miércoles, 26 de abril de 2017

Por fa me cuentas un cuento

Cuentos de los estudiantes del grado 6 y 7° Institución educativa francisco Luis Hernández Betancur “CIESOR” 2017

1    Tomás y el platillo volador

Había una vez un niño llamado Tomás que tenía once años y vivía en el planeta tierra. Un día vio un platillo volador en un árbol del parque y decidió subir al parque para cerciorarse de su presencia; le sorprendió ver lo curioso que era, tenía varios botones dentro de él, pero el astuto e inquieto Tomás,  decidió oprimir el botón más grande.

¡Oh sorpresa! al oprimirlo,  resultó en el planeta Mercurio. Había un casco espacial,  y Tomás se lo colocó,   deseoso de conocer más sobre aquel planeta.

Como Tomás era amante de las aventuras, decidió encontrar vida en él, al no encontrarla, optó por montarse de nuevo en la nave, oprimiendo de nuevo el gran botón, apareciendo en Saturno.

 Los anillos de Saturno eran muy hermosos, las manos alargadas de Tomás se iluminaban contemplándolos, sus grandes ojos castaños,  querían saltárseles de sus órbitas,  nunca se había sentido tan feliz, era el gran explorador del universo,  se sentía el gigante del gran mundo de los pequeños.

Esta vez el astuto Tomás no descendió de su nave espacial, se conformó con llevarse el recuerdo de los luminosos anillos saturnianos.

Acostumbrado  a oprimir los botones de su platillo espacial, esta vez al punzar, se halló en Neptuno, era un planeta muy azul, pero tenía sus bordes muy oscuros, como el bello Tomás era muy miedoso,   se rehusó a bajar de su burbuja espacial, simplemente se conformó con oprimir uno y otro botón, paseándose como un príncipe medieval,   por todos los planetas del espacio sideral.

En este largo y extenso viaje,  nada atrapó la atención del pequeño genio de Tomás, como el planeta Marte,  que fue en el que se ubicó,  al oprimir por última vez,  el gran botón rojo,  como un tomate de riñón, quedó muy sorprendido,  porque la Profe de sociales le había dicho que era el planeta más parecido a la tierra.

Marte presentaba la posibilidad de generar vida, en cambio la tierra tenía vida, el niño, dejó su esplendoroso platillo volador y regresó a casa y compartió esta extraordinaria experiencia con su familia y todos sus amigos, quería que se arriesgaran a vivir su fantasía  sideral.

Y colorín,  colorado,  vivió muy feliz.
Este cuento se ha acabado.
 Fin.
Tomás Cano Colorado 2017, 6°B

                         


2.         El león asesino

Había una vez un león  que vivía en el campo, a él siempre le gustaba tener amigos, pero no tuvo amigas; se encontró en su camino a el señor que lo llevó a su antigua cabaña la cual tenía 40 años, entonces le dio comida.

Después de comerse fue y en su camino se encontró a un cazador con un rifle y una escopeta y el león salió corriendo y corriendo: pasados dos años, en ese momento se volvió en el león asesino, el vio una persona y ahí mismo la mató, el león era tan malo, tan malo que llegó a la ciudad y mató a veinte personas, mentiras, las personas están vivas, el león dijo yo quiero ser bueno, no malo, entonces una persona le dijo ven a mi casa, el león se puso muy feliz, llega a la pieza y se hizo el peinado para ir donde su hermosa madre que estaba en Tejas. La novia del león era una galleta.

Juan José Bedoya Restrepo, 7B

3. Cuento del niño maltratado
Había una vez una vez un niño llamado Felipe que todos los días le gritaban y lo trataban muy mal, todos los días lloraba porque no lo respetaban y él le decía a la mamá,  y  él era nuevo por esa ciudad de Medellín y en ese barrio lo trataban muy mal, hasta que él se defendía; cuando le decían nariz de palo, porque tenía la nariz muy larga, y le decían orejón y pelo de crispeta, él se defendía y la mamá lo regañaba, hasta que se encontró los que lo insultaban y como ya había crecido, les pegó, a lo que le dijo su mejor amigo:
_ Felipe no se ponga así que ellos son más malos y maliciosos.

