viernes, 3 de enero de 2020

Reseñas 1, Parte IV: La Escuela Inglesa Hedley Bull, La sociedad anárquica: Un estudio sobre el orden en la política mundial (Madrid: Los Libros de Catarata [1977], 2005), caps. I-IV.




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Hubo un día


Hubo un día en que la tierra no tenia dueño,


 solo se aplicaban en sus paradisíacos  y abundantes paisajes, 

cargados de frutos para alimentar a todas sus criaturas por igual,

 hasta saciarse,

 ley de la selección  natural. 



Pero... hubo también,  Otro día, 

en que la tierra tuvo poderosos dueños 

que se encargaron de dominarla y gobernarla,

con tiranía, desprecio y voraz codicia.



Ese día...

empezó la destrucción del hombre por el hombre,

 el exterminio  de sus bellos paisajes y criaturas;

 la tierra ya no quería parir más vida, 

aterrorizada presenciaba,

 como morían las criaturas

 que había gestado por milenios su vientre.



Y con un dolor más grande que su cuerpo,

la gentil Madre,  

vio ahogarse a los avaros tras el desértico polvo, 

arrastrándose como serpientes decapitadas,

 sobre los hedores del pestilente suelo.



Los espesos gases nauseabundos,

 no le permitieron ver más,

de lo que un día 

de su vientre 

con alborozo brotó.



Uno de los grandes aportes de “La Sociedad anárquica”,  del teórico y  filósofo político australiano Hedley Bull, estructurada en seis capítulos, los podemos apreciar como a continuación se plantean:

En primera instancia encontramos el concepto de orden en la política mundial,  en este apartado se trata de explicar el orden,  como una de las formas en que los individuos organizan su vida social de acuerdo a sus valores, buscando el bien común y el logro de sus metas, frente a situaciones o eventos que atenten contra la seguridad de esa comunidad.

En cuanto al orden internacional, el autor acude a la figura de la sociedad,  entendida como sistema de estados vinculados por normas comunes,  solidarias  al interior de sus instituciones,  con respeto mutuo,  atendiendo a sus acuerdos,  capaces de poner límite al poder en caso de crisis,  acordes a tratados, costumbre y pactos internacionales. Para conservar  la sociedad de estados y preservar la soberanía  externa,  es necesario reconocer la independencia,  autonomía,  jurisdicción,  y  población; la sociedad internacional frente a ello, ha celebrados tratados como el de Viena, estableciendo estados neutrales y zonas de distención.

 Precisamente la obra de la sociedad anárquica es un tratado aproximado para  proponer estrategias al orden internacional,  frente a potenciales atentados propios de  guerra,  que pongan en peligro la paz,  preservando los fines primarios de la sociedad de estados, restricción de la violencia, las promesas y la estabilización de la posesión,  a través de un orden legal que proteja la propiedad.

“Al respeto señala el autor: “La paz también se ha subordinado al mantenimiento de la soberanía y de la independencia de cada uno de los estados -que han insistido en el derecho a hacer la guerra en defensa propia-y a la protección de otros derechos. Este estatus de subordinación de la paz a estos otros fines se ve reflejado en la frase "paz y seguridad" que aparece en la Carta de Naciones Unidas. La paz en la política internacional no tiene más valor que la seguridad, ya sea esta última entendida como la seguridad objetiva que realmente existe, o como la seguridad subjetiva que se percibe o se siente”. (Bull, 2005, pág. 71).

Todo lo anterior contribuye al reconocimiento, soberanía y respeto entre los estados, constituyéndose en prioridad  para una sociedad internacional moderna, reflejada en el orden internacional institucional  y en sus  dinámicas; entendiendo el orden mundial,  como el conjunto de patrones de la actividad humana  vinculados a la vida social, trascendiendo los estados mismos,  conformando el conjunto de la sociedad humana, la humanidad misma, pasando en la modernidad a formar el sistema político mundial, el orden en el mundo y el sistema político global.

En el capítulo dos (pág. 75),  estudiando la sociedad mundial, después de un recorrido histórico sobre las construcciones teóricas del siglo XV al XVII, pasando por Kant, Hobbes, Maquiavelo, Bacon,  Grocio,  la sociedad cristiana internacional, argumenta Bull, como estos teóricos contribuyeron a la creación del derecho internacional, el cual se enriqueció con las emergentes instituciones diplomáticas. Los teóricos de los siglos  XVIII y XIX,  otorgaban reconocimiento al derecho internacional, a la diplomacia, a las naciones Unidas, a la sociedad internacional, al papel hegemónico armónico de Europa durante los siglos XVIII y XIX; argumentaban sobre las guerras mundiales durante el siglo XX. Finaliza el capítulo analizando la declaración de guerra que hacen los estados para evitar caer en estados de barbarie y salvajismo.

