lunes, 21 de enero de 2013

Violencia social y bullying contextos contemporáneos



Violencia,  contextos psicosociales

El problema del bullying en Colombia como expresión de su violencia social

El matoneo, bullying o violencia entre pares como expresión de una conducta en el medio escolar, tendiente a ocasionar un daño físico o psicológico en la víctima, es un problema que debe entrar a estudiarse e intervenirse para garantizar ambientes sanos de convivencia en los educandos.

De no intervenirse ni estudiarse esta problemática que viene en aumento en los contextos de la escuela, ésta dejará de cumplir su fin fundamental, favorecer los espacios de socialización y convivencia, permitiendo al sujeto insertarse en su rol social.

Las escuelas urbanas de Medellín, especialmente, las de los barrios populares, con población ubicada en sus laderas, tierras no aptas y de alto riesgo, que se ha radicado en condiciones infrahumanas, huyendo de la violencia del campo, carente de los servicios básicos que garanticen una vida digna, se ha visto plagada del flagelo de la violencia desde la época de recrudecimiento del narcotráfico, en los años 80 y 90, donde las estadísticas señalan que para la época 1.991 en Medellín el índice de homicidios alcanzó la impresionante cifra de 400 mpcmh (Decypol, 2000).

Hoy esa cifra se encuentra en 170, cuando el promedio nacional es de 63 y el de América Latina de 19. Asesoría de Paz y Convivencia (2000).

Durante los últimos 20 años el conflicto armado interno en Colombia ha cobrado la vida de al menos 70.000 personas, la gran mayoría de ellas civiles, muertos fuera de combate. Decenas de miles han sido secuestrados, "desaparecidos" y torturados, y más de tres millones se han visto obligados a abandonar sus hogares.

En el curso de los 40 años del conflicto, se han enfrentado las fuerzas de seguridad, guerrilla y paramilitares, en una lucha por el control del territorio y los recursos económicos, a ello se ha sumado su recrudecida democracia en una guerra desde los años sesenta, un modelo industrial no planificado que se tornó obsoleto para los años 80, dejando sin empleo a la gran masa poblacional que había huido del campo a la ciudad por la violencia.


Sumado a lo anterior, la caída de una economía cafetera, unos campos afectados por una ganadería no planificada, invasión de fauna y flora foráneas que desertizaron extensos bosques nativos, deforestación por trasnacionales, planes de gobierno inconclusos, familias que tradicionalmente han concentrado el monopolio del poder político y económico, corrupción en el manejo de los dineros otorgados para desarrollar políticas públicas sociales provenientes del estado colombiano o de ayuda internacional, concentración de la tierra en manos de latifundistas, los campesinos con minifundios empobrecidos marginados de todo desarrollo, abandonados a su propia suerte, perdiendo sus cosechas por los cambios climáticos, ausencia de una reforma agoraría, la privatización de los servicios básicos, falencias éstas, entre otras, que generaron desempleo, desplazamiento, y pobreza, a la que le abrió los brazos como única salida para sobrevivir, el narcotráfico, el cual, cuando fue atacado a nivel internacional se defendió con los tentáculo de narcoterrorismo y narcopolíca.

Los excelentes recursos naturales de Colombia, su riqueza en biodiversidad y su posición estratégica a nivel geopolítico, puerta de entrada a Centro y Suramérica, en épocas en que se consolidan modelos con tendencias socialistas en los países vecinos, Venezuela y Ecuador, que hace dos siglos conformaban la Gran Colombia; con dos océanos, cerca al canal de Panamá, a los Estados Unidos, con sus selvas y manglares que facilita el tráfico de droga por el Pacifico a través de submarinos, muchos de ellos de construcción rusa. Su diversidad climática, su relieve andino con extensas llanura, valles, nevados y altiplanicies, su población otrora religiosa, y ahora altamente influenciable por fanatismos e ideologías populares radicales de economía inmediatista, modelo patriarcal ancestralmente dominante,  la han hecho tan vulnerable como los países del medio oriente asiático y México.

La población civil ha sido la más afectada por esta violencia, no sólo por haber quedado "atrapada en medio del fuego", sino porque a menudo se la ha colocado en el punto de mira de forma directa y deliberada, por ejemplo para eliminar a quienes se considera que apoyan al "enemigo" o para sembrar el terror con el fin de "limpiar" territorios de interés económico o estratégico para los grupos armados o para aquellos que los respaldan.

Se repite la historia del colonialismo de América, muchos colombianos que escaparon de la violencia,  terminaron radicándose en España, y cuando se le solicita a las cortes internacionales que inspeccionen lo que acá ocurre en materia de violación de derechos humanos, nunca dimensionan el problema, porque no recorren las laderas de la ciudad, donde estruja el hambre y la violencia, terminando por recorrer los lugares más modernos que ofrece la ciudad al turista, misteriosamente para esas fechas especiales, el habitante de calle desaparece de su lugar habitual, porque como en los hogares tradicionales paisas,  la visita ha de quedarse en la sala, le queda restringido el acceso al lugar donde celosamente se ocultan los objetos indeseados.

Las  comunidades indígenas perdieron los resguardos que les adjudicó la corona española por apropiarse de sus tierras, los líderes indígenas han sido asesinados y es frecuente en la ciudad ver madres indígenas con sus pequeños,  esperando la caridad en las calles, con una población mestiza que les mira con indiferencia, porque no siente ningún vínculo con el indio y el negro, el racismo cada vez se recrudece en los entornos donde van llegando por desplazamiento estos grupos étnicos, tratar de negro o indio se constituye en motivo de insulto o vergüenza.

