Delicada
en sus capullos,
inolvidable
en su fragancia,
prodiga
dulzura en su fruto,
todo
reunido en
la
flor de la curuba.
Grande
en sus ventanales,
majestuosa
en sus macetas,
millones
de pétalos
de
colorida paleta,
alimentando
el colibrí,
a
la abeja, avispa,
a
la desprevenida mariposa
y
a las miradas
que
se han quedan atrapadas en ellas.
¿Qué
mano las cuida?
¿Qué
mano las ha he hecho florecer hasta el cansancio?
¿Qué
mano habita esta casa
que
ha inundado
a
la entrañable Santa Rosa de Osos
de
tan inolvidable fragancia?