El hurto
de las tapas de alcantarillas debe ser un asunto de preocupación pública, por
las implicaciones de inseguridad que genera sobre la población que a diario
circula por la ciudad, riesgo similar a las minas antipersonales; en un segundo se puede perder la vida, como la menor que en Bogotá cayó a uno de
estos huecos, finalizando el 2013, donde
se había hurtado la tapa de ésta, apareciendo la menor, después de larga y exhaustiva búsqueda, en las aguas del río Tunjuelito, descubierta
por un habitante de calle; cuánto debió sufrir esta menor, si cayó viva a este hueco, máxime que por
estos huecos circulan las heces y aguas negras de la ciudad.
Cuánta
preocupación e incertidumbre se genera para los padres, el tener que enviar a sus hijos a los colegios, por vías que representan un peligro para su
integridad personal, sin que nadie responda, en el evento de que algo les llegase a ocurrir, porque igualmente
podrían salvarse, pero quedar inválidos.
Estos huecos representan un peligro, tanto para humanos como para los animales que las transitan.
Quien
hurta dichas tapas, debe acumular fortuna con ellas, es así que cada
vez desaparecen más tapas, sin importar
el material con el que se las fabrique; algunas tapas de Empresas Públicas de Medellín,
aparecieron en algún momento, en México,
es decir, no sólo hay redes
internacionales para traficar con seres humanos, sino también para traficar con las tapas de las alcantarillas, ello pareciera ser
un negocio rentable, porque no se escapa
país donde las hurten, ni barrio, menos aún, clase social que se escape de estos desmanes, ni que no resulte en riesgo por el hurto de las
mismas.
Así
como se ha ido mitigando el alto número de abusos sexuales con menores, aumentando la pena, para este tipo de conductas punibles, de la misma
manera, se deben aumentar las penas a quien hurte las tapas, y al receptor, es decir, a quien las compre, guarde o trafique,
atendiendo al peligro, que con tal acto delincuencial
generan para el colectivo.
Este
delito se comete con dolo eventual, como
quien coloca una bomba o explosivo, con tal conducta, se asume que puede morir o lesionarse un número
indeterminado de personas, y sin embargo,
se comete la conducta.
El
hecho punible se comete igualmente, con alevosía, planeado con anterioridad minuciosamente,
de tal manera que hay quien vigila, y
quien la hurta con equipos especializados (concierto para delinquir), en
algunos casos se auxilian de habitantes de calle, los cuales poseen información completa sobre el movimiento del sector, los riesgos y
la forma de camuflarse para pasar desapercibidos.
La ausencia de tapas en una autopista o vía
arteria, pone en peligro a motociclistas;
que peligroso resulta, que donde pisaste ayer al atardecer, a la mañana siguiente, mientras te entretienes tomando una fotografía
o mirando tu celular, resultes con tu
pie atorado y herido en un hueco de éstos, ello, en el mejor de los casos.
Para
la población invidente, con movilidad reducida y dificultades similares, si que representa un serio peligro,
ya muchos de ellos se han accidentado, quedando con graves secuelas.
No
es dable que el Consejo de Estado Colombiano o entidades de estatus similar, nacional o internacional, nieguen la responsabilidad civil
extracontractual en estos eventos y circunstancias específicas, bien frente a la empresa prestadora del servicio,
ó el mismo estado; cabe la pregunta, ¿entonces qué garantía,
protección y valor tiene la vida del
ciudadano en las calles? Negar tal
responsabilidad, es permitir que el
fenómeno se siga dando, y peor aún, se agrave.
La
empresa prestadora de servicios, debe
abrir líneas para informar donde se han hurtado tapas y tiempos límites para
proceder a la correspondiente reparación; que no ocurra como sucedió en cercanías a la
universidad de Antioquia y sector próximo a la Minorista, donde nunca se atendieron los reiterados llamados
de aviso sobre peligrosos huecos en la vía, y estos sólo fueron tapados con los escombros que caían de las demoliciones,
producto de obras civiles, después de transcurrir aproximadamente 3 años.
Se
requiere por sectores tener vigilancia nocturna, cámaras que permitan detectar,
no sólo el hurto, sino el estado de las vías, dar recompensas
por informar sobre estas redes delincuenciales que trafican con la vida y seguridad de los pobladores, mediante el hurto de las tapas de
alcantarilla. Igualmente se requiere crear investigadores que se ocupen de
seguirle el paso a estas redes, la misma ley provee para situaciones como estas, la figura jurídica de los agentes encubiertos.
Cuando
estos delincuentes se toma un sector para
el huerto, todos los días se van
llevando una y otra tapa, pero como no
hay seguimiento, se repite la metáfora de los roedores con el sebo del queso en las
noches, que avanzan hasta que el amo de casa hace algo, ¿Qué harán nuestros
administradores estatales frente a esto, esperaran a que el problema se agrave,
y se pierdan más vidas?, quien las
depreda lo hace sin compasión y frente a ellos, debe caer todo el peso de la ley.
Todo tiempo que se tarde en asumir esta
importante problemática social, será a
favor del delito y en contra de la integridad de la población. A nivel de foros,
cumbres y gobiernos internacionales, se deberán buscar soluciones conjuntas a estas
problemáticas; como decía un juez
argentino, resolviendo un caso de estos
en su país, “…hoy es la tapa de alcantarilla la que falta, la hurtaron porque querían
su preciado metal, mañana puede ser tu reja o puerta metálica la que falte”.
Los tiempos
cambian, al igual que sus valores, las
leyes deben abrirse siguiendo este planteamiento, adecuarse para combatir las nuevas modalidades
delictivas, gracias a esta gran falla jurídica, se amparan las grandes redes delincuenciales,
que tiene pericia y se forman y asesoran para evadir la acción penal, frente a ellos
ninguna tapa por pesada, valiosa, obsoleta o sencilla que parezca, les
quedará corta.
Tampoco
es de asombrarse que muchas redes internacionales tengan miembros de las mismas,
estudiando criminalística, ciencias forenses
y similares, para salirle adelante a la justicia, esto y situaciones similares, sostienen los imperios de la corrupción que carcomen las
sociedades que vivencian las crisis del capitalismo actual.
Habría
que preguntarle a Lucio Tarquino Prisco, a Marco Vipsanio Agripa, al pensativo, Tito Livio, quienes ordenaron las primeras
obras de alcantarillado del imperio romano en el año 600 A.C. “Cloaca Máxima”, obra pública, construida mayormente, gracias a la dirección de ingenieros etruscos
y al trabajo semiforzoso de grandes cantidades de obreros provenientes de las
clases más pobres de la ciudadanía romana, ¿cómo podría resolverse el hurto de
estas tapas?, máxime que ellos fueron los que nos legaron las leyes, con las cuales les podemos judicializar.