresadas en lo social, a través de sus costumbres, como la intención del
genocida que ejerce la limpieza étnica por considerar al Otro peligroso, esta
intención ha generado incoherencia, precisamente se trata de buscar una explicación
que se corresponda con el mundo, como la que llevó a Estados Unidos a atacar a Irak;
resulta difícil comprobar una hipótesis respecto a la intención que mueve a un
sujeto, pero si se puede auscultar en la praxis o hecho real acaecido; cuestionando su ocurrencia y la manera en que
se dio esta actuación, es decir, la decisión de no atacar a Corea, pero si a
Irak, se convirtieron en base política,
dado que con el primero dialogó y al segundo lo atacó.
Seguidamente la autora esboza, como la invasión de Irak hizo parte de los juegos
del lenguaje, convencer de que Irak era un peligro para Estados Unidos porque tenía
armas de destrucción masiva, ello igualmente caló por lo ocurrido el 11 de
septiembre; desde el mismo lenguaje se construye
como algo real la invasión, es decir, hay que buscar la razón como causa final, conllevando
a una interpretación, explicar las propias acciones en términos de ser
entendidas y aceptadas por el Otro, los actos del discurso, amenazar o prometer, hacen que el otro se comprometa y responda; lo importante, especialmente, cuando está en juego el poder, es la credibilidad que le dé el otro, toda estas
lógicas del lenguaje y lo que ha ocurrido en las guerras, conduce a una discusión y negociación para
prevenirlas a futuro.
Comparto totalmente esta postura del lenguaje en el
constructivismo, porque brindan
herramientas para la construcción de la
paz en la RI, y especialmente, como el
significado de las palabras y las razones cambian con el acontecer histórico, uno
de los grandes aportes del constructivismo, es su papel transformador y renovador de la
RI; aunque Wittgenstein nos previene sobre la costumbre que
adoptan ciertos estados para sostener la guerra en el tiempo, como garantía
hegemónica en el escenario político.
(pág.14).
Invaluables aportes suministra Fierke en términos
de paz, examina el caso de Estados Unidos atacando a Irak y reclutando presos para enviarlos a
Guantánamo y a otras prisiones lejos de su jurisdicción para propiciar la tortura y humillación, lo que le ganó descredito, aunque lo avances
de Back Obama en desmantelar estas
prisiones, no sólo le permitió ganar el premio Nobel, sino que propició cierta
calma en el escenario político, aunque con
la actual violación de los derechos humanos de los inmigrantes y la injerencia en la vida
política de otros estados, ha contribuido
a la inestabilidad política en el escenario internacional, pero como dice Fierke, con el constructivismo se abren las puertas a diálogos
de paz, a que la sociedad construya nuevos lenguajes, nuevos escenarios. Algunas frases y propuestas fierkeanas: “Los actores
deben redefinir sus propuestas antagónicas, para ello es necesario tener claro
la identidad de los estados y sus actores, al igual que sus razones y
lenguajes. (Fierke, 2013, pág.14).
Los conflictos pueden perpetuarse por relaciones negativas mutuas,
pero se abre el camino al dialogo, a la distención, a la negociación, al perdón,
a la reconciliación, al cambio de
lenguajes, a buscar la salida del juego en espiral que eterniza la guerra, al cambio del juego en el ajedrez político para
evitar la tortura, el sufrimiento, la violación de los derechos humanos; es
necesario mirar la realidad allá fuera, le agregaría, también allí dentro, como ocurrió con en la
antigüedad con muchos reyes que
condenaron al calabozo a su propia
familia, a causa de problemas de locura ( matrimonios entre familiares, generaron enfermedades hereditarias como la
hemofilia que afectó al hijo del último zar ruso) homosexualidad, o por
asegurar su reinado, caso concreto fue el de Juana la Loca; no podemos continuar indiferentes frente a los lenguajes del dolor de la guerra
y la tortura; quizás esto fue lo que a Jesús
de pequeño más le inspiró en su labor redentora del sufrimiento humano, ver por
las calles a personas transitando por haber quebrantado las reglas, con objetos pesados en sus cuerpos que les
generaban dolor e impedían sus movimientos.
El camino del dialogo ha evitado y evitará muchas
guerras frente a estados hegemónicos; el
sufrimiento humano nunca debería ser utilizado para consolidar la identidad y
movilización del poder militar. En este sentido el constructivismo es un camino
para la salud, paz y bienestar en las RI, porque en vez de patrocinar la guerra
de estados hegemónicos o justificarlas,
contribuye a frenarlas y salvaguardando la integridad de los estados más
débiles y sus actores sociales. Los actores sociales contribuyen a la construcción de sus problemas y la forma
de abordarlos; toda una propuesta de paz,
desde el lenguaje y comprendiendo
acciones y motivaciones. (pág. 17).
Realizar una
lectura de la realidad, desde el
lenguaje, desde el sujeto, desde sus razones, motivaciones, desde lo que quiere
decir, desde lo ocurrido y la razón de su ocurrencia, representan
grandes desafíos para el estudioso de las Relaciones Internacionales, y gran compromiso social para el defensor de
los derechos humanos que quiere evitar la guerra y la tortura, como expresiones vivas del dolor humano, evitables desde el camino del diálogo, o rompiendo el juego en espiral, como aquel que puso fin a la Guerra Fría.
Finalmente,
dando una mirada constructivista a la Unión Europea, dice el profesor Nicolás Mariscal “…Algunos de los aportes constructivistas que
hemos expuesto pueden ayudarnos: ideas compartidas, identidades e intereses de los
actores y su relación mutuamente constitutiva con las estructuras ideales,
sociales e institucionales; la posibilidad del cambio; la interacción entre
comunidad política y formación de la identidad; el proceso en el que endógenamente
se van haciendo las identidades e intereses; socialización y aprendizaje; …
poder y cultura; relaciones de poder y mecanismos culturales reguladores;
comprensiones intersubjetivas dominantes configuradoras de identidades y
estructuras. Las estructuras y el poder suelen ser determinantes en el corto
plazo; en el largo, las ideas y las culturas. Constitutividad mutua de
estructuras y agentes, agentes y estructuras, de poder y cultura, cultura y
poder, que el constructivismo enfatiza. Hay que realizar análisis empíricos en
situaciones concretas y aprovechar las ventanas de oportunidad para la acción apropiada.
La actitud, la teorización y la acción constructivistas de los actores esconden
relevantes potencialidades para la humanización y democratización de las
estructuras y el poder y para la construcción…en un mundo en proceso de
creciente globalización. Es necesario activarlas frente a inmensos intereses y
poderes en otras direcciones”. (Mariscal, 2012. pág. 38,
39).
El constructivismo deber trascender de lo retórico a lo practico para lograr auténticas transformaciones sociales; no basta con quedarse contemplando el fenómeno y teorizarlo; el gran reto es transformarlo para mejorar la calidad de vida, y evitar reproducir modelos socieconómicos y culturales que sirven a pocos y acaban con muchos.
Bibliografía
Tim, M. K. and Smith
S. (2013). International Relations
Theories: Discipline and Diversity (Oxford: Oxford University Press, chap. X “Constructivism”
(K.M. Fierke), pp. 187-204.
Mariscal, N. (2012). Aproximaciones
constructivistas a la Unión Europea, Universidad de Deusto, pág. 38, 39.
Wittgenstein, L. (1958).
The Blue and Brown Books. New York: Harper & Row.