jueves, 29 de agosto de 2013

Aún estoy viva

Aún estoy viva,
porque
siento hambre,
porque me lleno de llanto
cuando
el enigma de la belleza o el dolor 
empujan las puertas de mi corazón.
 
Cuando siento que mi mayor presidio
es este cuerpo,

cubierto de trapos y harapos,

cuando la daga fulminante,

del intruso sin permiso,

hurga en las entrañas de mi deseo,

de mis harapos,

aquello que he hecho lejano,

por ser lo único que he podido intentar

proteger en este mundo

artificiosamente vano,

acreditado en las argucias

de la falsedad y el engaño.

Aún estoy viva

porque aún digo no

cuando me apetece,

y me deleito en la soledad.

 
Porque los niños me enternecen,

los adolescentes me sorprenden,

y en el discurso de los ancianos, encuentro

algo misteriosamente cercano.


Aún estoy viva,

porque he aprendido a digerir el alimento

desde fuera y desde dentro,

porque he aprendido a escoger

mi mejor alimento,

mis pensamientos hechos sentimiento.