domingo, 28 de septiembre de 2014

¿Para qué construimos el conocimiento a partir de la racionalidad como una forma de enriquecer las visiones del mundo?

“Ni la bestia ni Dios se plantean problemas. La una porque no piensa y el otro por ser omnisciente. Pero para nosotros, mortales humanos, es la vida laberinto y duda, porque nos encontramos a media agua: partimos de un saber que en buena parte es ignorancia.” Rodolfo de Roux,Elogio de la incertidumbre. Bogotá, 1986.

Mapa conceptual sobre la práctica Investigativa en Ciencias Sociales. Jiménez y Torres (2006).
Cuando surjan en la teoría casi tantas orientaciones especiales como disciplinas científicas especiales existentes, debemos volver al problema de la metodología.” Hugo Zemelman, Los horizontes de la razón.

Los objetos de investigación se plantean más que un reflejo de la realidad concreta, como una construcción que realiza  el  investigador, en donde entran en juego los presupuestos teóricos y las referencias empíricas que hacen parte de la realidad; en donde se construye paso a paso la  construcción del objetos de estudio, enmarcado dentro de una teoría.

Es importante destacar que la teoría también orienta el diseño, en la medida en que influye en la decisión de las preguntas e hipótesis que orientarán el trabajo, el tipo de información relevante y las fuentes importantes, así como, parcialmente, en la definición de criterios para organizar y analizar la información.
Finalmente ha de señalarse que la teoría opera como marco de interpretación de los datos obtenidos, estableciendo las posibilidades o límites de sentido, guiando su lectura y relacionándolos con el acumulado de conocimientos existentes.

 En términos generales, la teoría permite, en cierto modo, mirar los hechos, organizarlos y representarlos conceptualmente, pues facilita la organización de la información y hace explícita la simultaneidad. Permite construir un correlato o modelo conceptual apropiado al objeto de investigación o a los hallazgos del análisis, constituyendo  una base importante para la construcción de modelos conceptuales propios. 

“No se trata de hacer una suma de la ecología y la sociología (un metarelato); tampoco de encontrar el sentido en el fundamento proporcionado por un sistema cerrado, o en una teoría general de cualquier naturaleza, sino más bien, de encontrar en el razonamiento constructor la condición básica de las posibilidades de autodeterminación de los individuos y de los conglomerados sociales en su esfuerzo por construir el futuro. Hugo Zemelman (1992).

¿Para qué construimos el conocimiento a partir de la racionalidad como una forma de enriquecer las visiones del mundo? Zemelman H. (199
                                             
“Participamos de la voluntad de transformación de la sociedad y del hombre mismo, comprometido en la decisión de pensar en su futuro, rompiendo los bloques históricos y gnoceológicos que le impiden vislumbrar algo nuevo fuera de lo que define como inexorable.” Hugo Zemelman (1992). 

Tabla de contenido

1. ¿Para qué construimos el conocimiento a partir de la racionalidad como una forma de enriquecer las visión
2. Conclusiones
3. Bibliografía
4. Anexos. 

  1. ¿Para qué construimos el conocimiento a partir de la racionalidad como una forma de enriquecer las visiones del mundo? Zemelman H. (1992).
Los cambios y procesos históricos plantean el problema de  quiebre entre los límites formales de la realidad para rescatar el carácter no acabado del conocimiento y el proceso de su transformación de la conciencia social.

 La compleja tarea anterior, exige la  articulación de los  diferentes objetos posibles a construirse; pudiendo elaborarse en función de diferentes recortes parametrales, replanteando la objetividad que se ha dado como realidad y aquella de la que no escapa el campo de  la investigación.

Para abordar esta importante tarea,  resulta útil  establecer una relación de conocimiento,  que permita configurar un recorte,  en el cual se puedan identificarse las diferentes posibilidades y opciones de construcción de los objetos teóricos.
La cosmovisión que se obtiene de estos  universos, objetos y construcciones o parcelas de conocimiento, permiten la delimitación problemática,  en la que se pueden distinguir diversos  objetos posibles de teorización.

Se requiere igualmente,  para esta compleja tarea,  elaborar una  construcción, entre poder y libertad, entre verdad y lucha, entre hecho y esperanza, tras una incesante búsqueda en la que subyace de forma furtiva lo establecido.

