Algún
día nuestros niños y niñas serán invitados a pasear y recrearse por los alcaldes de esos pueblos de Antioquia
que con amor, mística y entrega
representaron el día de la antioqueñidad,
algún día, Caracolí, Urrao,
Amagá, Envigado, Cañas Gordas, Yarumal, El Retiro, Segovia, San Vicente Ferrer, Cocorná, Turbo, Necoclí, Arboletes, Urabá, una fiesta hermosa les harán, y ese recuerdo en nuestros niños y niñas para
siempre les acompañará, porque estos angelicales pequeños a todos los pueblos de su bella
Antioquia a hablar con las manos y a leer con sus dedos les enseñaran.
HAY
UNA ANTIOQUIA
Hay una Antioquia que todos llevamos guarda en
esta alma,
esa
Antioquia que guarda su oro en sus verdes montañas,
la
Antioquia que heredamos con la verraquera del Cacique Nutibara,
con
el pincel de la Débora Arango,
con
la rebeldía del Fernando González de Envigado,
con
su Simón Bolívar, como el secretito bien guardado
para
el que no quiera seguir esclavizado,
aunque
aquí en Colombia, su sueño no haya
Madurado.
Hay
una Antioquia que grita con el Hojarasquín del Monte y la LLorona
cuando
el mercurio de sus fértiles tierras por la minería ilegal presuroso brota.
Una
Antioquia con sonrisa de abuela
complaciendo
el paladar con frijoles, chicharrón, arepa y chocolate….
Y en
navidad… con natilla y buñuelos, mientras las tías
preparan
los traídos cuando en el alma aún adormece un niño.
Hay
una Antioquia que se ha hecho águila y paloma para escaparle a los fusiles,
y en
la Francisco Luis ha aprendido a hablar con las manos,
a
leer con los dedos
a
caminar sobre metales,
porque
allí, en ese rinconcito
cerquita
del río Medellín,
Se
hizo octogenario el sueño de Don
Francisco Luis Hernández Betancur,
un
hogar, un colegio, donde todos los niños y niñas con alguna dificultad
en esta próspera Antioquia
pudieran
aprender a jugar, a leer y a escribir, aprendieran
a
trabajar y escalar metas para demostrarse
que
en la vida no hay limitaciones para el que con toda la verraquera quiere
triunfar
en
esta ciudad de la eterna primavera.