Que no
se te ocurra
nunca
marcharte sin decir adiós,
porque
eres mi fiel amiga y compañía
en el
duro trasegar de mi paso por esta vida.
Que no
se te ocurra escaparte,
allá
donde mis ojos no te vean,
porque
segarán los mares con su sal mis ojos,
y mis
sueños inevitablemente de repente morirán.
¡Oh!,
bella muerte, déjame,
acariciar
delicadamente tu frente,
déjame,
decirte quedamente al oído,
que en
mis noches de dolor,
con
llanto en los ojos te llamo impaciente.
Moira
divina, que todo lo dominas,
embriágame
con tu esencia divina,
cúbreme
de gasa, algodón y flor,
antes
que mi agonía se alargue,
cuando
el horizonte brilla.
Nunca
encantadora muerte, mi conquista eterna,
dejes de
ser mi gran amiga en mis noches y días,
en mis pasos por esta travesía,
mira que
me has hecho adicta a tu fiel compañía.
Hoy, si
hoy, quiero tocar tus manos,
hoy
quiero que mis aguas serenamente
se
vallan apagando en calma, he ganado
la
carrera para mi merecido descanso.
Ven,
aproxímate, sigilosa, misteriosa hada,
con
aroma a bosque de Selva Negra,
¡Basta
de tentar más mi deseo!,
acércate,
que ya está mi vela encendida,
para
alumbrar los recodos de tu profunda morada.