Lo que  se pretende con esta búsqueda, es encontrar lo que se oculta profundamente en el orden manifiesto de la realidad;  ello se logra sistémicamente, superando los obstáculos de  las  referencias conceptuales y culturales interiorizadas, liberando  de toda atadura a las formas,  lo   acabado e inacabado,  guardando prudentemente el  distanciamiento creativo y apropiador;  guardando el beneficio de la duda,   manteniendo todo el tiempo una alerta y cuestionamiento conceptual  de la realidad.

Este panorama así planteado,   coloca al sujeto social,  al sujeto investigativo,  abierto a la discusión epistemológica, con un espíritu encaminado a superar el mundo de la inercia, de las verdades acabadas y preestablecidas, propuestas por  las estructuras oficiales políticas y culturales, las cuales  impiden discernir  aquello que se ha internalizado como verdad en la profunda conciencia del colectivo social.

En este sentido,  la historia del hombre  se encuentra  demarcada por  los grandes  esfuerzos  que realiza el sujeto cognoscente para liberarse de estas trabas del pensamiento y de la imaginación, entre las que cabe destacar, la ciencia y el arte,  como expresiones  genuinas de un espíritu humano  crítico, creativo y transformador.

La apropiación de la realidad se corresponde con una ampliación de la subjetividad, pues la relación que se establece con aquélla,  no consiste estrictamente en formular proposiciones en las que se contengan afirmaciones de propiedad que deban ser constatadas, sino en vislumbrar las que sean posibles,   y lo que  con ellas se puede hacer.

 Se busca  un hombre cuestionante, que no se quede en un punto, en una recta,  sino en la imagen que conforman dichos elementos y todas las posibilidades que le brindan dichas formas,  para recrear y transformar su realidad.

Si la realidad es una síntesis de los triunfos y fracasos de los hombres, su desafío estriba en pensar la racionalidad desde el hombre y no desde un modelo de hombre; hacerlo desde sus sombras, contradicciones, temores, creatividad, engaños y certezas, para no falsear la razón a partir de una pura e ingenua imagen de lo humano, sino más bien apostar a ella,  desde las flaquezas humanas, pero también desde sus sueños, desafiando sus temores y limitaciones. ¿Cuántas limitaciones son reales, y cuántas debemos pagar por vivir en una sociedad alienante que dimensiona al hombre, lo mide, evalúa y programa con el simbolismo del tricolor, el  número, la letra, la fila y el cuadro?

En cuanto a las visiones de la realidad y lo respecta al hacer (valórico y opcional), se puede afirmar,  que ambos cumplen una función en la relación de apropiación, aunque ponderada de manera diferente. El hacer o producir de los modelos teóricos o conceptuales,  tiene un papel de carácter altamente  gnoseológico, planteando problemas de orden conceptual que deben ser remitidos al plano de la acción,  una vez que se hayan podido abordar.

Constituye un imperativo gnoseológico y volitivo para construir lo inédito. Ello supone no aceptar quedarse dentro de la estabilidad guarnecida por los límites; por el contrario, se plantea la obligación de embestirla en la búsqueda de una utopía, representada en la lucha por una conciencia protagónica, y así poder avanzar para enriquecer la apropi- acción de la realidad, aprobada como horizonte que desafía el nuevo objeto a la voluntad consciente.

Superar la diferencia entre existencia y significado, entre hecho y saber, transformando la subjetividad en un nuevo horizonte de realidad posible de convertirse en contenido de nuevas experiencias, significa el rescate del sujeto como forjador de rumbos,  en el marco definido por lo necesario que contiene una diversidad de sentidos,  en tanto opciones posibles de realidades.
Es en el sujeto  nosológico, ontológico, desde  lo interno y externo,  que el individuo realiza las grandes transformaciones,  en contraste con la ideología, que identifica a la realidad con una opción subjetiva, en la misma medida en que la subjetividad del sujeto se hace realidad.

 La apropiación de la realidad se corresponde con una ampliación de la subjetividad, ésta,  comienza a tener cada vez mayor resonancia intelectual y ética, va emergiendo paulatinamente en el lenguaje para articular contenidos teóricos con horizontes históricos y sus opciones de construcción.

