miércoles, 7 de octubre de 2020

El muy malicioso Coronavirus

 

                                       ¿A cuántos más te quieres en tus garras llevar?

¿Por  qué nos tienes aterrorizados, acaso no te ha llegado el momento de partir

para que en esta tierra dejemos de sufrir?












Malicioso y picaron,

valiente Coronavirus,

eres capaz de llevarte

desde el más grande,  al más

pequeño  antes de madrugarse.

 

Viniste para quedarte,

para encerrarnos en

casa sin compasión,

te pegas de todo  y nadie

 ha podido decirte adiós.

 

Hurgas acechante y meticuloso

los bolsillos, quiebra negocios,

rompes abrazos,  besos y caricias,

poniéndole fin a matrimonios y socios,

reviviendo la tragedia de la terrible Bastilla.

 

Diminuto, invisible, silencioso.

intruso que ataca por sorpresa,

de todo y todos te hace dudar,

nunca sacias tu apetito, te los  llevas

al más allá sin despedida ni  ajuar.


Ahhh!!! Virus intruso nos has confinado

tras una pantalla, nos has virtualizado,

 nos atrapas, despojándonos de la realidad,

arrasaste con  las rutinas aprendidas,

encarcelándonos en nuestro propio hogar.


El trabajo también quedó en casa,

el maltrato se hizo humano y animal,

la guerra esperaba en la esquina

la violencia en los dientes contenida

el tapaboca silenciando a todos no unía.


Llevaste la escuela a la casa, a la alcoba o a la sala,

dejaste sin enseñanza a los niños del campo y a los

que no tuvieron internet,  whatsapp, un  celular

o computador; ágil robaste a los niños la alegría

 de copiar, leer, saltar,  bailar y en descanso jugar.


Selectivo como ninguno, te ensañas en la fragilidad humana,

prefieres llevarte los pobres y enfermos  del capitalismo,

acoges a los citadinos, mayores, sin defensas y diabéticos,

te vas y regresas, has respetado las islas del lejano  Pacífico,

dividiste la historia, dejas sin  aliento, navegando en sotavento.


 Ya nos cansamos de tu terrible visita,

ya no te queremos más en este planeta,

déjanos  volver a disfrutar de las fiestas,

a recorrer esta  tierra con tranquilidad,

que retorne la felicidad y se vayan las deudas.

 

Respóndeme malvado Corona,  de dónde has salido?

¿Cuánto tendremos que esperar para que la vida en un

 santiamén se vuelva a normalizar  y volvamos a gozar?

¿Cuántos científicos, vacunas y santos se necesitan

para que en este otoño del  2000 nos dejes en paz?



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