Estas tierras donde huyeron los negros cimarrones y palenqueros de la esclavitud del blanco en las zonas donde estaban las enfermedades endémicas como la malaria, el paludismo, tanto en la costa Pacífica como Atlántica, con la violencia del narcotráfico de nuevo estos grupos marginales tuvieron que salir desplazados. Poco les ayudó la ley de restitución de tierras, la amenaza paramilitar continuaba con su amenaza latente.

La violencia contra las mujeres, en particular la violencia y la explotación sexuales – llegando hasta la violación y la mutilación genital–, forma parte integral del conflicto armado y continúa siendo una práctica extendida que utilizan todos los bandos del conflicto.

Las mujeres son objetivo de los grupos armados por diversas razones: por transgredir roles de género o desafiar prohibiciones impuestas por los grupos, con el fin de ocasionar humillación al enemigo.

La violación y otros delitos sexuales, como la mutilación genital, son prácticas frecuentes de las fuerzas de seguridad y sus aliados paramilitares como parte del repertorio de tácticas de terror que emplean contra las comunidades situadas en zonas de conflicto a las que acusan de colaborar con la guerrilla. Asesinar y torturar la mujer del combo o grupo enemigo,  es una forma de venganza privada por excelencia. Permitir que pase un grupo armado por la finca u ofrecerles agua, significa la tortura y la muerte.

Estas tácticas están concebidas para provocar desplazamientos en masa o romper los vínculos, presuntos o reales, entre dichas comunidades y las fuerzas guerrilleras o paramilitares.

En este marco, la impunidad de que gozan los autores de estos delitos no es accidental, sino que forma parte de la estrategia de contrainsurgencia. Al sembrar el terror y explotar a las mujeres para conseguir objetivos militares, han convertido sus cuerpos en campos de batalla.

Ha de tenerse presente que durante las grandes masacres en los barrios populares de Medellín durante los años 80 y 90, los proyectos y políticas públicas de intervención y pacificación frente a la violencia, brillaron por su ausencia, constituyéndose en una licencia para los genocidios.


Se investigó la muerte de los políticos de turno, los genocidios de los barios populares y sus líderes cívicos, aún reclaman justicia, quedaron en la total impunidad, por la decidía e indiferencia de los órganos estatales para concurrir a la escena del crimen, algunos porque temían ser víctimas de un cadáver bomba.

Cada muerte de un político o secuestro del mismo, servía de excusa para cometer homicidios en Medellín en sus barrios populares, dándose peyorativos como limpieza social, falso positivo, desechable, pasando Antioquia y su capital, a ser el chivo expiatorio de la violencia estatal, situación que aún subyace en el seno de algunos sectores del país como expresión xenofóbica.

El abuso y la mutilación de índole sexual de mujeres y niñas es una característica común de las masacres perpetradas por los grupos paramilitares frecuentemente actuando con el aval de las fuerzas de seguridad. Hunt. P (2004).

El femenicidio ha cobrado su cuota en la última década. La Ruta Pacífica de las Mujeres denunció que en Colombia son asesinadas un promedio de tres mujeres al día y mil doscientas cincuenta por año. Casa de la Mujer (2009).

El fenómeno prepago (prostitución) es una de las consecuencias de esta violencia antes descrita. Un estudio de la prostitución en Villavicencio arrojó que el noventa y cinco por ciento (95%) tiene hijos, el cinco por ciento (5%) restante no tiene hijos, que de este noventa y cinco por ciento, un amplio sector justifica su trabajo porque deben mantener a sus hijos. El noventa y uno por ciento (91%) viven en arriendo, un seis por ciento (6%) en alojamiento provisional o de paso. Muchas menores de Medellín iniciaron el fenómeno prepago  frecuentando  la feria de ganado,  participando de la dinámica comercial que allí se tramitaba, prostituyéndose para sobrevivir. 
En algunos momentos  en las comunas más violentas de la ciudad se disparaba la violación y muerte de menores,  los jóvenes de los combos las  tomaban de forma indiscriminada como parte de su propiedad y al oponerse,  las violaban y/o mataban;  en algunos casos les perdonaban la vida , pero les hacían huir del barrio con la familia.
Desde los años ochenta se incrementaron  de forma preocupante los embarazos en la pubertad y temprana adolescencia, los jóvenes de los combos o pandillas,  sabían que pronto morirían, querían dejar algo que les representara después de  su temprana ausencia, lo cual les conducía a embarazar a sus compañeras de afectos.
Algunas adolescentes y jóvenes terminaron  viajando a las  prisiones de sus compañeros, obligadas a realizar la visita conyugal so pena de mandar a asesinar a su familia,   otras purgando pena de prisión por testaferrato, guardar sus armas o producto de sus ilícitos (receptación), otras  sufrieron mutilaciones, marcas y deformaciones  en sus cuerpos por celos,   otras fueron asesinadas y lanzadas a basureros, al río Medellín,  que circunda los cinturones de miseria de la ciudad, o a las cañadas que marcan los límites entre los barrios,  no obstante, el fenómeno marginal párese no detenerse en el tiempo.
Para los menores el panorama no es afortunado, son asesinados al oponerse a ser utilizados en el mercado de la droga y la ilegalidad. Gómez. G. (2013). 

Los jóvenes que presentan problemas de aprendizaje, desplazamiento, violencia intrabarrial, o por razones laborales se han visto abocados a abandonar las aulas regulares,  acompañados de problemas como  el madresolterismo, embarazos adolescentes, farmacodependencia, prostitución, acudiendo a la educación nocturna como la única esperanza para realizar su proyecto de vida; encontrando sus puertas cerradas, dado que es una jornada que el gobierno ha ido terminando de forma sistemática y sutil,  al nombrar docentes por horas extras,  que sólo se les paga la hora que dictan, no suministrando material didáctico de calidad, no estableciendo compromiso con sus estudiantes,  que tanto acompañamiento demandan,  atendiendo a las grandes dificultades que les acompañan.