Dejarse inundar por lo desconocido,  como aquello que rodea y que, a pesar de ser difuso, exige corporeizarse, newtoreizarse,  eaistenreizarse, hasta poder contemplar tanto,  hacia adentro de lo que se  impone,  como hacia fuera; poder irrumpir hacia lo no pensado;  ello, supone un cierto poder desestructurante que ponga en movimiento toda la vida del sujeto, en forma de poder abandonar, por un mundo deseable que incita a aventurarse al acecho por lo incierto, a todo lo que es concebido como desafío;  incursionando en un nuevo mundo,  el de la sinrazón,  para llegar a la razón;  y una vez alcanzado,  falseado para llegar a una transformación,  abriendo  las puertas a las  rupturas de los modelos que tienden a tiranizar el espíritu humano,  una vez impuestos y convalidados.

La liberación de toda atadura a las formas,  es congruente con la exigencia por lo inacabado;  significa enfatizar el rescate de la energía interna de los objetos para llegar a dar cuenta de una realidad desplegada y de otra que se repliega; de una que es manifiesta,  y de otra que se hace presente en virtud de su misma ausencia.

2. Conclusión
Para un uso de la teoría que sea históricamente adecuado, se debe distinguir entre el pensar teórico, que alude a la formación de las categorías de análisis, más que a la formulación de enunciados de contenido sobre la realidad,  y el pensar constitutivo del razonamiento teórico, que  expresa el esfuerzo para aprehender el cambio de la realidad en todas sus formas y en todas sus escalas de temporalidad y de espacio.

Las exigencias cognitivas que plantea el sujeto cuando se le concibe como producente,  obligan a articular dimensiones desde la perspectiva temporal del momento y de la secuencia, lo cual quiere decir,  que se tiene que destacar la dimensión del movimiento interno,  por encima de las condiciones externas, aunque ambas dimensiones estén articuladas (necesidades y  posibilidades de viabilidad).

La subjetividad es un campo problemático que conjuga las dimensiones micro, dimensiones y mecanismos para asumir el plano de la realidad, y el producto de sus realidades inclusivas,  requiriendo para ello,  un espíritu crítico y libre.

La función de la crítica es contribuir a la apertura del razonamiento,  mediante la construcción de la relación de conocimiento en que se genera la apropiación gnoseológica de la realidad.

La construcción de conocimiento problematiza el conocimiento acumulado de saberes y disciplinas,  al posibilitar su apertura hacia nuevas realidades, partiendo de la misma  realidad, apoyándose  en las premisas de la objetividad que obliga a traspasar el contenido de las organizaciones conceptuales establecidas.

La coyuntura socioeconómica, cultural y política, plantea el desafío metodológico que permite un proceso de  construcción conceptual articulado a las complejas e ilimitadas posibilidades del dinamismo  estructurador y desestructurador, cuestionante de sus prácticas, ideologismos y apegos políticosociales, procurando con dichas cosmovisiones y praxis, dinamizar cambios de paradigmas y concepciones del mundo y  sus obsoletos modelos;  para lograr tan encomiable tarea, al sujeto cognoscente y ontológico,  le debe asistir el beneficio de la  duda y una lucha permanente contra la enajenación social.

De lo que se trata es de explicitar los desafíos epistemológicos de la acción y de la función política del conocimiento cuando se busca encontrar respuestas a ellos.
Entre lo que el sujeto es y  el entorno que le rodea, existe  un abismo, o bien un puente; situación que se expresa en la necesidad de colocar al sujeto frente a lo conocido,  como desconociéndolo, por lo mismo,  la vigilia no es la realidad,  sino un distanciamiento creativo y apropiador de la misma.

Con el lenguaje y la investigación se abre una salida a esta paradoja desesperanzadora, permitiendo discernir,  cómo en tales quiebres se encuentra presente una necesidad de realidad, ya que el problema de base,  es si la cultura constituye un límite que envuelve, manipula y absorbe,  y cómo salir bien salvados,  estando inmersos en ella,  siendo producto de la misma.

Sustraerse de las configuraciones tradicionales,  conduce indefectiblemente   a la descomposición de los objetos;  la historia de los rompimientos parametrales, sea en la ciencia, en el arte u otras manifestaciones, esconde el secreto de la capacidad misma para poder imponerse sobre la inercia, representando  una conciencia protagónica que se plantea como reto a todo ciudadano de la comunidad internacional y de forma especial a todo investigador social.    

