Al otro lado en silencio, yace el cuerpo del olvido, de la exclusión del
ave que murió en el acto de emigrar, de
inmigrar, de amar; el cuerpo que no alcanzo a dar su cosecha y menos germinar.
CUERPOS
FRAGMENTADOS
Cuerpos fragmentados,
perdidos en el olvido,
reclamando justicia
en una esquina,
en el fondo de una
fosa común,
con los huesos del
coxis sosteniendo
un pantalón, no
pudiendo decir al tiempo adiós.
Cuerpos con la tibia
aún acomodada en
en unas botas Machita,
que nunca el suelo
pisaron,
sólo contaron para un
blanco positivo
antes de decir adiós,
su silencio fue
recompensa
que alguien en licor
consumió.
Cuerpos ajados por el
tiempo,
olvidados,
perforados,
desgarrados,
colgados, en
silencio,
tatuados, grabados,
robados al amor, al
dinero.
Cuerpos a los que la
vida
en un globo que nunca
voló
les robó sus sueños
de amor.
Cuerpos cargando
la dureza del asfalto
en la columna,
el olor a orina en
sus pupilas
el frio de la humedad
del opaco amanecer
metido en sus dientes
huyéndole a la gente.
Cuerpos robando una
sonrisa,
arrastrando el
reciclaje,
buscando en la basura
una caloría que
aliente
la esperanza del
nuevo día.
Cuerpos encapsulados,
blindados,
fosilizados,
cargados, cruzados
por el plomo y el
hierro.
Cuerpos de ambiciosa
carne,
ahogados, segmentados
agujereados, marcados
empacados, abusados
llevados, expulsados
lentamente por la
alcantarilla
del olvido y la
exclusión.
Cuerpos
atrincherados,
mancillados, cuerpos…
que ya no aúllan
no gimen, ni piden,
ni ríen, ni penan,
ni lloran, ni sueñan
con estrellas,
ni juegan con
casitas, muñecas,
ni tiran del cordel
de un carrito,
el mar, la tierra, ya
les hizo arena.
Cuerpos de payaso,
tan humano, de carne
de huso, que ya no
huele
a perfume, ni a
sudor,
porque se les ha
robado la ilusión,
porque en una noche
oscura, más oscura
que el dolor,
se les despojó de su
pudor.
Cuerpos flácidos,
gordos, anoréxicos
sucios, sórdidos,
alcoholizados,
envenenados, embarcados,
embazados, arrojados,
embarrados
y embazados por el
dolor
al otro lado,
donde el orgullo
tiende las rejas
del desamor, de la
exclusión.
Cuerpos que ya no
juegan
que dejaron partir en
un silbido
sus cometas.
Cuerpos encerados,
amordazados,
amarrados
al pote de infernal
hierro
donde solo cuelgan
las manos
por la hendija que
les recordaba
que eran humanos.
Cuerpos del teclado,
del celular,
de la oquedad,
del pasado, del
futuro,
que dejó caer su
fruto tierno
para morirse en el
húmedo suelo.
Cuerpos, solo cuerpos,
tan marchitos,
tan tiernos,
tan sensibles,
tan muertos,
tan humanos
cuerpos donde
ha hecho blanco
el dolor.