Entiende  la sociedad anárquica  como la ausencia de gobierno o de autoridad. (pág.97) todo ello en procura de que los estados lleven una vida social organizada, igualmente acentúa la vulnerabilidad de los estados frente a los ataques (pág. 101). Sustenta al finalizar este capítulo,  la precariedad e imperfección del orden al interior de la sociedad  internacional (pág., 103), finalizando con un valioso planteamiento:  “…aun en ausencia de gobierno los individuos pueden alcanzar un mínimo grado de orden, sino también porque los estados son diferentes de los individuos y son más capaces de formar una sociedad anárquica...y el hecho de que los estados formen una sociedad sin gobierno demuestra que su situación tiene características que son únicas” (Bull, 2005, pág. 102).

En el capítulo tres nos aporta acerca de cómo se mantiene el orden de la política mundial, recalcando que para que se de cualquier orden es necesario que exista  “el sentimiento de tener un interés común en la preservación de esos objetivos elementales y primarios. La forma de conseguirlo es a través de normas que recomiendan determinado patrón de comportamiento que contribuye a que aquéllas se mantengan, así como a través de instituciones que hacen que dichas normas sean efectivas”. (pág105).

Seguidamente indica que en parte,  el miedo conduce a tener intereses comunes,  y las normas son las que contribuyen a mantener el orden;  una de las tantas funciones de los gobernantes es el cumplimiento de las normas, en este apartado del discurso, Bull subvierten el sistema,  en el sentido en el que expone la necesidad de cambiar las normas para que dejen de servir a los interese dominantes del momento (pág. 107).

El hecho de que los hombres dependan  unos de los otros,  les lleva a percibir un interés común para que los pactos sean respetados;  la abundancia limitada y el altruismo humano, conducen a   reconocer un interés común en la estabilización de la posesión. (pág. 107). Con este apartado estoy plenamente de acuerdo,  porque son las grandes desigualdades de las poblaciones de los diferentes estados,  las que han generado conflicto e inestabilidad política a nivel interno, con implicaciones externas.

Entre las características que deben cumplir las normas, está la versatilidad para adaptarse a las necesidades y cambios de las nuevas generaciones, por lo cual potencialmente serán cumplidas,  respetada y protegida para garantizar la convivencia pacífica y el logro de los fines del estado y sus ciudadanos. Hay un postulado que Bull deja suelto y que riñe con el excelente desarrollo que venía desarrollando, “…la acción que las normas por sí mismas no pueden llegar a obstaculizar pero que, sin embargo, presuponen para poder operar”, (pág. 111), cabe interrogarle al autor, ¿en qué consiste esta presuposición? ¿Qué consecuencias trae para garantizar su cumplimiento?

Cuando Bull  va desglosando todas las funciones del gobierno,  como centro del poder para  lograr el mandato normativo,  cuyo objetivo es mantener el  orden;  seguidamente realiza  una comparación entre los estados modernos y primitivos;  una de las críticas  que se le formula a Bull,  es el estatocentrismo de  en su  obra, veamos algunas de sus posturas al respecto, “los estados son soberanos en la medida en que gozan de una jurisdicción suprema sobre sus ciudadanos y su territorio”. (pág. 115). “Este principio fundamental o constitucional de orden internacional está implícito en el comportamiento habitual de los estados”. (pág. 120).  “…Los estados llevan a cabo la función de legitimar las normas”, (pág. 1244).

Comparto los planteamientos formulados sobre la guerra, quizás ese es el fin de su obra, con la propuesta del orden internacional y El estado anárquico “… no hay ningún caso en el que no exista, además, de cooperación por encima de las relaciones conflictivas entre las unidades”. (pág., 115).  

Las guerras dan cuenta de los giros de la humanidad, de sus  progresos y limitaciones, de su cosmovisión  y miedos;  redacto  esta reseña en un ordenador,  porque fue uno de los grandes legados de la segunda guerra mundial. Según el autor, la heterogeneidad de la sociedad internacional  moderna, la primacía del estado laico en contraposición a lo mítico religioso de la sociedad primitiva, han dado como resultado una base moral más frágil proclive a la guerra.

