domingo, 28 de septiembre de 2014

¿Para qué construimos el conocimiento a partir de la racionalidad como una forma de enriquecer las visiones del mundo?

“Ni la bestia ni Dios se plantean problemas. La una porque no piensa y el otro por ser omnisciente. Pero para nosotros, mortales humanos, es la vida laberinto y duda, porque nos encontramos a media agua: partimos de un saber que en buena parte es ignorancia.” Rodolfo de Roux,Elogio de la incertidumbre. Bogotá, 1986.

Mapa conceptual sobre la práctica Investigativa en Ciencias Sociales. Jiménez y Torres (2006).
Cuando surjan en la teoría casi tantas orientaciones especiales como disciplinas científicas especiales existentes, debemos volver al problema de la metodología.” Hugo Zemelman, Los horizontes de la razón.

Los objetos de investigación se plantean más que un reflejo de la realidad concreta, como una construcción que realiza  el  investigador, en donde entran en juego los presupuestos teóricos y las referencias empíricas que hacen parte de la realidad; en donde se construye paso a paso la  construcción del objetos de estudio, enmarcado dentro de una teoría.

Es importante destacar que la teoría también orienta el diseño, en la medida en que influye en la decisión de las preguntas e hipótesis que orientarán el trabajo, el tipo de información relevante y las fuentes importantes, así como, parcialmente, en la definición de criterios para organizar y analizar la información.
Finalmente ha de señalarse que la teoría opera como marco de interpretación de los datos obtenidos, estableciendo las posibilidades o límites de sentido, guiando su lectura y relacionándolos con el acumulado de conocimientos existentes.

 En términos generales, la teoría permite, en cierto modo, mirar los hechos, organizarlos y representarlos conceptualmente, pues facilita la organización de la información y hace explícita la simultaneidad. Permite construir un correlato o modelo conceptual apropiado al objeto de investigación o a los hallazgos del análisis, constituyendo  una base importante para la construcción de modelos conceptuales propios. 

“No se trata de hacer una suma de la ecología y la sociología (un metarelato); tampoco de encontrar el sentido en el fundamento proporcionado por un sistema cerrado, o en una teoría general de cualquier naturaleza, sino más bien, de encontrar en el razonamiento constructor la condición básica de las posibilidades de autodeterminación de los individuos y de los conglomerados sociales en su esfuerzo por construir el futuro. Hugo Zemelman (1992).

¿Para qué construimos el conocimiento a partir de la racionalidad como una forma de enriquecer las visiones del mundo? Zemelman H. (199
                                             
“Participamos de la voluntad de transformación de la sociedad y del hombre mismo, comprometido en la decisión de pensar en su futuro, rompiendo los bloques históricos y gnoceológicos que le impiden vislumbrar algo nuevo fuera de lo que define como inexorable.” Hugo Zemelman (1992). 

Tabla de contenido

1. ¿Para qué construimos el conocimiento a partir de la racionalidad como una forma de enriquecer las visión
2. Conclusiones
3. Bibliografía
4. Anexos. 

  1. ¿Para qué construimos el conocimiento a partir de la racionalidad como una forma de enriquecer las visiones del mundo? Zemelman H. (1992).
Los cambios y procesos históricos plantean el problema de  quiebre entre los límites formales de la realidad para rescatar el carácter no acabado del conocimiento y el proceso de su transformación de la conciencia social.

 La compleja tarea anterior, exige la  articulación de los  diferentes objetos posibles a construirse; pudiendo elaborarse en función de diferentes recortes parametrales, replanteando la objetividad que se ha dado como realidad y aquella de la que no escapa el campo de  la investigación.

Para abordar esta importante tarea,  resulta útil  establecer una relación de conocimiento,  que permita configurar un recorte,  en el cual se puedan identificarse las diferentes posibilidades y opciones de construcción de los objetos teóricos.
La cosmovisión que se obtiene de estos  universos, objetos y construcciones o parcelas de conocimiento, permiten la delimitación problemática,  en la que se pueden distinguir diversos  objetos posibles de teorización.

Se requiere igualmente,  para esta compleja tarea,  elaborar una  construcción, entre poder y libertad, entre verdad y lucha, entre hecho y esperanza, tras una incesante búsqueda en la que subyace de forma furtiva lo establecido.

