lunes, 8 de junio de 2015

Sin permiso




Sin permiso nació,
hizo desde pequeño lo que  mejor le pareció
infancia y adolescencia las vivió
como lo argumentó el buen Rousseau.

Poco le importó en su haber,
si el traje que bestia, estaba de moda;
en sus estudios,  el uniforme y las notas,
siempre fueron  omitidos, escapó de la poda.

Creció como rama torcida,  que solo  el viento enderezó,
haciéndole fuerte para resistir la falsedad
de una sociedad convencional,  la misma que nunca,
sus impulsos e ímpetu de libertad,  aprendió a regular.

Sin permiso, creció,  haciendo siempre lo que quiso,
fue poeta, profeta, amante; el ángel del Edén y del Hades,
saltó como el mismo Luzbel en la isla  de todos los Mares;
a nadie le temió,  porque se hizo mito en los huertos primaverales.

Rondó a  Oscar Wilde, metiéndose en el lienzo de Dorian Gray,
apareció en las comarcas paisas en los años 80 y 90,  como la Llorona,
buscando en las humildes moradas,  lo que tanto amaba,
hincando desesperada su mirada,  donde el oro formaba corona.

Sin permiso, sin ortografía, sin normas, atemporal, asexuada,
atravesaba los mares,  llevada por el canto de las aves;
no hubo rincón del mundo,  en que no hubiese hecho morada,
todos aprendieron a reconocer y a respetar, su singular imagen.

Aún vaga por espacios y tiempos inciertos,
porque se ha hecho criatura  sobrehumana,
corporal e incorporar, sin norma y sin moral,

viviendo  sólo su momento,  ¡Sin permiso!