Las clases se desarrollan en aulas  desprovistas de  recursos básico, los docentes que  manejan el monopolio de casi todas las materias sin estar capacitados para ello, "profesores orquesta",  generan educación de mala calidad, donde se extiende el problema de drogas, aunado a ello, que  los rectores y coordinadores no  permanecen la jornada completa, a veces pasan los años y nunca han hecho presencia en esta jornada escolar,  el ausentismo docente, por enfermedad,  quien termina por sufrir quebrantos de salud por las exhaustas condiciones laborales;   en ocasiones son escasos dos docentes para atender una población educativa superior  a 500 estudiantes,  durante jornadas completas.

Jornada en mención  que no celebra actos lúdicos,  culturales,  recreativas y de integración, sin atención psicológica, acompañamiento profesional y reeducativo para quienes se acercan de nuevo al colegio con la firme intensión de lograr sus metas, dándose una segunda oportunidad, cuando la vida todo les ha negado,  tratando  de superar sus bajos niveles de autoestima y tolerancia al fracaso, que ocultan en la noche misma;  un alto porcentaje  de estos jóvenes desertan  ante este estado de cosas, terminando finalmente por delinquir en las calles, para finalmente ser asesinados, círculo vicioso que recrea la maquinaria de la violencia en los contextos citadinos. 

Del análisis de la base de datos del Sistema de Información RUT, hasta junio de 2004, ha sido posible determinar que a partir del desplazamiento, niñas con diez (10) años han debido asumir labores en el hogar o desempeñarse como empleadas domésticas, vendedores ambulantes u oficios varios. La situación se agrava, si se tiene en cuenta que más del 50% de la población desplazada corresponde a menores de edad, edad considerada de alta dependencia económica.

La mayoría de los desplazados llegan a las calles siendo objeto de la indiferencia y repudio social, casi nula es la ayuda y asesoramiento profesional que reciben en estos momentos cruciales  Los órganos de control, prevención y protección son dilatorios, tramitológicos, evasivos, morosos, tornándose en inoperantes y burocráticos.

En cuanto al nivel educativo de las mujeres desplazadas, se ha podido determinar que la probabilidad de encontrar una mujer con primaria completa es de 0.20, mientras que la probabilidad de encontrar una mujer con bachillerato completo es solo 0.081.

El Protocolo Facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño, Nueva York, el 25 de mayo de 2.000, denunció la venta de niños, la prostitución infantil y la utilización de los niños en la pornografía, se menciona el tema migratorio como un factor de riesgo para los menores, haciendo énfasis específicamente en la explotación sexual, considera que será más fácil erradicar la venta de niños, la prostitución infantil y la utilización de niños en la pornografía, si se adopta un enfoque global que permita hacer frente a todos los factores que contribuyen a ello, en particular el subdesarrollo, la pobreza, las disparidades económicas, las estructuras socioeconómicas no equitativas, la disfunción (anómia social) de las familias, la falta de educación, la migración del campo a la ciudad, la discriminación por motivos de sexo, el comportamiento sexual irresponsable de los adultos, las prácticas tradicionales nocivas, los conflictos armados y la trata de niños". Gómez S. (2007).

La pobreza en Colombia supera el 62%, Más de 20 millones de personas viven en la pobreza en Colombia y más de 8 en la indigencia, lo que significa que cerca de 30 millones de personas no tienen los recursos suficientes para disfrutar de una viva digna en el país sudamericano.

La progresiva reducción del gasto social y el constante aumento del presupuesto militar, que ya supera el 14% del presupuesto colombiano-triplicando lo destinado a la educación- son algunas de las razones del aumento de la pobreza. La educación es de mala calidad, no hay oferta de empleo y promoción social, las personas mueren esperando practicarse un examen o cirugía,  viendo pasar los días y meses,  el porcentaje más alto del presupuesto lo absorbe el pulpo de la guerra, Taus, J. C. (2010).

Coincidencialmente, por la fecha en la cual redacto el presente informe, se han presentado casos preocupantes de salud pública, madres, padres de familia, que como en épocas pasadas, han llegado por factores de pobreza, a presentar trastornos mentales, matando sus hijos, dejando cartas que justifican sus actos, para luego ellos, intentar terminar con sus vidas. Eltiempo.com (2009).
Igualmente se presentaron más de 3000 desplazaminetos campesinos en Antioquia y la muerte del mejor estudiante de la comuna 13, Luis Eduardo Sierra Sánchez,  fue asesinado en el barrio Juan XXIII, por los "combos" que sostien enfrentamiento  en la zona. Lo asesinaron simplemente por haber cruzado  una de las fronteras invisibles, se encontraba estudiando carrera en la universidad Bolivariana, becado por el municipio de Medellín. Minuto 30 (2013).

El porcentaje más alto de la población colombiana sobrevive del mercado informal, la venta callejera en semáforos, jugándosela con los agentes del espacio público, quienes les corren del lugar, o los despojan de la mercancía, por considerarla actividad ilegal, otros reciclan en condiciones infrahumanas, algunos bajan de sus laderas a vender un confite o goma de mascar, chicle, a sus céntricas calles (las cuales llaman bajar a Medellín, viviendo en la misma ciudad, han sido otra ciudad, con otra cultura dentro de una misma ciudad) y no logran obtener con el producto de la venta, el pasaje para regresar a una pieza de alquiler o su rancho como dicen llamarlo.

"Colombia sigue siendo un país violento", es la conclusión que se desprende del informe‘Forensis, datos para la vida', el más amplio estudio sobre la violencia, que se presenta cada año y es preparado por el Instituto de Medicina Legal y el Fondo de Prevención Vial. Según Forensis, durante el 2008 murieron violentamente 26.958 personas en todo el país.