 1.    Bibliografía
           Zemelman  (1992).  Los Horizontes de la Razón. Barcelona: Anthopos. 


     2.    Anexos
http://www.revistasbolivianas.org.bo/scielo.php?pid=S1490-23512009000100010&script=sci_arttext



http://f-origin.hypotheses.org/wp-content/blogs.dir/1344/files/2013/06/teorias.png

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sábado, 27 de septiembre de 2014

Ensayo sobre “La necesidad de la teoría en la investigación educativa”



“La teoría y su práctica pedagógica aparecen fundamentadas por disciplinas humanísticas como la epistemología de la educación, la filosofía, la antropología, la psicología y la sociología,  en la medida en que en cada período histórico de la humanidad se ha reflexionado sobre la concepción del ser humano, su razón de ser, la construcción de humanidad y la forma cómo lograrlo. “ Martisela Bermudez Asprilla (2011).

Tabla de contenido
1. Ensayo  sobre “La necesidad de la teoría en la investigación educativa"
2. Conclusión
3. Bibliografía
4. Anexos

Ante los cambios acelerados de conocimiento y la diversidad de paradigmas, se requiere de profesionales competentes que den respuesta a los problemas de una realidad compleja y dinámica; que adopten una actitud reflexiva y crítica con respecto a la realidad educativa,  y que posean idoneidad técnico-profesional para investigar científicamente esa realidad y transformarla creativamente. Se necesita también de profesionales que se asuman como pensadores, es decir,  como sostiene Paulo Freire (1988), que "realicen la tarea permanente de estructurar la realidad, de preguntarle y preguntarse sobre lo cotidiano y evidente, tarea ineludible para todo trabajador   e investigador social." 

La teoría es el fundamento de toda vida social,  es el marco de referencia en el que se fundamentan las distintas instituciones sociales y los sistemas que lo conforman, por  ser construcción humana, histórica,  lleva implícita sus ideologías, creencias, necesidades, deseos, filosofías, principios y valores.

El trabajo de todo investigador social ha de tener presente  estas premisas básicas al momento de realizar su investigación, porque no se parte de una tabla rasa, las teorías siempre han estado allí,  dándole sentido a las clases que han detentado el poder históricamente, llámense aristocracia, monarquía,  o la actual democracia capitalista.

La teoría imprime a la vida su forma, se refleja en el comportamiento  de los sujetos investigados,  el mismo autor ya está inmerso en el mundo de las teorías propias de la disciplina de su formación y las propias del tema que aborda, nadie tiene una mirada ingenua frente al mundo que le rodea,   porque pertenece a la generación del simbolismo,  y navega casi inconscientemente en los números y las letras.  Cuando un ser humano nace,  recibe el legado del  universo de las ideas y paradigmas del momento.

Las ciencias sociales desde el paradigma positivista  pretenden  describir teóricamente el mundo social,  como orden dado, creando para ello, un método y lenguaje universales, que las individualizan y les permitan analizar  la realidad social en su conjunto.

La teoría se pone al servicio de la comprensión y transformación de los problemas sociales,  no representando un valor en sí mismo;  siendo hija de ideologismos, prejuicios culturales y  paradigmas ya superados.

La realidad educativa es dinámica, interactiva y compleja, está conformada por aspectos éticos, morales, políticos y sociales que se prestan más a su examen desde planteamientos humanístico-interpretativos (sin que ello implique el abandono de técnicas  e instrumentos de carácter cuantitativo).

Por este motivo, aumenta el riesgo de imprecisión y subjetividad en las investigaciones, sin que por ello se deba  renunciar a ella;  sólo a través de la teoría bien fundamentada,  se logran jalonar procesos sociales que dinamicen la vida de las comunidades.

Diversos autores han hecho popular la idea de que un profesional en sentido amplio,  debe  relacionar la teoría y la práctica, debe ser capaz de estar siempre en contacto con las ideas más influyentes  en el pensamiento educativo,  y a su vez,  debe ser capaz de introducir mejoras en la práctica Carr, (1996).

Para los investigadores sociocríticos,  se debe desarmar cada parte de la teoría del concepto  para aproximarse a la realidad;  porque no es la teoría la que determina la realidad, sino,  que es a partir de las realidades,  que se puede empezar a teorizar.
Todo conocimiento y saber expresan una interpretación;  la teoría es un recorte de la realidad, que cada día se  va complejizando  más,  al incursionan en diversos terrenos investigativos.

