domingo, 18 de junio de 2017

El paro de mayo y del Sagrado corazón


   Al Maestro ¡se respeta carajo!, 

 Resiste, resiste, resiste, resiste... Maestro, que la lucha por la educación de tu pueblo, 
 te recordará a lo que a esta tierra viniste.


Un paro que nos unió 
como hermanos,
 en sus 37 días,
en el grito,
en la calle,
en el hambre,
y el dolor,
en la ansiedad,
en este campo, 
en esta ciudad.


La lucha
se alargaba
un día… y
 otro día más,
para que en vísperas
del día del Padre
la firma del acuerdo
se pudiera lograr,
 un paso más,
para la añorada paz.


Un paro entre hermanos
que la lucha unió,
en la alegría y la tristeza,
en  el fragor combativo,
bajo la lluvia y el sol,
en el asfalto,
de marginalidad,
de indigencia y orfandad.

Un paro para unir
las manos y
cantar como
hermanos,
rompiendo hielos y
 apacientando el calor,
en  rebaños escalando peldaños.

Un histórico paro 
que extendió 
sus amplios lazos,
en el grito, 
en el canto,
en el insomnio y  
el cansancio,
en la solidaridad,
con el cadencioso paso,
abriéndose espacio,
frente a la indiferencia
 y el engaño.
  

Un paro que movió
a quien se negó a escuchar,
con el brinco,
el padre, el estudiante,
y comunidad,
con el celular,
con la carrera,
con la corneta, comparsa y el pito,
con la consigna
como insignia,
recorriendo nuestro pueblo y nación,
por nuestra gente,
en contra de la corrupción,
¡Por la calidad de nuestra educación!

Un paro en Medellín,
en la costa, 
en el llano,
en Nariño,
en el Amazonas, 
en el Chocó
en la Guajira,
de norte a sur,
de este a oeste,
en el Santander,
haciéndose sentir
en todo el continente.

Un paro
en la lucha como hermanos,
en el fragor del campo y la ciudad,
alcanzando su furor
al tomarse 
la calle,
la autopista y la troncal
con las botas y tanquetas del Smat,
en medio de la tempestad;
sellando su triunfo,
como todos lo habrían de esperar,
en el centro de esta sufrida Colombia,
en la histórica y aguerrida 
Bogotá.

Un paro que nos unió
 como hermanos
con arte,
con trovas,
 con antorchas,
con velas,
con la fecode,
con  el Mestro Carlos E. Rivas,
que resistió  como héroe 
la estatal represión,
con Adida que con dolor
reportaba las vidas 
de los Maestros
sacrificados
por las fuerzas  oscuras 
del estado.

Jhoana Alarcón, Cali,
Washington Cedeño,  Córdoba,
Juan Artunduaga, Pitalito, Huila,
nuestros más sinceros 
agradecimientos combativos,
paz en sus tumbas,
y  que desde el lugar donde han ido a descansar,
inspiren y den fuerzas a este Magisterio unido,
que jamás será vencido,
para erigir orgullosamente las banderas de su lucha sindical,
por una Colombia con justicia social.


Nuestros Estudiantes, 
nuestros Padres de Familia,
nuestra Comunidad Educativa,
nuestra labor maltrecha,
empezó su marcha
en este 2017
en este país del Sagrado Corazón
 hacía la cima.