Los datos anteriores, contrastan con los contextos europeos, veamos por ejemplo,  como en Austria, su capital Viena, presenta una población de 1,6 millones de personas. Austria es uno de los países más ricos del mundo, con una renta percápita de 43.723 $ (2010). El país además, tiene una de las tasas más altas de índice de Desarrollo Humano y el porcentaje de desempleo más bajo de los 17 países de la Eurozona, con un 4,2% para febrero de 2012. Austria ocupa el cuarto lugar en la lista de los 10 países con menos criminalidad del mundo. Economist-Intelligence Unit (2012).

Un estudio internacional sobre distribución de la riqueza, revela que Colombia es el séptimo país con mayor desigualdad en el mundo, ocupando los primeros lugares en corrupción, y el segundo de América Latina. El banco mundial atribuye tal hecho a la baja calidad de la educación. Moller C. (2012).
Comparte niveles de desigualdad similares a Haití y Angola, países por cierto violentos. Gran enseñanza con  su comportamiento en el momento del terremoto, frente al manejo del recurso económico, se pudo observar en Chile, Japón y Haití, los dos primeros con altos niveles en la calidad de la educación, que mostraron organización y solidaridad frente a estas catástrofes,   en tanto,  en Haití,  se observaban dolorosas imágenes,  donde los sobrevivientes del sismo,  se mataban por un saco de arroz.

Esta violencia social que se está describiendo, trastoca los espacios escolares. Para las tiernas generaciones no hay claridad acerca de lo bueno, lo justo, porque los mismos barrios son manejados por los combos, (caudillismo heredado del siglo XIX, que se instaura donde no llega la autoridad estatal) los mismos que administran las casas de drogas.

El miedo, el silencio y la sospecha reinan y trastocan la esfera escolar, donde los mismos espacios violentos afectan la disciplina y procesos de enseñanza, ello explica el desplazamiento, amenaza y muerte a docentes, educandos y miembros de la comunidad educativa. La situación antes descrita  conduce a replicar los modelos de violencia y maltrato que vivencian en su esfera sociofamiliar.

Los jóvenes desde el barrio son marcados por las escenas de homicidios, torturas y ajusticiamientos privados que presencian; estas situaciones les hacen proclives para ser actores por vía activa o pasiva del bullyig o matoneo. Detrás de muchos estudiantes violentos que ultrajan la dignidad del personal docente y dicente,  se oculta un representante de los violentos del barrio al interior de a institución educativa.

Las directivas evaden confrontarlos por temor a la amenaza e instan al docente que es él quien debe hacerse cargo de la situación disciplinaria,  cuestionando su pedagogía, sumándose a ello, el  poco  o nulo acompañamiento que  ejercen las Comisarías de Familia, Policía Juvenil frente a esta problemática.

Los coordinadores de disciplina no realizan las rondas pertinente para auxiliar a los docentes con estos estudiantes que asisten a la institución para interferir con su labor, programar,  ejercer, socializar sus fechorías y hacer de las suyas en las aulas de clase, lo cual arroja como resultado los altos indices de pérdida y deserción escolar.

 Los jóvenes  de los combos que frecuentan las aulas de clase;  lo hacen para controlar las frontera invisible (vigilar que jóvenes del combo contrario que tiene su plaza de vicio en el colegio o barrio,  no pasen a su territorio) o para controlar su mercado de droga;   más de un directivo ha llamado a jóvenes de los combos  a sus instituciones educativas, cuando se han presentado reyertas en la institución, porque a ellos si obedecen los padres y educandos, porque ellos son la justicia del barrio,  "ellos dan la pela", ellos matan, ellos desplazan , ellos son el poder,  porque manejan las armas. Lo que ocasiona la desesperanza en la comunidad educativa y barrial, es observar la policía  negociando con estas personas, o asumiendo una actitud pasiva o evasiva frente a lo descrito,  actitud omisiva que realizan los policiales para cuidar sus vidas.

Desde la misma administración educativa se recomienda no investigar,  menos interrogar la realidad que acompaña al educando, para no manejar información que resulte lesiva para la integridad personal docente, lo cual redunda en la despersonalización de la labor educativa y la interacción y calidez que debe caracterizar la labor formativa y docente. 

En las  reuniones bimestrales  docentes (se evaden los encuentros semanales) para socializar experiencias, formular correctivos pedagógicos y dar soluciones de fondo a los problemas de convivencia,  se discuten los manejos numéricos,  calificaciones y de soslayo los casos disciplinarios, pero sin dedicarle el tiempo e importancia que ésta tiene para el desarrollo de los estudiantes. Se cumplen con los formatos oficiales,   pero dejando de lado las situaciones fundamentales que interfieren con los procesos de convivencia y aprendizaje

 El maltrato y humillación al docente es permanente, (hay colegios en Medellín donde el docente debe aferrarse a la baranda de las escalas para evitar ser lanzado, ya otros compañeros se lo han advertido, según experiencias vividas, otras buscan quien les cuide la espalda,  que es el lugar predilecto para hacerle el bullying al docente, siempre escondidos en el tumulto y anonimato),  quizás esta sea la razón que sienten los rectores para reunir el personal dicente cada ocho días, para orientarlos.  os estudiantes poco rinden, asumen el saber como una carga, los directivos de ambientes violentos solicitan  al docente transmitir y exigir lo mínimo,   el ausentismo en las aulas, el miedo y la muerte que rondan, la falta de unidad y solidaridad de la comunidad educativa, docente y directiva, la desintegración familiar, la pobreza, la soledad de la población estudiantil, la ausencia de políticas públicas para generar un estudio y salida del problema,  favorecen climas patológicos de trabajo. El fantasma esta allí, pero nadie lo habla.