La teoría tiene otro importante papel;  éste consiste en  orientar el diseño investigativo, en la medida en que influye en la decisión de las preguntas e hipótesis que orientarán el trabajo, el tipo de información pertinente a la investigación y las fuentes relevantes en que se fundamentará ésta.

Como lo manifiesta Torres (2004),  en su obra   “La construcción del Objeto y los Referentes Teóricos”, la teoría opera como marco de interpretación de los datos obtenidos, estableciendo las posibilidades o límites de sentido, guiando su lectura y relacionándolos con el acumulado de conocimientos existentes.

La apropiación de la realidad se corresponde con una ampliación de la subjetividad, pues la relación que se establece con aquélla,  no consiste estrictamente en formular proposiciones en las que se contengan afirmaciones de propiedad que deban ser constatadas, sino en vislumbrar las que sean posibles,   y lo que  con ellas se puede hacer.

 Se busca  un hombre cuestionante, que no se quede en un punto, en una recta,  sino en la imagen que conforman dichos elementos,  y todas las infinitas  posibilidades que le brindan dichas formas,  para recrear y transformar su realidad.
Zemelman H. (1992) propone superar la diferencia entre existencia y significado, entre hecho y saber, transformando la subjetividad en un nuevo horizonte de realidad posible de convertirse en contenido de nuevas experiencias, significa el rescate del sujeto como forjador de rumbos,  en el marco definido por lo necesario que contiene una diversidad de sentidos,  en tanto opciones posibles de realidades.

En cuanto a las visiones de la realidad y lo respecta al hacer (valórico y opcional), se puede afirmar,  que ambos cumplen una función en la relación de apropiación, aunque ponderada de manera diferente. El hacer o producir de los modelos teóricos o conceptuales,  tiene un papel de carácter altamente  gnoseológico, planteando problemas de orden conceptual que deben ser remitidos al plano de la acción,  una vez que se hayan podido abordar.

Constituye un imperativo gnoseológico y volitivo para construir lo inédito. Ello supone no aceptar quedarse dentro de la estabilidad guarnecida por los límites; por el contrario, se plantea la obligación de embestirla en la búsqueda de una utopía, representada en la lucha por una conciencia protagónica, y así poder avanzar para enriquecer la apropi- acción de la realidad, aprobada como horizonte que desafía el nuevo objeto a la voluntad consciente.

Para un uso de la teoría que sea históricamente adecuado, se debe distinguir entre el pensar teórico, que alude a la formación de las categorías de análisis, más que a la formulación de enunciados de contenido sobre la realidad,  y el pensar constitutivo del razonamiento teórico, que  expresa el esfuerzo para aprehender el cambio de la realidad en todas sus formas y en todas sus escalas de temporalidad y de espacio.

Las exigencias cognitivas que plantea el sujeto cuando se le concibe como producente,  obligan a articular dimensiones desde la perspectiva temporal del momento y de la secuencia, lo cual quiere decir,  que se tiene que destacar la dimensión del movimiento interno,  por encima de las condiciones externas, aunque ambas dimensiones estén articuladas (necesidades y  posibilidades de viabilidad).
La construcción de conocimiento problematiza el conocimiento acumulado de saberes y disciplinas,  al posibilitar su apertura hacia nuevas realidades, partiendo de la misma  realidad, apoyándose  en las premisas de la objetividad,  que obliga a traspasar el contenido de las organizaciones conceptuales establecidas.

La coyuntura socioeconómica, cultural y política, plantea el desafío metodológico que permite un proceso de  construcción conceptual articulado a las complejas e ilimitadas posibilidades del dinamismo  estructurador y desestructurador, cuestionante de sus prácticas, ideologismos y apegos políticosociales, procurando con dichas cosmovisiones y praxis, dinamizar cambios de paradigmas y concepciones del mundo y  sus obsoletos modelos;  para lograr tan encomiable tarea, al sujeto cognoscente y ontológico,  le debe asistir el beneficio de la  duda y una lucha permanente contra la enajenación social.