 Es necesario resaltar el lenguaje sencillo con el que Hedley Bull estudia las relaciones internacionales,  a través de los órdenes, las instituciones, la sociedad internacional,  ilustrando al lector con teorías de los clásicos de la sociología, la política, inclusive de la antropología,  al comparar las sociedades internacionales modernas con las primitivas:

“Las unidades políticamente competentes de las sociedades anárquicas primitivas tampoco tienen jurisdicción exclusiva sobre territorios claramente definidos. La idea de sir Henry Maine de que en las sociedades primitivas la solidaridad solamente surgía allí donde había lazos de sangre y no porque se poseyera un territorio en común ha sido rechazada por los antropólogos más recientes que sostienen que las sociedades primitivas se basan tanto en vínculos de sangre como de territorio”. (Schapera, 1930, citado por Bull).

Estoy de acuerdo con el autor,  en que lo que cohesiona la sociedad internacional son sus normas,  teniendo como punto de partida los intereses compartidos. La clarificación que hace sobre sobre el universo de la sociedad internacional,  es importante,  porque parte de las normas constitucionales de la política internacional, que son las que establecen quiénes son los miembros de la sociedad internacional: “Éste es el principio que identifica a la sociedad de estado,  como principio normativo supremo de la organización política de la humanidad,  frente a otros conceptos alternativos, como son un imperio universal, una comunidad cosmopolita de seres humanos individuales, un estado de naturaleza hobbesiano o estado de guerra”. (Bull, 2005, pág. 120, 121).

Seguidamente el autor explica las normas que se dan al interior de los estados, iniciando con las normas de coexistencia, explica, como las mismas, establecen las condiciones básicas para su coexistencia, legitiman la guerra “Para ello restringen la violencia legítima a un tipo particular de violencia,  llamado "guerra" y definen la guerra como la violencia que se lleva a cabo bajo la autoridad de un estado soberano” (pág. 124); la guerra después de una justa causa y haber intentado otros medios legítima la defensa proporcional al fin perseguido, no afectando la población civil ni acudiendo a la violencia innecesaria, estableciendo espacios para naturales y beligerantes, estas normas igualmente, establecen jurisdicción de los estados sobre su población y el territorio, postulan la "igualdad" de todos los estados en su  derecho a la soberanía.

Es importante, como Bull acepta, que las leyes deben cambiarse al ritmo que cambia la  humanidad, especialmente útil para los tratados internacionales.  Los estados son quienes tienen la tarea de cambiar o de adaptar las normas operativas, morales o legales, a medida que vayan cambiando las circunstancias  (pág. 124).

 El autor centra la obra en la protección de normas morales, legales de coexistencia,  que regulan la paz, la diplomacia y la guerra;  no hace alusión a normas protectoras, frente a las drogas ilícitas, explotación sexual, violencia de género, situaciones críticas actuales, que debieron ser incluidas en uno de estos cuatro capítulos .
Su obra es de carácter positivista, “legitimando el orden jurídico internacional, para poder subsistir, para satisfacer necesidades,”…la sociedad es tan sólo uno de los distintos elementos que se hallan en pugna en la política internacional”. La sociedad internacional es concebida como un todo sometida a continuas fuerzas y cambios  (pág. 124).

El autor finaliza el cuarto capítulo con el orden y justicia internacional, como imperativos categóricos; son rescatables  los planteamientos de equidad que desarrolla en la justicia, con el fin de demandar la igualdad ante la ley, aunque no he observado expuesta la justicia restaurativa, el perdón, la reconciliación, importantes retos para enfrentar los conflictos actuales.

Bull rescata la justicia conmutativa, sustantiva, formal, proporcional, particular y la  aritmética, y precisa que la injusticia ocurre cuando  los iguales son tratados de forma desigual, acá se refiere a las grandes potencias hegemónicas que presionan a los estados débiles a la luz de la obra de Marx. (pág.132).

La obra Bulliana es didáctica,  va de las partes al todo, es decir, cada concepto se define con lógica argumentativa,  contrastando  los conceptos a la luz de las relaciones internacionales; igual metodología adopta para abordar el estado y sus elementos,  examinándolos  de cara a la política internacional. Trasciende la justicia individual humana hasta el estado pluralista; define cada concepto,  ubicándolo históricamente, contextualizándolo con realidades internacionales.

Al abordar la justicia cosmopolita mundial, hay una idea desesperanzadora, explica, faltan portavoces, solo le queda a la sociedad o comunidad mundial fijarse en cuáles son las percepciones de los estados soberanos y de las organizaciones internacionales que ellos dominan;  considera que el orden internacional no es capaz de satisfacer algunas de las aspiraciones de justicia más profundas, menos es capaz de ofrecer una protección general a los derechos humanos.

