sábado, 3 de mayo de 2014

Y vio el buen Dios




Y…  vio el buen  Dios que todo era hermoso,
que animales, plantas y hombre eran felices,
que hombre y mujer se complementaban,
que  disfrutaban afanosamente
  de cuanto pródigamente
la tierra les ofrecía para vivir.

 Entonces el Buen Maestro 
arquitecto y artífice del máximo acto creador, 
 se retiró a descansar,
pero su siesta pronto fue interrumpida;
el odio y codicia enfrentaron,
a esposo y esposa,
a  padre y madre,
 a hermano y hermana,
a  pueblos enteros,
que por el afán de llevárselo todo,
arrasaban plantaciones,
matándose unos a otros;
volviendo su paraíso,
un campo de concentración,
 una cámara de gas;
 escaseaban  el aire limpio,
las cristalinas aguas,
inundaciones, terremotos,
 pestes, guerras, se vivían y anunciaban.

Las cosechas se secaban, se inundaban,
sus animales morían,
las especies desaparecían día adía;
de nada le servía su intento desesperado  de clonarlos,
peor aún, todo  empeoraba,
el caos, la angustia, desesperaban su espíritu.

Una trampa mortal
que cada día amenazaba la vida
de plantas y animales,  y la destrucción
de quien  quisiera habitar el tan preciado planeta .

Un apocalisis para quienes tempranamente
 se los llevaba la guerra y la catástrofe.

Entonces el buen Dios descendió de su pedestal
en donde quiso descansar…
Y alargando su prodiga mano…
sin odio, sin rabia y rencor,
enseñó al temeroso y testarudo hombre,
a la astuta,  inquieta y seductora mujer,
  como habitar  esta tierra.

Aumentó la inteligencia del hombre y la mujer,
agregándoles  una dosis perfecta de amor…
bendijo cada especie animal y vegetal,
haciéndolas más resistentes…
Y elevando sus manos al cielo,
a hombre y mujer,
 les enseñó todos los universos
que podían  habitar,  y como llegar a ellos,
 como conquistarlos sin destruirlos,
como mejorar la vida en la tierra, recordándoles su primitiva esencia,
como recuperar la  ambicionada paz, su felicidad y tranquilidad,
como aproximarse de nuevo al paraíso perdido.

Entonces, marchó el buen artífice de la creación
a darse su merecido descanso,
una vez hubo terminado  su  gran lección:
Se llega más lejos cuando se construye así mismo
sin destruir al Otro, a los Otros;
cuando se comparten los frutos del acto creador…
Y ante todo,  cuando todos los esfuerzos para explorar este  infinito universo
se hacen en equipo,  compartiendo trabajo  y ganancias.
Siempre luchando para no caer en la ignorancia, el rencor, el odio,  la codicia
y… la envidia que son los constitutivos humanos
que le han impedido a la criatura humana, en su paso por esta tierra, 
 vivir en armonía con todas las especies y ser feliz.

El sueño humano de ser un animal superior,
 una raza superior,
para dominar el mundo, y sus criaturas, 
ha sido lo que le  ha llevado a su propia destrucción,
 y con ella,  a  la destrucción de lo más preciado,

¡Su Planeta!