jueves, 18 de diciembre de 2014

El Valle de Aná


Oscuridad, mucha oscuridad
habitó la gran ciudad, 
dolor mucho dolor
se paseó, tranquilo
por cada rincón 
en medio de la tempestad.

Cada esquina, 
cada cuadra,
cada barrio, 
cada heredad,
se tragó el 
recuerdo púrpura,
caliente, muy caliente
de las  frágiles flores,
que dejaron caer sus pétalos
antes de marcharse
de  su amado Valle  Aná.

La morgue se negó a recibir 
una más,
 San Pedro,  el Universal,
 y San Lorenzo de Aburrá,
no tuvieron fosa común
 para dejarles
 en su eterno sueño
reposar.
No había un lugar para ellos
en su  huérfana
 ciudad.

Y de repente...
 todo se llenó 
de luz, color,
y mucha felicidad,
les había sorprendido 
la gigante llama 
de la Navidad.

La lluvia de metal
que traspasó el cristal,
dejó que desfilara
la intermitente lluvia
de la esperanza
para aquellas almas 
que sigilosamente
 aguardaban
que floreciera
la barita de San José 
en su amado Valle de Aná.





















































































































































































































































































































flor del nardo La flor del nardo o vara de San José