lunes, 4 de noviembre de 2013

Era el papá, era la mamá

Era  el padre,
era la madre,
enseñaba la virtud,
enseñaba a pensar.
Trataba incansable
que sus pequeños
no sintieran en casa
la ausencia de mamá.
¡Cuántos esfuerzos
 por llenar cada espacio
de vacío de su hogar,
para colmar  su colegio
de felicidad!
fiestas de disfraces, dulces,
¡una entrega total!
para poder sus hijos cuidar.
A todos quería
 una sonrisa arrancar,
y muy dentro de su corazón,
la desesperación acosaba,
había que pagar la luz, el agua,
había que mercar.
Pague aquí, mande allá,
corra de aquí para allá,
porque eres el papá,
porque ya mamá no está,
porque nos debes cuidar y alimentar,
 porque nos debes la ropa
lavar y planchar,
 porque somos pequeños
y la mamí no volverá.
El pequeño que enfermaba,
y papá desesperaba,
¡cuánta, cuánta falta
 hacia en casa mamá!
pero allí estaba papá,
 que le haría sanar,
¡qué bello papá!
Aunque los pequeños lloraran
al colegio siempre irían,
 tendrían un caramelo,
 un abrazo y un dulce beso de papá;
 estudiarían y se alimentarían,
 se harían grandes hombres y mujeres,
porque  siempre trabajando,
 haciendo milagros,
lavando, planchando,
cuidando a chicos y grandes,
enseñando a vivir y a pensar,
a otros universos,
de otros papás,  de otras mamás,
robando sonrisas,  aunque por dentro
 se le escurriera el salado océano,

 a su lado siempre tendrían a PAPÁ.