Alejandro  Salazar  Loaiza,  7B

4. El león Luk

Había una vez un león llamado Luk, él era el payaso en un circo llamado Kirler Luch donde maltrataban a los animales, a él una vez lo violaron y él le sacó una escopeta y mató un águila y el águila y ésta se murió y el león aprendió a volar y llegó al mundo de los Pokemones y capturó a Picachú y siguió su aventura…

Juan Pablo Londoño  López, 7B

5. La niña y la rosa
Los chiquillos decidieron ir a coleccionar flores, arrancaban las rosas, los claveles, una de ellas les sorprendió cuando gritó, ay!, ay!, cuánto me duele.

Cuando la niña observó la planta, se percató que de ésta se desprendía un líquido de color verde claro de su maltrecho tallo, la planta le replicó - Esa es la sangre que cae de mi cuerpo cuando me haces daño, en lugar de contemplarme con amor, como lo he hecho yo, en este jardín, observando tu ingenua belleza, mientras cada día te haces mujer con el paso de cada luna nueva.

 La niña lloró, se acercó, acariciando los pétalos de la flor, los cuales al tocarlos, uno a uno al suelo iban a parar.

La inocente criatura, prometió a su rosa, contemplarla con todo su amor para disfrutar siempre de su belleza.

La pequeña marchó a su habitación, cepilló su larga y perfumada cabellera; al día siguiente, olvidó su promesa, y una hermosa rosa cortó, para colocar en su brillante cabellera, paseó por el campo con su amigo de ensueños, al mismo que a hurtadillas, sus frescos labios le besó.

Al regresar a casa, su madre tristemente exclamó - Nuestra hermosa rosa roja, se nos marchitó, al correr al jardín, con tristeza la niña contempló, su gran planta de rosa reseca; sus flores se habían marchitado, sus botones sin abrir, para siempre se habían cerrado.

La niña, habló a su rosal de esta manera, -Ey! Mira, tantas alegrías me has dado, te prometo que nunca jamás tus flores tocaré, aunque me des permiso para hacerlo, comprendí que te hiciste rosa para alegrar los días de todos, con tu perfume y color, que aunque tienes espinas para protegerte de los que queremos hacerte daño, nunca con ellas nos heriste; así es que, te pido que nunca te mueras, que nunca me dejes mi hermosa plantita de rosa.

La planta escuchó las súplicas de la ingenua niña y una a una, levantó sus ramas, levantó sus flores, y con la pequeñita, estableció un vínculo de amor y amistad que nunca abandonó; la niña cuando estaba triste dialogaba con su entrañable amiga, con ella se desahogaba, ella con sus flores y hojas la acariciaba, la perfumaba, la inspiraba a seguir siempre adelante, en su devenir de hija, madre, esposa, abuela y bisabuela.
  
Al cabo de un centenar de años, un féretro caoba a todos llamó la atención, allí en su interior reposaba un rostro de mujer que nunca envejeció, su altar estaba inundado de hermosas y perfumadas rosas rojas, tan bella escena embriagaba a los presentes.

Y cuando en su tumba descansaba, esta mujer que nunca murió, porque se hizo una en la oscura tierra, con su gran planta de rosa roja, se extendió con sus semillas para engalanar, campos, aldeas y ciudades, trayendo abundancia, amor y felicidad, a cuantos con cariño y agradecimiento, sus pétalos osaran acariciar, como hace muchos, muchos, siglos, una niña hecha mujer, con ternura los solía contemplar y acariciar.































  Sólo quedan recuerdos de los que habitaron el Morro de basura de Moravia, su Morro, su vivienda,      su casa, su historia, su hogar.













Momentos para amar
 en una juventud desenfrenada,
 antes de caer el torrencial.