Y… vio el
buen Dios que todo era hermoso,
que animales, plantas y hombre eran felices,
que hombre y mujer se complementaban,
que disfrutaban
afanosamente
de cuanto
pródigamente
la tierra les ofrecía para vivir.
Entonces el Buen Maestro
arquitecto y artífice del máximo acto creador,
se retiró a
descansar,
pero su siesta pronto fue interrumpida;
el odio y codicia enfrentaron,
a esposo y esposa,
a padre y
madre,
a hermano y
hermana,
a pueblos
enteros,
que por el afán de llevárselo todo,
arrasaban plantaciones,
matándose unos a otros;
volviendo su paraíso,
un campo de concentración,
una cámara de
gas;
escaseaban el aire limpio,
las cristalinas aguas,
inundaciones, terremotos,
pestes,
guerras, se vivían y anunciaban.
Las cosechas se secaban, se inundaban,
sus animales morían,
las especies desaparecían día adía;
de nada le servía su intento desesperado de clonarlos,
peor aún, todo
empeoraba,
el caos, la angustia, desesperaban su espíritu.
Una trampa mortal
que cada día amenazaba la vida
de plantas y animales,
y la destrucción
de quien quisiera habitar el tan preciado planeta .
Un apocalisis para quienes tempranamente
se los llevaba
la guerra y la catástrofe.
Entonces el buen Dios descendió de su pedestal
en donde quiso descansar…
Y alargando su prodiga mano…
sin odio, sin rabia y rencor,
enseñó al temeroso y testarudo hombre,
a la astuta,
inquieta y seductora mujer,
como
habitar esta tierra.
Aumentó la inteligencia del hombre y la mujer,
agregándoles
una dosis perfecta de amor…
bendijo cada especie animal y vegetal,
haciéndolas más resistentes…
Y elevando sus manos al cielo,
a hombre y mujer,
les enseñó
todos los universos
que podían
habitar, y como llegar a ellos,
como
conquistarlos sin destruirlos,
como mejorar la vida en la tierra, recordándoles su
primitiva esencia,
como recuperar la
ambicionada paz, su felicidad y tranquilidad,
como aproximarse de nuevo al paraíso perdido.
Entonces, marchó el buen artífice de la creación
a darse su merecido descanso,
una vez hubo terminado
su gran lección:
Se llega más lejos cuando se construye así mismo
sin destruir al Otro, a los Otros;
cuando se comparten los frutos del acto creador…
Y ante todo,
cuando todos los esfuerzos para explorar este infinito universo
se hacen en equipo,
compartiendo trabajo y ganancias.
Siempre luchando para no caer en la ignorancia, el
rencor, el odio, la codicia
y… la envidia que son los constitutivos humanos
que le han impedido a la criatura humana, en su paso por esta tierra,
vivir en
armonía con todas las especies y ser feliz.
El sueño humano de ser un animal superior,
una raza
superior,
para dominar el mundo, y sus criaturas,
ha sido lo que le
ha llevado a su propia destrucción,
y con
ella, a
la destrucción de lo más preciado,
¡Su Planeta!