No se brindan capacitaciones sobre herramientas básicas para el manejo disciplinario de estudiantes violentos o violentados, no existen jornadas lúdicas para desestresar a estudiantes y docentes;  se parte de la normalidad, donde la realidad es la enfermedad,  lo cual  tiene su expresión en el espacio educativo,  con la irrupción de conductas de violencia física y psicológica,  que cada día se caracterizan por adquirir dimensiones  más graves y complejas.

La ludotecas, los centros de justicia, los transportes masificados, son paliativos como las becas para estudiantes que pertenecen a estratos socioeconómicos 1, 2, 3 que bordean la pobreza, son tan exigentes en su promedio académico, que terminan por ganárselo unos cuantos que tuvieron mejores condiciones económicas, y se pudieron sostener en la universidad, perpetuándose así la pobreza y violencia.

Los  jóvenes a nivel social están convencidos por su historicidad,  que terminarán muriendo en la misma ladera marginal donde nacieron, en las masas populares habita el pensamiento que quien nace pobre, muere pobre, ello explica porque el narcotráfico con su arma el sicariato, cobró tanto auge en estos cinturones de miseria de Medellín, los jóvenes preferían vivir uno o dos años, probando los lujos y comodidades que la vida les había negado y luego estaban dispuestos a ser sacrificados, dejar la madre con algún dinero, al menos para construirle la plancha a su casa, era el deseo de muchos de los que fueron masacrados en el recrudecimiento de la violencia, se hizo famosa la frase "No nacimos pa semilla", "El pelaito que no duró nada".
Es importante destacar que la relación de la madre con los hijos varones siempre fue de amor y protección, él representaba el afecto que no reecibieron en muchos casos,  por la ausencia del padre,  y con posterioridad de su pareja, en tanto, que la relación con la hija generalmente por réplica de modelo ancestral,  fue tensa, competitiva, conflictiva, demandante, exigente, culpabilizadora y castigadora, porque con su madre las relaciones de ternura nunca pudieron establecerse como vínculo afectivo seguro y reconforatante, además, muchas hijas asumieron la carga de la madre en el hogar,  en tanto éstas abandonadas por sus conmpañeros,  tuvieron que asumir el rol de proveedoras.

El "Carrito", niños que cruzaban los bandos en conflicto para filtrar información, fueron asesinados, mendigar para el entierro fue el común denominador para los años ochenta, cada masacre de policiales era una arremetida de paramilitares en los barrios populares, terminando con la vida de quien estuviera en las calles, su blanco principal,  fueron los jóvenes de las barriadas de Medellín.

Desde esa época en los barrios se aprendió no a vivir, sino a sobrevivir en el fuego cruzado, se perdió el respeto por la autoridad policial, porque ella misma estuvo involucrada en las masacres y narcoterrorismo, la desesperanza y el resentimiento por su orfandad por el abandono estatal en el momento más crucial se apropio de sus vidas, porque se convirtieron en el chivo expiatorio del problema del narcotráfico, recibiendo todo el desprecio y repudio social, situación que aún subyace en sectores importantes del país.

Los docentes en las instituciones educativas, especialmente en las más violentas,  están divididos, algunos sirven incondicionalmente a los administrativos (ellos les evalúan cada año  su labor docente,   y determinan si el docente sale de la carrera o continua en la institución), éstos no cuestionan sus decisiones, monopolizan el manejo institucional, en tanto,  que quienes cuestionan abusos de autoridad, extralimitación de funciones, omisiones, peculados, prevaricatos, malversación de fondos, situaciones anómalas,  y alianzas inconvenientes para la institución,  no participan de las decisiones trascendentales en los destinos de éstas, se les margina,  y cuando menos lo esperan les llega un traslado inconsulto (por necesidad del servicio) que les desmejora sus condiciones laborales;  todo ello favorece la mala calidad educativa,  perpetuando un sistema educativo corrupto.

Los barrios se tornaron en fronteras invisibles, los bailes y parrandas heredadas de los años 70 y ochenta,  se terminaron, estar en las noches en las calles era un riesgo, porque aprecian carteles anunciando lo que le ocurriría a quien osara transgredir los mandatos de los violentos.
 Frente a un hecho violento,  el miedo impide la solidaridad y denuncia, la ausencia de teléfonos públicos en el barrio para garantizar privacidad en la denuncia, contribuyen a la impunidad.
Los jovenes de los combos caminaron y aún caminan con sus mascotas pit bull, enfrentándolos en peleas para ganarse el respeto en el barrio, persistiendo sus enfrentamientos con arma de fuego a cualquier hora del día o de la noche.
 Los muertos de las masacres  de los años ochenta y aún ahora,  en algunos barrios periféricos,  eran en muchos casos levantados por bomberos sin ninguna investigación criminal, en ocasiones la autoridad no ingresaba al sector a levantar los cadáveres, muchos de los cuales fueron maltratados, recibiendo el mismo trato que se le daba al cadáver no humano. La vida perdió con las bombas y masacres todo su valor.

En su experiencia como fiscal de los años 80 y 90, manifestaba una funcionaría, que sus momentos más difíciles en su oficio, era sentarse a esperar en las masacre,  que todos los que agonizaban murieran, para proceder a realizar el levantamiento de los cadáveres, no se trató de salvar el herido; en muchos casos en que se quiso salvar una vida, en el mismo hospital o vehículo en que era conducido, era asesinado, los mismos médicos fueron intimidados para seguir el mandato de los combos, pero lo peor es que actualmente están ocurriendo situaciones similares, no sólo en Colombia sino en México y Centroamérica, donde se ha exportado este modos operandi.

