Lo que cuesta es
lo que nos hace grandes.
En mi niñez fui siempre una niña tímida, tal vez por haber
recibido maltrato físico y psicológico, sentía temor de hablar, de socializar,
de perder y de muchas cosas más. Estas sensaciones no me permitían tener una
vida social normal y a pesar de ser buena estudiante me frustraba de una forma
increíble no tener amigos, no poder participar en las clases, etc. Pero ya terminanda mi
escuela primaria tuve la fortuna de tener un gran profesor “un gran maestro” el
profe Francisco que me dio muchas lecciones de vida, pero la más importante fue
la clave para vencer mis miedos. Él me decía si tienes miedo de hablar habla y
habla mucho, pero mucho no importa que te equivoques, que se burlen de ti, que
se te enreden las palabras pero hazlo y veraz que poco a poco lo vencerás, porque
lo más importante y el mayor desafío para vencer tus miedos es enfrentarlos no
importa cuántas veces lo intentes llegará el día que por fin lo logres y pues… parece
que si lo logré porque mi esposo dice que parezco una lora que si me tapan la
boca me salen letreros por los codos, sin embargo muchas personas han
disfrutado de largas y refrescantes conversaciones, obviamente dejando el ego
de lado pues para hablar hay que saber con quién, de qué y muy importante
cuando, esa es la clave.
Continuando con parte de mi historia ahora tengo un hijo el
cual adoro con toda mi alma, es mi orgullo, mi confidente, y como siempre se lo he dicho a él “mi pepe grillo”
haciendo alusión al cuento de las aventuras de Pinocho, porque la función de
este era la de ser consejero de Pinocho, y de igual forma, mi hijo por su madurez
mental, su buen sentido común, por su sinceridad, porque sin ningún temor (sin pelos en la lengua) me dice que tiene luz o que tiene sombra, que es
bueno o malo… dulce o salado, de alguna manera, siempre puedo contar con su
sensatez, porque me cuestiona y está
siempre dispuesto cuando acudo a él y a
sus acertados consejos .
Él ha enfrentado muchas situaciones en su vida como lo fue el
bullyng recibido en su niñez por parte de sus compañeros de clase, por los
vecinos y hasta por la familia de mi esposo, que lo sometían a burlas, insultos, palabras mal intencionadas,
agresiones físicas, buscando así producir en él que se sintiese feo, poquita
cosa, pobre y lo más grave de todo esto,
ocasionándole mucho daño tanto mental como físico; todo por el simple hecho de
que tenía gafas, era gordito y no estábamos en el mismo nivel económico que
estos chacales consanguíneos. Pero todo esto cambio gracias al ingreso en la universidad
de Antioquía donde él entendió que valía mucho, porque allá es como un mundo
aparte y distinto, donde vales por tu conocimiento y no por tu forma de vestir,
tu estrato social, tu color de piel o tus preferencias. Allí él experimentó una
metamorfosis en la cual todos sus miedos, complejos fueron eliminados y se
transformó física y mentalmente en un ser muy integral con una gran
personalidad.
Sant se ha enfrentado a muchas situaciones difíciles pero se
ha desafiado a sí mismo y ha logrado gracias a Dios muchas cosas en su vida.
Cuando Sant, como le
digo por cariño, apenas estaba
aprendiendo a conducir tuvo un gran desafío, y fue así, que en una ocasión, cuando mi esposo sufrió un accidente, en el cual se afectó su columna, había que recoger en la grúa un carro de
agencia que teníamos en un centro comercial en Medellín, ya mi esposo había
acordado con un amigo para que este manejase la grúa e hiciese el servicio, pero
faltando unos minutos este lo llamó y le confeso que él definitivamente no era
capaz de conducir un carro tan grande (la grúa mide aproximadamente nueve metros
de largo y un peso de cuatro toneladas), que el sólo pensar en ello le producía
terror. En fin había que sacar ese carro porque tendríamos problemas con la
agencia y por consiguiente perderíamos el contrato con esta, nos angustiamos
mucho, pero de repente Sant exclamó y si lo recojo yo, pues nos miramos y sin
titubear yo le dije vamos. Mil cosas pasaron por mi mente pero había que vencer
los miedos y enfrentarlos, al muy estilo guerrero de Rocky Balboa.
Me senté a su lado e iniciamos al viaje enfrentando la vida y
lo que se interpusiese. Allí pude observar en Sant un gran guerrero, vencedor
de mil batallas, valiente ante cualquier adversidad, inmerso en un claroscuro
mar de emociones, donde las sombras de todo aquello que le hizo daño, lo
transformaba en coraje y valor para hacer las cosas y me sentí muy orgullosa de
saber que cuando tienes fe y confías en alguien, no importa qué relación tengas con éste, puedes hacer milagros en su vida.
Todo salió perfecto, sin ningún contratiempo, él condujo la
grúa como si fuera un gran piloto y después de esta situación ya se han
presentado otras ocasiones y él lo ha
vuelto a hacer, algo que también trato de aplicar en mí, en cada momento
difícil.
En pocas palabras si tienes miedo… canta, grita…haz lo que
tengas que hacer enfrentando ese miedo,
para convertirlo en valor, porque ser valiente no es no tener miedo si
no saberlo enfrentar… y porque como Rocky lo decía en la película, “no importa
que tan duro golpees en tu batalla, importa que tan duro te golpee la vida a ti
y que tengas la fuerza una y otra vez para volverte a levantar y seguir
luchando”.
Autor
Silvia María Acosta Ruiz,
La héroe de la grúa
Seudónimo
MANDARRANA.
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