Para  Jiménez y Torres (2006),  la teoría permite, en cierto modo, mirar los hechos, organizarlos y representarlos conceptualmente, pues facilita la organización de la información y hace explícita la simultaneidad. Permite construir un correlato o modelo conceptual apropiado al objeto de investigación o a los hallazgos del análisis, constituyendo  una base importante para la construcción de modelos conceptuales propios.

Los objetos de investigación se plantean más que un reflejo de la realidad concreta, como una construcción que realiza  el  investigador, en donde entran en juego los presupuestos teóricos y las referencias empíricas que hacen parte de la realidad; es desde allí,  que se produce  paso a paso,  la  construcción del objetos de estudio, enmarcado dentro de una teoría.

Es importante destacar que la teoría también orienta el diseño, en la medida en que influye en la decisión de las preguntas e hipótesis que orientarán el trabajo, el tipo de información relevante y las fuentes importantes, así como, parcialmente, en la definición de criterios para organizar y analizar la información.

Igualmente ha de señalarse que la teoría opera como marco de interpretación de los datos obtenidos, estableciendo las posibilidades o límites de sentido, guiando su lectura y relacionándolos con el acumulado de conocimientos existentes.

El replanteo teórico y el escepticismo acerca de la significación social de la  investigación educativa no implican, obviamente, que no existan problemas que deban ser investigados o que haya un debilitamiento de la capacidad investigativa de los científicos de la educación.

Aspectos importantes al momento de teorizar,  son  entre otros,  las carencias en el conocimiento,  y la actividad de investigación —a pesar de la falta de recursos, los problemas institucionales y todos los elementos que comúnmente se encuentran en los diagnósticos de la situación de la investigación educativa— son realmente relevantes para dificultar o viabilizar el proceso de construcción teórica.

Otro aspecto que debe destacarse en este análisis de construcción teórica,  a nivel de la investigación educativa, es la ausencia de paradigmas fértiles,  lo cual provoca, sin embargo,  un alto nivel de atomización en los esfuerzos que se realizan y una baja capacidad de acumulación en los conocimientos que se producen. De esta forma, los resultados generados en el marco de  paradigmas conocidos, no agregan elementos significativamente novedosos al conocimiento ya acumulado,  y los resultados (o los problemas) que se apartan de estos paradigmas,  quedan dispersos y carentes de una estructura teórica que los integre en forma coherente.

Obviamente, la carencia o la producción de paradigmas científicos,  no es un problema individual, ni sujeto a la voluntad de los científicos. El conocimiento se genera socialmente y el conocimiento educativo no se aparta de esta regla. Tadesco, (2014).

Miguez P. (2010) plantea  que en ese proceso de producción teórica,  ha de tenerse presente la figura del Estado,  como productor de relaciones de poder, dominación, el cual transversalmente determina todos los procesos  que se dan en sociedad,  sin que de él  pueda escapar el investigador educativo y su producción teórica.

 Para lograr entender tal dimensión,  plantea que el Estado no es sólo la “sociedad política”, la parte de la “estructura” que se encarga de la coacción legal,  sino también la “sociedad civil”, los organismos privados que producen “consenso”, que transmiten la hegemonía de las clases dominantes,  poseedoras del monopolio intelectual y moral, la dirección ideológica de la sociedad y no sólo de la supremacía económica. En síntesis, el Estado de acuerdo con esta perspectiva,  es sociedad civil,  más sociedad política, hegemonía revestida de coerción.

Estado es una categoría estructural,  cuyo carácter capitalista no depende de las personas que dirigen su acción ni de quienes se benefician con las políticas estatales, el capitalismo monopolista de Estado,  le asigna  al Estado un rol similar al de las teorías instrumentalistas.

La intervención cada vez más grande del estado para mantener la dinámica de la acumulación,  debe explicarse más claramente, y la administración de los conflictos de clase,  deben encontrar una teorización más acabada,  que la propuesta por las tesis que simplemente introduce algún tipo de explicación política a los tradicionales enfoques economicistas del capitalismo.

Es así, como la lucha de la humanidad desde que se inició la acumulación de riqueza,  ha sido la de la lucha de clases;  la clase obrera tratando de asegurarse  un lugar,  frente a explotación capitalista,  que entró en crisis desde la primera guerra mundial,  utilizó paliativos para salir bien librado,  adoptando políticas neoliberales, librecambistas, globalizantes,  como intento fallido  para salir de éstas, lo cual agravó su situación,   porque  en  tal intento,  en la mayoría de los casos,  terminó por socavar  la economía de sus países satélites.

