Déjame buscarte,
deja tu aroma,
envuelto en el rocío,
seguiré tu
huella
hasta alcanzar
el infinito.
Déjame buscarte,
siguiendo tú
recuerdo,
en los pliegues
de esta tierra,
en el
polvo, en la arena.
Déjame buscarte,
en el ruedo de
tu camisa,
en el bolsillo
del pantalón,
en los hilos que
unen la pretina.
En el eco de tu
voz
que navega furtiva en el aire,
en tu
sonrisa, que aún
se siente en el
helado
cuando cae.
Seguiré las
primaveras,
en las arenas,
en el polvo,
en la luna y las
estrellas;
sé que te
encontraré,
en una de ellas.
En lo frio, en
lo cálido,
en el sol,
en el aire
en la lluvia
cuando
en las mañanas
como gotas de roció
sobre mis pétalos cae.
En las flores y
mariposas,
cuando sus alas y pétalos abren,
en las semillas que
suben y caen,
en las aves que
desde sus nidos
cantan y vuelan
por los aires.
Déjame buscarte
en todo lo que arde,
en todo lo que cierra
y abre,
en todo lo que
hace parte de este viaje,
en lo que hace
parte de tu equipaje.