Lo que  se pretende con esta búsqueda, es encontrar lo que se oculta profundamente en el orden manifiesto de la realidad;  ello se logra sistémicamente, superando los obstáculos de  las  referencias conceptuales y culturales interiorizadas, liberando  de toda atadura a las formas,  lo   acabado e inacabado,  guardando prudentemente el  distanciamiento creativo y apropiador;  guardando el beneficio de la duda,   manteniendo todo el tiempo una alerta y cuestionamiento conceptual  de la realidad.

Este panorama así planteado,   coloca al sujeto social,  al sujeto investigativo,  abierto a la discusión epistemológica, con un espíritu encaminado a superar el mundo de la inercia, de las verdades acabadas y preestablecidas, propuestas por  las estructuras oficiales políticas y culturales, las cuales  impiden discernir  aquello que se ha internalizado como verdad en la profunda conciencia del colectivo social.

En este sentido,  la historia del hombre  se encuentra  demarcada por  los grandes  esfuerzos  que realiza el sujeto cognoscente para liberarse de estas trabas del pensamiento y de la imaginación, entre las que cabe destacar, la ciencia y el arte,  como expresiones  genuinas de un espíritu humano  crítico, creativo y transformador.

La apropiación de la realidad se corresponde con una ampliación de la subjetividad, pues la relación que se establece con aquélla,  no consiste estrictamente en formular proposiciones en las que se contengan afirmaciones de propiedad que deban ser constatadas, sino en vislumbrar las que sean posibles,   y lo que  con ellas se puede hacer.

 Se busca  un hombre cuestionante, que no se quede en un punto, en una recta,  sino en la imagen que conforman dichos elementos y todas las posibilidades que le brindan dichas formas,  para recrear y transformar su realidad.

Si la realidad es una síntesis de los triunfos y fracasos de los hombres, su desafío estriba en pensar la racionalidad desde el hombre y no desde un modelo de hombre; hacerlo desde sus sombras, contradicciones, temores, creatividad, engaños y certezas, para no falsear la razón a partir de una pura e ingenua imagen de lo humano, sino más bien apostar a ella,  desde las flaquezas humanas, pero también desde sus sueños, desafiando sus temores y limitaciones. ¿Cuántas limitaciones son reales, y cuántas debemos pagar por vivir en una sociedad alienante que dimensiona al hombre, lo mide, evalúa y programa con el simbolismo del tricolor, el  número, la letra, la fila y el cuadro?

En cuanto a las visiones de la realidad y lo respecta al hacer (valórico y opcional), se puede afirmar,  que ambos cumplen una función en la relación de apropiación, aunque ponderada de manera diferente. El hacer o producir de los modelos teóricos o conceptuales,  tiene un papel de carácter altamente  gnoseológico, planteando problemas de orden conceptual que deben ser remitidos al plano de la acción,  una vez que se hayan podido abordar.

Constituye un imperativo gnoseológico y volitivo para construir lo inédito. Ello supone no aceptar quedarse dentro de la estabilidad guarnecida por los límites; por el contrario, se plantea la obligación de embestirla en la búsqueda de una utopía, representada en la lucha por una conciencia protagónica, y así poder avanzar para enriquecer la apropi- acción de la realidad, aprobada como horizonte que desafía el nuevo objeto a la voluntad consciente.

Superar la diferencia entre existencia y significado, entre hecho y saber, transformando la subjetividad en un nuevo horizonte de realidad posible de convertirse en contenido de nuevas experiencias, significa el rescate del sujeto como forjador de rumbos,  en el marco definido por lo necesario que contiene una diversidad de sentidos,  en tanto opciones posibles de realidades.
Es en el sujeto  nosológico, ontológico, desde  lo interno y externo,  que el individuo realiza las grandes transformaciones,  en contraste con la ideología, que identifica a la realidad con una opción subjetiva, en la misma medida en que la subjetividad del sujeto se hace realidad.

 La apropiación de la realidad se corresponde con una ampliación de la subjetividad, ésta,  comienza a tener cada vez mayor resonancia intelectual y ética, va emergiendo paulatinamente en el lenguaje para articular contenidos teóricos con horizontes históricos y sus opciones de construcción.

