viernes, 8 de enero de 2021

CLAROSCURO VIVENCIAS EN LA GRUA. PARTE 2. DESAFIO, Silvia María Acosta Ruiz, La héroe de la grúa


Lo que cuesta es lo que nos hace grandes.






A veces los temores nos invaden, se apoderan de nosotros y no nos permiten avanzar en la vida. Tal vez estos son heredados, infundados o adquiridos por experiencias negativas, pero el caso es que esa sensación  que invade tu cuerpo y en especial tu mente si no la vences puede truncar toda tu vida.

En mi niñez fui siempre una niña tímida, tal vez por haber recibido maltrato físico y psicológico, sentía temor de hablar, de socializar, de perder y de muchas cosas más. Estas sensaciones no me permitían tener una vida social normal y a pesar de ser buena estudiante me frustraba de una forma increíble no tener amigos, no poder participar  en las clases, etc. Pero ya terminanda mi escuela primaria tuve la fortuna de tener un gran profesor “un gran maestro” el profe Francisco que me dio muchas lecciones de vida, pero la más importante fue la clave para vencer mis miedos. Él me decía si tienes miedo de hablar habla y habla mucho, pero mucho no importa que te equivoques, que se burlen de ti, que se te enreden las palabras pero hazlo y veraz que poco a poco lo vencerás, porque lo más importante y el mayor desafío para vencer tus miedos es enfrentarlos no importa cuántas veces lo intentes llegará el día que por fin lo logres y pues… parece que si lo logré porque mi esposo dice que parezco una lora que si me tapan la boca me salen letreros por los codos, sin embargo muchas personas han disfrutado de largas y refrescantes conversaciones, obviamente dejando el ego de lado pues para hablar hay que saber con quién, de qué y muy importante cuando, esa es la clave.

Continuando con parte de mi historia ahora tengo un hijo el cual adoro con toda mi alma, es mi orgullo, mi confidente,  y como siempre se lo he dicho a él “mi pepe grillo” haciendo alusión al cuento de las aventuras de Pinocho, porque la función de este era la de ser consejero de Pinocho, y de igual forma, mi hijo por su madurez mental, su buen sentido común, por su sinceridad, porque  sin ningún temor (sin pelos en la lengua) me  dice que tiene luz o que tiene sombra, que es bueno o malo… dulce o salado, de alguna manera, siempre puedo contar con su sensatez, porque me cuestiona  y está siempre dispuesto cuando acudo a  él y a sus acertados consejos .

Él ha enfrentado muchas situaciones en su vida como lo fue el bullyng recibido en su niñez por parte de sus compañeros de clase, por los vecinos y hasta por la familia de mi esposo,  que lo sometían  a burlas, insultos, palabras mal intencionadas, agresiones físicas, buscando así producir en él que se sintiese feo, poquita cosa, pobre y lo más grave de  todo esto, ocasionándole mucho daño tanto mental como físico; todo por el simple hecho de que tenía gafas, era gordito y no estábamos en el mismo nivel económico que estos chacales consanguíneos. Pero todo esto cambio gracias al ingreso en la universidad de Antioquía donde él entendió que valía mucho, porque allá es como un mundo aparte y distinto, donde vales por tu conocimiento y no por tu forma de vestir, tu estrato social, tu color de piel o tus preferencias. Allí él experimentó una metamorfosis en la cual todos sus miedos, complejos fueron eliminados y se transformó física y mentalmente en un ser muy integral con una gran personalidad.

Sant se ha enfrentado a muchas situaciones difíciles pero se ha desafiado  a sí mismo  y ha logrado gracias a Dios  muchas cosas en su vida.

Cuando  Sant, como le digo por cariño,  apenas estaba aprendiendo a conducir tuvo un gran desafío, y fue así,  que en una ocasión,  cuando mi esposo sufrió un accidente,  en el cual se afectó su columna,  había que recoger en la grúa un carro de agencia que teníamos en un centro comercial en Medellín, ya mi esposo había acordado con un amigo para que este manejase la grúa e hiciese el servicio, pero faltando unos minutos este lo llamó y le confeso que él definitivamente no era capaz de conducir un carro tan grande (la grúa mide aproximadamente nueve metros de largo y un peso de cuatro toneladas), que el sólo pensar en ello le producía terror. En fin había que sacar ese carro porque tendríamos problemas con la agencia y por consiguiente perderíamos el contrato con esta, nos angustiamos mucho, pero de repente Sant exclamó y si lo recojo yo, pues nos miramos y sin titubear yo le dije vamos. Mil cosas pasaron por mi mente pero había que vencer los miedos y enfrentarlos, al muy estilo guerrero de Rocky Balboa.

Me senté a su lado e iniciamos al viaje enfrentando la vida y lo que se interpusiese. Allí pude observar en Sant un gran guerrero, vencedor de mil batallas, valiente ante cualquier adversidad, inmerso en un claroscuro mar de emociones, donde las sombras de todo aquello que le hizo daño, lo transformaba en coraje y valor para hacer las cosas y me sentí muy orgullosa de saber que cuando tienes fe y confías en alguien,  no importa qué relación tengas con éste,  puedes hacer milagros en su vida.

Todo salió perfecto, sin ningún contratiempo, él condujo la grúa como si fuera un gran piloto y después de esta situación ya se han presentado  otras ocasiones y él lo ha vuelto a hacer, algo que también trato de aplicar en mí, en cada momento difícil.

En pocas palabras si tienes miedo… canta, grita…haz lo que tengas que hacer enfrentando ese miedo,  para convertirlo en valor, porque ser valiente no es no tener miedo si no saberlo enfrentar… y porque como Rocky lo decía en la película, “no importa que tan duro golpees en tu batalla, importa que tan duro te golpee la vida a ti y que tengas la fuerza una y otra vez para volverte a levantar y seguir luchando”.


Autor

Silvia María Acosta Ruiz, 

La héroe de la grúa

Seudónimo

MANDARRANA.

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