Para comprender qué funciones cumple el Estado,  es necesario plantearse ante todo la pregunta sobre ¿qué es el Estado y cómo funciona?
La forma Estado es una relación social de dominación,  pero también sus aparatos, sus instituciones, sus políticas,  forman un conjunto  con múltiples facetas, a las que cada enfoque presta particular atención y que obligan a establecer relaciones entre lo económico y lo político.

El debate contemporáneo sobre la naturaleza del Estado ha sabido superar la división tajante entre lo económico y lo político que pretenden establecer las ciencias  sociales. Los enfoques propuestos desde Marx a los escasos defensores actuales del marxismo;  sustentan la caracterización de la  presente situación,  desde una actualización de la discusión sobre la naturaleza del Estado capitalista, lo que amerita una revisión de los debates clásicos.

La teoría crítica surge para promover un entendimiento de la situación histórica y cultural de la sociedad,  con el propósito de generar acciones  en torno a una transformación de ésta. Los cambios que ha sufrido la  sociedad como consecuencia de las distintas relaciones de poder y  opresión, la globalización y las distintas problemáticas que la aquejan,   han provocado que distintos autores propongan un replanteamiento de  ésta, lo que influye en el proceso de investigación cualitativa que se desarrolla bajo esta perspectiva.

La teoría crítica ofrece un esquema de trabajo que supera la simplicidad, los estereotipos idealistas y la rigidez de las conclusiones e interpretaciones convencionales sobre el progreso del conocimiento científico en el ámbito social.
 El investigador crítico observa los hechos desde la perspectiva marcada por el momento histórico, cultural y social de su tiempo, los cuales deben ser observados en sus potencialidades y significados para ser comprendidos en el contexto social e histórico en que se produce.

 Una investigación educativa cualitativa, bajo una perspectiva crítica, debe avocarse entonces,  a abordar el hecho educativo desde la visión de los actores involucrados en éste y en el momento en que se desarrolla. Esto posibilitaría una adecuada comprensión y  teorización de acontecimientos, conductas y hechos que se presentan en educación.

Desde esta perspectiva, los docentes deben incentivar estrategias para la emancipación de estos grupos, hacerlos partícipes de toda propuesta de cambio educativo y social y de la lucha contra el status quo que ha afectado a la humanidad.
El objetivo debe ser mejorar el proceso educativo,  mediante su entendimiento “interno”, por lo que se necesita construir una teoría crítica de la educación que ayude a la acción educativa, planteé propuestas viables y reales, adecuadas a la sociedad y no simplemente “recetas educativas” que favorecen solo a unos pocos. Es decir, se necesita tanto de una teoría  crítica para la práctica,  como de una teoría que construya la práctica. Ese sería el reto. Gamboa, (2011).

Finalmente,  la investigación social, caracterizada por ser una investigación abierta,   demanda una actitud y disposición científica fundada en criterios de moralidad razonada. Todo acto investigativo es un acto moral, racional y comprometido, por lo que se requiere de esa disposición para la acción,  desde el reconocimiento de la voluntad para actuar y, por ende, para la transformación social. En efecto, la investigación por ser un acto racional,  sugiere un sentido moral acompasado con los procesos que deriva, por lo que es inevitable hablar de ética investigativa; tema que se sugiere para otra discusión. Meléndez (2006). 


  1. Conclusión
Las teorías se utilizan básicamente para permitir la construcción de los objetos de investigación, orientar la definición de los diseños de investigación, apoyando el análisis e interpretación de la información.
Los objetos de investigación en la actualidad,  se conciben, no como un reflejo de realidad concreta,  sino como una construcción del investigador, mediada entre sus presupuestos teóricos y las referencias empíricas de la realidad.

Con el lenguaje y la investigación se abre una salida a esta paradoja desesperanzadora, permitiendo discernir,  cómo en tales quiebres,  se encuentra presente una necesidad de realidad, ya que el problema de base,  es si la cultura constituye un límite que envuelve, manipula y absorbe,  y cómo salir bien salvados,  estando inmersos en ella,  siendo producto de la misma.

