sábado, 10 de noviembre de 2012

¡Ah!


¿Dónde quedó el verso que engendré celosamente en mis entrañas?, ¿dónde quedó el poema que aún con su recuerdo asalta mi alma?


¡AH!
Que no me maten las penas,
que no me suicide el dolor,
hoy he visto mi pueblo en guerra,
hoy he visto su negro manto
pintado con la espátula y  el  pincel
que esparce el pigmento de hiel,
que rasga lienzos  atravesando la piel,
  sacando su roja entraña para que la dore el sol

¡Ah,  cuánto dolor¡
engendré el hijo del poema,
lo tuve en mi vientre
durante las nueve  lunas,
como esta tierra lo sabe y lo hace,
arrullando las aguas de  los mares,
haciendo crecer los arboles,
iluminando en las noches los amantes,
madurando los frutos para
deleitar a los loros y turpiales.

Y….
 antes  de acercarse
el más bello momento,
de alumbrar mi cuerpo,
la guerra me robó aquel trozó de vida.
Se deslizó por mis piernas con olor  a muerte,
como hoja seca, llevada por el viento.
¡Invernal torrente callando su gente!

No era feto,  era bebe fuerte y perfecto.
La guerra mató la promesa
del más bello poema de vida,
de mis entrañas salían los trozos de poesía.

Caían sus manos,
 sus dedos,
sus uñas, y dientes,
ahogándose su  voz,
sus labios, sus besos,
sus pies de hermoso corcel,
sus ojos, !claros océanos!
Sonrisa  navegando el Duero,
sus cabello hilos de oro,
su piel dorado pastel.

Caían los puntos, las comas,
los sustantivos, los adverbios,
gemían moribundas
sin música las conjunciones.

En la aguas del mar Rojo
flotaban los sustantivos
¡No hubo complemento
directo, menos indirecto!

Allí en el mar Muerto
quedó yerta,  desintegrada,
mi poesía, mi gente, mi pueblo,
¡Mi Humanidad!

Conjunción,  inundación, mutación
del Muerto,  el Mármara y el Azov,
allí, el gerundio dio su último adiós,
allí el verbo dio  su última expiración.








 




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