Al interior de la sociedad de estados hay un orden mínimo, a pesar de ello,  deja una mirada esperanzadora, la tierra no va a desaparecer y se esperan cambios justos, ello, acudiendo a experiencias en el conflicto bolchevique, africano y chino. La idea de justicia mundial puede parecer totalmente irreconciliable con la estructura de la sociedad internacional, considera la guerra como un equilibrio de poder.  (pág. 137, 138, 143,145).

El autor va cerrando el cuarto capítulo, exponiendo como el estado que quiera aportar al orden internacional, debe empezar a dar cambios justos, especialmente, si se refiere a grandes potencias; indica cómo hay que subvertir el orden para dar cambios como los que se operaron en la descolonización de Asia y África de Europa, los cuales fueron violentos, es decir hay que subvertir la paz para llegar a cambios justos como ocurrió en la India, Indonesia y Portugal (pág. 147- 148).

Finaliza considerando que el orden conduce a la justicia distributiva, pero frente al orden es preferible la justicia, quienes esperan la justicia revolucionaria, esperan que se consolide un nuevo orden,  como el surgido durante la revolución francesa, a veces se prefiere el orden,  aunque sea injusto para mantener la paz, la paradoja que ha vivido Latinoamérica y de la que está despertando con fuertes sacudidas,  como ocurre actualmente.

La fortaleza del marco del orden internacional,  le ha permitido  soportar grandes atentados que se han hecho en nombre de la justicia;  la paz nuclear ha dejado márgenes para violencia civil justa; hay otra mirada para observar la dominación de las potencias mundiales, diferente a la permisiva del siglo XVIII y XIX, es decir se han cambiando los discursos y sistemas de creencias. Aporta el concepto de hegemonía que  ejercen las grandes potencias con un orden impuesto desde arriba para controlar el equilibrio del poder mundial.
Tan valiosa ha sido la teoría de Bull, que se ha aplicado al conflicto árabe palestino, “somos no solo una sociedad internacional sino una comunidad internacional donde se puede “estar y ser”. (Rodríguez, 2 013, pág.99). 
“…es posible hacer una interpretación plausible de la realidad latinoamericana desde la óptica de las normas y de las instituciones bullianas, que se aleje de los tradicionales enfoques realista y liberal, de momento no resta sino esperar que se adelanten estudios correspondientes que permitan darle un apropiado impulso a esta propuesta”. (Gómez, 2015, pág. 245).

Su texto ha servido para entender el orden internacional,  e igualmente otras temáticas  que  han marcado las relaciones internacionales,  el poscolonialismo, el poder y legitimación del el orden internacional, el tema  del colonialismo en África,  teoría y práctica de la soberanía, la gobernanza global, igualmente en la comprensión de  la corriente feminista que de forma renovada reivindica la labor  y el papel que ha jugado la mujer en la esfera internacional frente a un nuevo orden que emerge en contraposición  a la hegemonía masculina en el manejo de las instituciones y la política global, en las relaciones de género, el feminismo liberal, el feminismo crítico, constuctivismo y poscostructivismo feminista, feminismo poscolonial, género, seguridad y política global y desmitificación de mitos.

Finalmente con la obra de Bull se posibilita vincular las teorías iniciales sobre la escuela  realista de las RR.II, la tradición liberal con las temáticas finales, sirviendo la escuela inglesa para apuntalar conceptos tan fundamentales  como los desarrollados en cada una de las sesiones;  todos ellos se constituirán en brújula en el manejo de las relaciones internacionales en la Maestría de Estudios Políticos y fuente necesaria  de consulta para presentar el trabajo final de la asignatura, dado que  quedaron muy bien asimilados con las explicaciones del docente, los aportes de los compañeros y las ayudas didácticas suministradas.

Bibliografía
Bull, H.  La sociedad anárquica: Un estudio sobre el orden en la política mundial (Madrid: Los Libros de Catarata [1977], caps. I-IV.
Gómez, J. F. (2015). La alternativa de Hedley Bull frente a las propuestas realistas y liberales  como marco para el análisis de las relaciones internacionales en Latinoamérica, pág. 245.
Rodríguez, M. J. (2 013).  Conflicto Israel-  Palestina: Análisis sobre la no integración de Palestina a la ONU como miembro permanente. Universidad Abierta Interamericana. Argentina.