Sustraerse de las configuraciones tradicionales,  conduce indefectiblemente, a la descomposición de los objetos;  la historia de los rompimientos parametrales, sea en la ciencia, en el arte u otras manifestaciones, esconde el secreto de la capacidad misma para poder imponerse sobre la inercia, representando  una conciencia protagónica que se plantea como reto a todo ciudadano de la comunidad internacional,  y de forma especial a todo investigador social.   

El investigador tiene el deber de articular su trabajo a la estructura social, desentrañando de forma aguda,  las relaciones de poder que se establecen en su investigación, la utilidad que se le dará a su trabajo,  evitando ser un objeto más de la explotación;  para las clases que detentan el poder, es tan valioso el oro,  como los ideólogos que con sus teorías,  les perpetúan en el Estado,  por ellos creado.

La clase burguesa procura en todo momento,  asegurarse una posición de privilegio para explotar cualquier forma de trabajo, incluso la del investigador,  la cual, vigilan celosamente,  como parcela de su pequeña burguesía, para perpetuar  su tiranía, garantizando su ideología y la consecuente  sumisión de las masas y colectivos sociales.
El ser humano expresa su interioridad,  mediante manifestaciones sensibles y toda expresión humana sensible, refleja una interioridad. No captar, por tanto, en una manifestación, conducta, hecho histórico o social esa dimensión interna, equivale a no comprenderlo.

La investigación y la innovación educativas,  constituyen quizás,  las alternativas de mayor consistencia para la sustentación de la anterior  tarea, y de las propias de un sistema educativo, inserto en continuas dialécticas y transformaciones,  mediante las cuales, dicho sistema pretende alcanzar, de mejor manera, los objetivos que se ha propuesto.
Ambas pueden contribuir a favorecer el desarrollo del sistema educativo y la calidad de la educación que éste ofrece, sin embargo, no puede afirmarse que lo hagan exactamente de la misma manera.

Ciertamente, se trata de una afirmación que requiere de análisis, éste permite considerar que, desde un punto de vista, el investigador en educación,  está siempre interesado por que las prácticas educativas ocurran cada vez de mejor manera; si las analiza, si las describe, si las explica, si las representa,  a través de modelos, en el fondo tiene la intención de que un mayor conocimiento acerca de ellas conduzca, tarde o temprano, a una transformación positiva en las mismas; esto pudiera ser el sentido,  de lo que se denomina como actitud de innovación educativa, una especie de fin último,  con el cual se realiza la investigación en educación, aunque no necesariamente,  cada investigación realizada culmine de manera inmediata,  con una innovación.

Si la investigación se convierte realmente en el sustento natural de las innovaciones en educación, el sistema educativo encontrará en la vinculación investigación-innovación, una de las fuerzas transformadoras que tanto necesita.

3.    Bibliografía
Torres,  C. (2004).  La construcción del
Jiménez y Torres (2006). La práctica Investigativa en Ciencias Sociales. Bogotá Colombia. Universidad Pedagógica Nacional.
Miguez,  P. (2010) El debate Contemporáneo sobre el Estado en la Teoría     Marxista, su relación con el desarrollo y la crisis del Capitalismo.  Universidad de Buenos Aires.
Melendez, L. (2006). Propuesta estructural para la construcción metodológica en investigación cualitativa como dinámica del conocimiento social.
Carr, W. (1996). Una teoría para la educación: Hacia una investigación educativa crítica. Madrid: Morata.
Freire, Paulo. 1988. “La educación como práctica de la libertad”. Siglo XXI Editores, méxico.
Tadesco, J, C. (2014). Los paradigmas de la investigación educativa: UNESCO.
Gamboa r. (2011). El papel de la teoría crítica en la investigación educativa y cualitativa. Revista electrónica diálogos educativos.
Disponible en:
file:///C:/Users/DANIEL%20GOMEZ/Downloads/Dialnet-ElPapelDeLaTeoriaCriticaEnLaInvestigacionEducativa-3931278%20(1).pdf
Droysen, G. (1858). "Grundriss der historik", en K. O. Apel. Die Erklären: Verstehen Kontroverse in Transzendentalpragmatischer Sicht. Suhrkamp, Ffm., citado por Mardones, José Ma. y N. Ursúa (1994). filosofía de las ciencias humanas y sociales. Materiales para una fundamentación científica. Fontamara, México, p. 23.
      Zemelman  (1992).  Los Horizontes de la Razón. Barcelona: Anthopos.






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