Hay grandes sectores de la población con afectos planos que se alegran de las muertes, justificándolas como limpieza, o prejuzgando, atribuyendo la muerte a la ilicitud, “por algo lo mataron” sin hacer reparos de las víctimas por balas perdidas, ajustes de cuenta, o errores crasos en los ajusticiamientos privados.

La generación actual son los hijos de la violencia sin duelo, muchos de ellos llevan tras de sí la carga del nombre con toda su connotación,  del pariente asesinado y torturado, el mismo colegio donde estudian lleva el nombre del líder asesinado en la época de la violencia, los más antiguos,  el nombre de los líderes de la intendencia hispanoamericana, los más modernos, de una “supuesta calidad”, porque aún adolecen de las herramientas básicas,  que al menos les diferencian,  de aquellos donde el mismo docente tiene que financiar de su patrimonios las herramientas básicas de trabajo,  en edificios fríos y en pésimo estado, el nombre de los líderes cívicos asesinados en la violencia de los años ochenta y noventa.

El himno nacional es una expresión de un dolor guardado, sin gloria, sin júbilo, porque la violencia no ha dejado germinar el bien que proclama. La pobreza no ha permitido disfrutar de la añorada independencia.

El resentimiento se apropia de las juventudes que han entendido que tienen negada su libertad económica en las montañas de sus tierras, que ancestralmente representaban oro, que sus hijos no podrán disfrutar las olorosas esencias de una vida digna.

Los líderes cívicos, son asesinados, el último de ellos, por la época en que se redactó este escrito,  fue apedreado hasta la muerte en la comuna trece (Mario Álvaro Estrada, líder cívico del barrio El Corazón), que suma en población a cuatro municipalidades del departamento de Antioquia. Ospina G. (2012).

En "ADIDA", Asociación de Institutores de Antioquia, reposan en su entrada principal,  las fotos de los maestros, líderes cívicos y hasta médicos que fueron asesinados por defender la barbarie asesina contra la inerme población marginal de los barrios populares. Allí mismo fueron asesinados los principales líderes cívicos.

Desde estos momentos, el movimiento sindical empezó a silenciarse, perdiendo el pueblo su fuerza para defender sus derechos, vida e integridad, la población perdió su grito, su voz reivindicatoria y salvadora en las calles.

Barrios estigmatizados, donde termina la vida citadina, empieza la historia del barrio popular con ancestro de desplazamiento, como lo afirma la sociologa María Teresa Uribe.

Sectores que conservan la esencia  de un pueblo tradicional antioqueño, con su iglesia, su idiosincrasia,  sus costumbres campesinas, los barrios de desplazados,  la primera generada con  la violencia de los años sesenta (barrios tradicionales, mejor librados económicamente); los segundos,  ocupando las cimas de las laderas,  desplazados por el enfrentamiento entre guerrilla y paramilirtares  en esta última década (sobreviviendo en pésimas condiciones económicas, algunos de los cuales no han sido oficializados por radicarse en zonas de alto riesgo, carentes de todo reconocimiento público y por ende sin servicios públicos básicos, arrojados a su propia suerte).

Barrios invisibilizados, cuya  violencia se enciende y se apaga por temporadas. Barrios estigmatizados donde la oferta laboral les excluye por su procedencia. Negados en su propia soledad y aislamiento.

Pertenecer a una comuna,  es darse identidad y estigmatización,  si esta es de los estratos socioeconómicos 1, 2, 3, los jóvenes  nacen y mueren en sus comunas, totalmente aislados de la realidad que viven los de estratos socioeconómicos diferentes a la que pertenecen, pero finalmente quienes manejarán sus destinos serán los que vivieron más holgados, recreando la ciudad de sus sueños e intereses, reproduciendo el modelo imperante tradicional.

Los subsidios estatales recrean modelos de limosnas, dependientes, que no favorecen patrones de empleo, desarrollo,  autosuficiencia y gestión de sus comunidades marginales.

La bonanza industrial que atrajo a la extensa población campesina, terminó, ahora crecen urbanizaciones, donde antes se levantaban fábricas que ofrecía empleo, la población en alto porcentaje sobrevive en estados de pobreza extrema, del mercado informal y el rebusque, la ciudad ha pasado de ciudad cosmopolita industrial de inserción social de las masas populares, a una ciudad turística y cultural, que reduce a la orilla de su río a los habitantes de calle o indigentes, todos aquellos planes y programas sociales que se hacen en tal sentido, no gozan de continuidad ni presupuesto, a penas si alcanzan a ser la bandera que erige el gobernante de turno.

Los premios o incentivos a docentes resultan inaccesibles, el docente tiene claro que puede laborar 50 años responsable y juiciosamente, exponiendo la vida en un barrio popular violento, enterrando sus estudiantes que caen por el fuego cruzado, y nunca será llamado a una condecoración o reconocimiento por su labor heroica, partirá en silencio.

Las universidades no ofertan las tradicionales maestrías y doctorados en humanidades, como expresión para asumir la problemática y la salida de la misma. Silenciar es el común denominador que reproduce el orden imperante.

Los programas de reinsertados no tienen control, vigilancia y continuidad estatal, por lo cual continúan en las armas, financiándose como paramilitares con las casas de vicio, los subsidios del estado y las vacunas a la pequeña y mediana empresa. Modelo fácil que adoptan muchos educandos, que incursionan su liderazgo negativo en la escuela, acunados por el miedo que imponen en el medio escolar y administrativo, para luego desplegarlo en su barrio, si es que ya no pertenecen a estos grupos ilegales.

