Donde empieza a morir la belleza, la frescura de la vida, nace el artista para inmortalizarle en la memoria de la humanidad.
Entrégame esas
manos
amplias,
inmensamente grandes
de tanto trabajar.
Entrégame esas
manos
cansadas,
deseosas de
acariciar un pan.
Entrégame esas
manos tejedoras
de cuentos e
historias,
esas manos
milagrosas.
Manos de mazo, que
parten el hierro y el cemento,
entrégame esas
manos doradas, de tanto arar,
manos que esculpen
el trigo que se va hornear.
Entrégame esas
manos
que necesito sentirlas,
porque hoy las quiero acariciar,
porque hoy las
quiero besar.
Entrégame esas
manos dibujadas de ramales
para perderme en
su espesura,
para remontarme a
las alturas,
entrégame esas
manos
que hoy mis penas
quiero calmar.
|