martes, 5 de enero de 2021

Claroscuro. Vivencias en la grúa. Parte 1. Frontera. Silvia María Acosta Ruiz (La héroe de la grúa)

 


https://www.tvn-2.com/nacionales/taxistas-infringieron-circulacion-removidos-Arraijan_0_5547945215.html


                                      Fronteras invisibles perduran en Bello

                  https://www.elcolombiano.com/antioquia/fronteras-invisibles-perduran-en-bello-AF8263354


Son las doce de la noche, una noche fría y un poco abrumadora, el teléfono repica de una manera intensa de esas que retumba en la cabeza, contesto y la asesora de la aseguradora me pregunta si podemos hacer un servicio de grúa, nos dice que hay un taxi varado detrás de la cárcel de Bellavista en Bello; este es un municipio cercano a Medellín Colombia, el cual tiene un panorama social digamos… bastante crudo en algunos sectores. Pues en aquellos tiempos trabajábamos  para las aseguradoras que aunque pagaban muy poco por los servicios de grúa a sus proveedores, la realidad era que había que trabajar ya que el banco no daba tregua y fue así que después de unos segundos asentimos y le dijimos que si a la asesora y emprendimos el viaje en la grúa, mi esposo como conductor y yo como su ayudante, algo poco usual.

En el trayecto expresamos nuestros temores por la hora y el lugar tan peligroso para dónde íbamos, pero continuamos, las calles para bien o para mal se veían muy solitarias, de nuevo el teléfono repicó y era la operadora para ponernos en conferencia con el cliente, él nos dijo que si nos demorábamos mucho, pero yo le dije que en unos minutos llegábamos al lugar.

Llegamos al lugar en un sector denominado La Gabriela detrás de la cárcel, como les dije anteriormente,  y allí  dentro del taxi un joven de aproximadamente veinte años, la misma edad que en aquel tiempo tenía mi único hijo, de inmediato noté en su rostro el reflejo  producido por la angustia y el miedo juntos en su máxima expresión, Él se baja de inmediato con movimientos que denotaban un nerviosismo absoluto y nos dijo con voz temblorosa que hace veinte minutos “los muchachos"  le habían dicho que quitará ese carro de ahí que estaba en una frontera invisible y que si no lo quitaba lo “pelaban” expresión de la jerga urbana sinónimo de quitar la vida de manera violenta, y que el carro no le encendía y estando  pendiente no era capaz solo de empujarlo. Fue así que entendí el temor de aquel joven, porque lastimosamente en estos barrios existen unas fronteras imaginarias donde grupos que operan al margen de la ley gobiernan y la policía no tiene control de estos,  y al que no acepte sus preceptos lo matan o como ellos dicen lo “pelan”.

Nos miramos, lo miramos y a pesar de que también sentimos temor de que esos delincuentes volvieran a pasar vimos en aquel muchacho  a nuestro hijo de alguna manera, quizás a nuestro hermano, a nuestro primo o vecino, nos armamos de valor y decidimos con velocidad y agilidad casi frenética por los nervios bajar el equipo de la grúa, asumiendo todo con el único y firme propósito de sacar aquel joven en el menor tiempo posible de allí, gracias a Dios y al trabajo en equipo,  logramos subir y asegurar el carro en cinco minutos (en promedio y en condiciones normales esta labor puede tardar mucho más de 20 minutos) y  luego nos fuimos de aquel lugar y lo llevamos a una urbanización en Itagüí donde el residía. No sin antes comentarnos que apenas llevaba dos días trabajando ese taxi y que en ese momento que lo amenazaron pensó que iba a morir, y que lo único que le pasó por su mente fue pedir ayuda a Dios  y cuando nosotros llegamos sintió como si fuéramos unos ángeles enviados por Él, además de  que ninguna grúa estaba disponible por la hora y el lugar tan peligroso donde se varó, la paradoja de las oportunidades  donde la necesidad de unos se convierte en la salvación de otros.

Al final saber esto nos reconfortó mucho pues haberle ayudado, hace entender que las pequeñas acciones generan los más grandes resultados y evitamos que le ocurriera  algo malo a aquel jovencito y eso fue lo más importante, quizás el mayor de los pagos… el deber cumplido, pues si no vives para servir no sirves para vivir… algo muy olvidado por esta sociedad moderna.

Tristemente vivimos en Colombia un país  con  ciudades que tienen unos barrios donde la ley la tienen los grupos ilegales que siembran a su paso solo  terror y muerte.

Un Medellín estigmatizado por Pablo Escobar, un Medellín claroscuro  con sus luces y sus sombras que trata de reflejar ante el mundo que Medellín ha cambiado, que sólo es  flores, emprendimiento, innovación, que es la tacita de plata, pero  todo esto contrasta  con una realidad muy oscura que  pocos muestran, pero que en el corazón de los antioqueños todos sabemos.

Medellín y muchas ciudades de Colombia  también son hambre, pobreza, prostitución, violencia, drogas y  falta de oportunidades, donde hay corrupción en  sus gobernantes, donde los jóvenes de las comunas pobres muchos de ellos consumidores de drogas psicoactivas solo anhelan tener ropa de marca, un arma, una motocicleta de alto cilindraje y tener el dinero para conseguir todo aquello, no importando si para ello se tengan que unir a grupos ilegales ya sea de forma voluntaria o bajo amenazas a  ellos y a sus familias.

A diario  matan líderes sociales que su único fin es el de ayudar a salir a  todas estas personas del atolladero en el que encuentran, razón por la cual los asesinan o los desaparecen.

Quisiera que algún día todo esto cambiara pero va a ser muy complicado, empezando que la televisión nos bombardea a diario con  series de narcos donde nuestras futuras generaciones se están creando en su imaginario falsas ideas de mundos donde la droga atrae riqueza, poder y destrucción, de alguna manera la sobrepoblación nos lleva a un hacinamiento que no justifica la delincuencia pero si la alimenta.

Si las cosas  siguen así  estaremos una y otra vez condenados a repetir la misma historia, tal cual como ratas en el universo 25, porque aunque los paisas nos ufanamos de pujantes, trabajadores y verracos, estas condiciones degradan cada vez más nuestra agonizante sociedad.

Por favor tengamos siempre presente  que las pequeñas acciones generan grandes resultados, acompañemos más a nuestros hijos, tratemos de ser mejores personas.

Que en conjunto hagamos que  este claroscuro Medellín lo enciendan  las luces de la esperanza, transformación  y justicia social.


Autor

Silvia María Acosta Ruiz

Seudónimo

 Mandarrana


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