Dejarse inundar por lo desconocido,  como aquello que rodea y que, a pesar de ser difuso, exige corporeizarse, newtoreizarse,  eaistenreizarse, hasta poder contemplar tanto,  hacia adentro de lo que se  impone,  como hacia fuera; poder irrumpir hacia lo no pensado;  ello, supone un cierto poder desestructurante que ponga en movimiento toda la vida del sujeto, en forma de poder abandonar, por un mundo deseable que incita a aventurarse al acecho por lo incierto, a todo lo que es concebido como desafío;  incursionando en un nuevo mundo,  el de la sinrazón,  para llegar a la razón;  y una vez alcanzado,  falseado para llegar a una transformación,  abriendo  las puertas a las  rupturas de los modelos que tienden a tiranizar el espíritu humano,  una vez impuestos y convalidados.

La liberación de toda atadura a las formas,  es congruente con la exigencia por lo inacabado;  significa enfatizar el rescate de la energía interna de los objetos para llegar a dar cuenta de una realidad desplegada y de otra que se repliega; de una que es manifiesta,  y de otra que se hace presente en virtud de su misma ausencia.

2. Conclusión
Para un uso de la teoría que sea históricamente adecuado, se debe distinguir entre el pensar teórico, que alude a la formación de las categorías de análisis, más que a la formulación de enunciados de contenido sobre la realidad,  y el pensar constitutivo del razonamiento teórico, que  expresa el esfuerzo para aprehender el cambio de la realidad en todas sus formas y en todas sus escalas de temporalidad y de espacio.

Las exigencias cognitivas que plantea el sujeto cuando se le concibe como producente,  obligan a articular dimensiones desde la perspectiva temporal del momento y de la secuencia, lo cual quiere decir,  que se tiene que destacar la dimensión del movimiento interno,  por encima de las condiciones externas, aunque ambas dimensiones estén articuladas (necesidades y  posibilidades de viabilidad).

La subjetividad es un campo problemático que conjuga las dimensiones micro, dimensiones y mecanismos para asumir el plano de la realidad, y el producto de sus realidades inclusivas,  requiriendo para ello,  un espíritu crítico y libre.

La función de la crítica es contribuir a la apertura del razonamiento,  mediante la construcción de la relación de conocimiento en que se genera la apropiación gnoseológica de la realidad.

La construcción de conocimiento problematiza el conocimiento acumulado de saberes y disciplinas,  al posibilitar su apertura hacia nuevas realidades, partiendo de la misma  realidad, apoyándose  en las premisas de la objetividad que obliga a traspasar el contenido de las organizaciones conceptuales establecidas.

La coyuntura socioeconómica, cultural y política, plantea el desafío metodológico que permite un proceso de  construcción conceptual articulado a las complejas e ilimitadas posibilidades del dinamismo  estructurador y desestructurador, cuestionante de sus prácticas, ideologismos y apegos políticosociales, procurando con dichas cosmovisiones y praxis, dinamizar cambios de paradigmas y concepciones del mundo y  sus obsoletos modelos;  para lograr tan encomiable tarea, al sujeto cognoscente y ontológico,  le debe asistir el beneficio de la  duda y una lucha permanente contra la enajenación social.

De lo que se trata es de explicitar los desafíos epistemológicos de la acción y de la función política del conocimiento cuando se busca encontrar respuestas a ellos.
Entre lo que el sujeto es y  el entorno que le rodea, existe  un abismo, o bien un puente; situación que se expresa en la necesidad de colocar al sujeto frente a lo conocido,  como desconociéndolo, por lo mismo,  la vigilia no es la realidad,  sino un distanciamiento creativo y apropiador de la misma.

Con el lenguaje y la investigación se abre una salida a esta paradoja desesperanzadora, permitiendo discernir,  cómo en tales quiebres se encuentra presente una necesidad de realidad, ya que el problema de base,  es si la cultura constituye un límite que envuelve, manipula y absorbe,  y cómo salir bien salvados,  estando inmersos en ella,  siendo producto de la misma.

Sustraerse de las configuraciones tradicionales,  conduce indefectiblemente   a la descomposición de los objetos;  la historia de los rompimientos parametrales, sea en la ciencia, en el arte u otras manifestaciones, esconde el secreto de la capacidad misma para poder imponerse sobre la inercia, representando  una conciencia protagónica que se plantea como reto a todo ciudadano de la comunidad internacional y de forma especial a todo investigador social.    

 1.    Bibliografía
           Zemelman  (1992).  Los Horizontes de la Razón. Barcelona: Anthopos. 


     2.    Anexos
http://www.revistasbolivianas.org.bo/scielo.php?pid=S1490-23512009000100010&script=sci_arttext



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