miércoles, 16 de abril de 2014

En algún lugar, yo lo sé




  
Voces  entrañables



que parten

a algún lugar,

llevándose

nuestra juventud

nuestros besos,

nuestra juvenil belleza,

de esos años de colegio,

de universidad,

recorriendo,

calles, cuadras,

fincas y campos,

cargados de sueños,

de romanticismo

hasta el desvelo,

con grandes pantallas

tomando la mano amada,

con grandes teléfono,

esperando su añorada llamada.

Esas voces nunca se irán,

pertenecen a una generación

que cuando amaba se entregaba

sin importarle

lo que su alrededor

pasara.

Esas voces

permanecerán

para siempre,

por siempre

en el recuerdo,

como un amor,

como un error,

como esos besos

que nunca se olvidarán

porque en cada uno de ellos,

se entregaba todo nuestro ser

aunque por ellos,

por el amor que por ellos

se desbordaba, sufriéramos,

porque no se puede amar sin sufrir.

Lo extraordinario de ese cristalino

y diáfano amor,

era no poder comprender

lo que estaba pasando,

menos aún, controlarlo,

era permanecer

sin nada,

sin nada que ofrecer,

porque ese amor

selo llevaba todo,

haciéndonos

incompresiblemente,

extraños

supeditados al ser amado.

Amor que se expresaba en la mirada,

en el caminar,

en la forma de hablar;

en la alegría con

la que se percibía el universo,

aunque los otros nos sintieran torpes,

ingenuos, frágiles,

besándonos en las calles.

Amor y desamor,

la tentación de una pequeña traición,

celos, rabietas, mimos…

la amada Marieta

y luego…

un perdón para encender

de nuevo la chispa de la pasión.

La grandeza del puro amor,

la felicidad que da,

la fuerza que otorga,

que todo lo transforma

reside en que al ser amado,

le está ocurriendo otro tanto.

Sentimiento que marca

la existencia para siempre,

que lo diga Junior que con su Rocío

en la tierra del Alba Ibérica,

donde el sol acaricia

las olas mediterráneas,

donde con denuedo esparció

sus tres semillas de amor,

las que hoy de nuevo se unen,

viniendo cada uno de otra región,

para llorar su partida,

como fruto de su eterno amor,

reclamando su natal

lecho español.



 
 
 
 
 
 
 
 
 



















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