De otra parte, el magisterio colombiano ha perdido cohesión por encontrarse dividido laboralmente por la ley; docentes escalafonados bajo el régimen del Decreto 2277 de 1979, y docentes nombrados por concurso, según el Decreto, 1278 de 2002, El primero para los ya vinculados y el segundo, para los que ingresan a la profesión docente, generando con ello rivalidades y falta de unidad, porque las prestaciones sociales y la unidad sindical es diferente para cada régimen. MaestroLegal (2009);  a las exiguas marchas por reivindicaciones laborales, escasamente salen los maestros antiguos, a los que se les hace acoso laboral para que sedan el espacio a los maestros jóvenes, los cuales,  trabajan presionados,  por temor a perder la evaluación final,  y salir del sistema educativo, perdiendo su cuantiosa inversión .

Aunque un docente presente calidades similares a nivel personal y profesional, según el régimen laboral al que pertenezca, se le dará un trato diferente, con diferencias abismales a nivel salarial, lo cual incide en la desmotivación en el ejercicio de la docencia.

A lo anterior habrá de agregársele los traslados inconsultos, bajo los parámetros de "necesidad del servicio", donde un profesional que ejerza de forma idónea su labor, al día siguiente y sin argumentos de peso, es trasladado a una zona alejada de su vivienda con altos índices de violencia. A ello estará especialmente expuesto, el profesional que cuestione tal estado de cosas.
A los docentes amenazados no se les brinda acompañamiento psicológico ni una buena ubicación, los cuales terminan laborando en zonas periféricas en polos opuestos a su residencia.

La vida del docente permanece en una constante lucha por ejercer la docencia en zonas violentas y dedicar  su vida útil a financiar los altos costos de su profesionalización y al pago de su vivienda,  las recortadas vacaciones que recibe durante el año lectivo no las puede destinar al ocio y descanso,  porque debe cursar diplomados y costosas capacitaciones para ascender al escalafón docente, obligatorios para mejorar su nivel de ingresos.

Lo anterior  conduce a que muchos docentes para ayudarse con su salario en el logro de sus metas deban laborar en dos o más instituciones educativas, modelo que se opone al desarrollado en Suecia, donde el maestro cuenta con los beneficios personales y profesionales que le garantizan calidad de vida y excelencia profesional.

Adentrándonos en el problema de bullying, encontramos que los efectos del conflicto urbano (Pacto por la Infancia 2007) en su expresión violenta, se perciben de manera sistemática en la afectación del espacio escolar, por la manera como los actores armados, especialmente las bandas, han tomado en muchos barrios populares a las escuelas, como escenarios de control y de confrontación.

Pero igualmente, de acuerdo a indagaciones preliminares los niveles de impacto en la dinámica escolar, son bastante preocupantes. Es decir la escuela es parte del escenario de la confrontación, pero hay un impacto mayor en el rendimiento escolar por las constantes zozobras en que se vive en los entornos.

Los niños y niñas, de escuelas públicas en sectores populares, vienen presentando grandes síntomas de depresión, estrés, agotamiento y dificultades de concentración en la actividad escolar, tanto dentro como fuera de la escuela. 

Es preocupante que después de haberse ensañado la violencia en la niñez y juventudes, coincidencialmente,  haya aumentado la población estudiantil sorda, especialmente la masculina, ¿qué no quieren oír los jóvenes sordos? o ¿de qué se protegen con su sordera?, no lo sabremos,  porque ni siquiera tienen  un colegio con condiciones técnicas y  pedagógicas  dignas para estudiar, menos aún,  para que se investigue y cuestione su problema.

Este estrés conduce a la conductas disruptivas, golpear, asediar, burlar, ridiculizar, colocar zancadillas, la misma pela y amenaza que da el combo en algunos espacios ocultos de sus barrios a los que quebrantas sus normas donde detentan el poder, las aplican algunos estudiantes con sus grupos de pares y en ocasiones con docentes y directivos, especialmente cuando hacen parte de los combos, lo cual les hace ser temidos y respetados en el medio escolar, nadie lo comenta, pero todos se sienten amedrentados con su sola presencia, ya varios docentes por confrontarlos,  han sido asesinados y desplazados. 

La escuela de padres y los padres con su presencia activa en los colegios en el tiempo que más se les requiere,  para acompañar los conflictos  entre pares,  ha perdido vigencia, es frecuente encontrar rectores que abren procesos  disciplinarios   a los  docentes que  citan a los  padres de los  estudiantes que están ejerciendo el bullying,  so pretexto que debe hacerlo el director de grupo,  el cual con su omisión,  favorece la proliferación de este tipo de conductas;  rectores y coordinadores temen la presencia de los padres en el ámbito educativo,  por considerarlos,  no como parte de la solución,  sino del problema del bullying y de otras problemáticas escolares afines,  máxime que muchos de los conflictos del bullying ya han sido resueltos por el combo,  o los mismos jóvenes presentan a las puertas del colegio el combo de su respectivo  barrio  para resolver las rencillas entre pares.

Otro segmento violento lo hace de manera aislada, ejerciendo conductas de maltrato físico y psicológico con sus pares, hasta tal punto,  que genera la deserción, repitencia, peleas dentro y fuera de la institución,  que comprometen la integridad física y seguridad de la comunidad educativa, generando desplazamiento intrabarrial y bajos niveles académico.

Encontrar en las zonas populares de la ciudad de Medellín, establecimientos educativos donde se pueda enseñar, donde la población estudiantil esté motivada por el conocimiento, investigación y trabajo intelectual es  difícil, es la excepción. Los estudiantes ejemplares son asediados, burlados, tildados de sapos.

Los modelos de los grupos, son los violentos, los que agreden, los que se apartan de las normas y manuales de convivencia. Altos porcentajes de estos educandos acuden a la escuela para encontrarse con sus pares violentos del barrio, o en el mejor de los casos, para recibir un refrigerio escolar, único alimento que toma para sobrevivir.

