lunes, 21 de mayo de 2012

Último adiós

Cargada en el hombro del fresco olivo militar, vestida de encajes,  cuando la tarde cedía el paso a la oscuridad,  se le vio al templo entrar,  a darle la última caricia de amor,   a ese que su cuerpo engendró, a ese al que la voz se le quebró,  antes de darle su  último adiós.


ÚLTIMO ADIÓS 

No era navidad,
no era cualquier día,
de esos que
vienen y van. 

Tan solo un día de mercado de San Alejo,
de esos en que se venden jardines caseros,
piezas de ensueño,
y uno que otro de esos objetos,
 que viajando con el tiempo,
 dan su destello,
porque se han hecho añejos. 

No era tiempo de paz,
pero si de esos tiempos que el viento,
las hojas, las flores y semillas,
 transportan de aquí para allá.

Y de un santiamén, con bota militar,
la Metropolitana,
abrió su portón principal,
para que en  el  hombro militar,
la Virgen a su Cristo,
florecida de rocío,
en su tierno rostro,
así temblando,
al amplio templo,
entrara a dar el último adiós,
 al  ángel de sus sueños. 






























































































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