Ingenuo pajarillo,
abriste para volar
tus frágiles alas
y caíste en una caja,
cuando aún
no se replegaban
tus
pequeñas alas,
cuando apenas
tu cuerpo emplumaba.
Impaciente esperabas
al papa, a la mama,
que
tanto tardaban,
para que te regresaran
a tu tierno nido
en el copo de una rama.
Casi sin darte cuenta,
esperando el nido, el grano,
la paja, al papa, a la mama,
que tanto tardaban,
caíste en el cálido cuenco,
de una bella dama,
que desprevenida,
por aquellos lados,
presurosa pasaba.
presurosa pasaba.