Los paisajes de Medelllín
y el Carmen de Viboral,
son como un bebé
aprendiendo a hablar.
Belleza,
ternura,
textura
milagro
contraste,
halago.
Un auténtico milagro del que con perfcción,
solo Él, y no otro, pudo crear.
Todas ellas con ganas de tocar y acariciar,
aunque una espina te pueda cortar.
No hay comentarios:
Los comentarios nuevos no están permitidos.