En alguna ocasión un rector manifestaba a sus docentes que se quejaban porque sus estudiantes se salían del aula, que no existían recursos para atrapar la atención, durante dos horas de clase consecutivas, que optaran por colocar el escritorio en la puerta para evitar que se salieran, que no olvidaran que recibían su sueldo para evitar que los menores estuvieran en la calle generando violencia.

En los establecimientos públicos impera generalmente, la abulia de la población estudiantil, el desinterés, prima el estudiante que acedia y acorrala a los que verdaderamente quieren aprender.

Haciendo un breve recorrido histórico sobre el bullying o matoneo, nos encontramos que Olwes (1973), señala la necesidad de estudiar la violencia escolar en Noruega, en 1982 inicia el estudio del tema a raíz del suicidio de tres jóvenes, ese año.

En Europa se está trabajando ya en los países nórdicos, también en Inglaterra, en donde desde hace mucho existen los "bully coufls" o tribunales escolares creados en el Reino Unido.

Allí existe desde 1989 una línea directa a la que acuden aquellos que quieran consejos sobre situaciones de Bullying, igualmente los países de la Comunidad europea han creado Conferencias sobre escuelas más seguras, planes pilotos con grupos de expertos, intercambio de información y experiencias, programas sobre escuelas seguras, la red 40, 40 escuelas, 40 ciudades, protegiendo a los niños y niñas frente al maltrato.

El interés suscitado en la opinión pública de distintos países de la Comunidad Económica Europea, la UNICEF, los sindicatos de enseñanza, la asociación de padres y alumnos europeos, han creado conferencias como la de de Ámsterdam, en la lucha contra el bullying, para evitar el fracaso escolar, asumiendo una postura clara por parte de las Administraciones educativas correspondientes; Motivadas en el ámbito nacional para prevenir y alertar a alumnos, padres y público en general del carácter traumático del Bullying, logrando con ello la reducción del fenómeno.

Actualmente, diversas investigaciones y programas de intervención anti-bullying se están desarrollando en Europa y en América del Norte.

Recientemente un proyecto internacional europeo intitulado "Training and Mobility of Research (TMR) Network Project: National Prevention of Bullying", subsidiado por la Comunidad Europea tuvo su conclusión en 2001 y el proyecto englobaba campañas en el reino Unido, Portugal, Italia, Alemania, Grecia, España y tenía como objetivo diagnosticar las causas y naturalezas del bullying y de la exclusión social en las escuelas.

Colombia es uno de los países con mayores cifras de matoneo, en el bachillerato es donde el abuso se acentúa.

En el 2005 en un estudio elaborado por la Universidad de los Andes (Palacios, J. 2012) donde se evaluó la respuesta de cerca de 55 mil estudiantes en 589 municipios del país, en las Pruebas Saber de los grados quinto y noveno, se encontró que el 29% de los estudiantes de 5° y el 15% de 9° manifestaban haber sufrido algún tipo de agresión física o verbal de parte de algún compañero, fenómeno que se evidencia en la primaria y secundaria.

De acuerdo a un mapa sobre intimidadores e intimidados, de los 600 estudiantes de grado transición a 11 en el San Bonifacio, apenas el 0,5 % hacen parte de la población intimidada. Es decir, que de cada 200 estudiantes uno ha sido agredido.

En las instituciones públicas del país la intimidación es más personal, de frente al estudiante; mientras que en los colegios privados, donde más se presenta el fenómeno del bullying, las agresiones son más frecuentes a través de las redes sociales (cyberbullying o matoneo virtual).

El marco de la violencia escolar, es la sociedad misma, donde el estudiante desarrolla su cotidianidad, estableciendo relaciones entre sus miembros, generando ambientes de violencia, de la que no escapa la escuela como espacio de inclusión o exclusión.

La ausencia de dirección de grupo con una hora de orientación semanal, la pérdida de la cátedra de historia, paz y democracia; tan solo una hora de ética y otra de religión, un par de horas de educación física y artística, para darle mayor intensidad a las áreas de tecnología y matemática, la falta de unificación de una política evaluativa clara, la falta de recurso en infraestructura educativa, los grandes espacios de tiempo, meses que permanecen los estudiantes sin que se les nombre profesor, los mismos edificios cerrados sin zonas verdes, ubicar personal docente profesional sin formación en didáctica y pedagogía, ha deshumanizado la educación, abonando el terreno de la problemática objeto de estudio.

Las reuniones de padres de familia, tan solo cada dos meses, los rectores y coordinadores, jefes de núcleo, que permanecen encerrados en sus oficinas (auténticas urnas de cristal, atrapados por un celular o computador, llenando formatos) más como administradores empresariales, que como orientadores, sin dirigirse en formación todas las semanas a sus estudiantes para evaluar y retroalimentar su trabajo, como referente de autoridad, la falta de convivencias y jornadas de orientación, de celebración periódica de actos cívicos y culturales, aunado a un vacío de autoridad paterna por parte de un grupo mayoritario de madres cabezas de familia, que trabajan en el sector informal y dejan solos a sus hijos, a su propia suerte, les hace proclives a caer en manos de los grupos violentos, quienes les utilizan en sus actividades ilícitas, o en el peor de los casos, en las drogas que afectan a un porcentaje alto de la población en su estadio de infancia y adolescencia.

La Alcaldía de Bogotá, El DANE (Departamento de Estadísticas Nacionales) con la participación Investigadores de la Universidad de los Andes (Enrique Chaux, Ana María Velásquez, Natalia Melgarejo y Adriana Ramírez) realizaron una encuesta el seis de marzo y siete de abril de 2006 en 807 instituciones educativas públicas y privadas de los diferentes estratos socioeconómicos, con el fin de obtener datos relacionados con la violencia escolar en la capital del País.

Esta encuesta fue aplicada a un total de 826.455 alumnos. Este estudio señala que 28.457 estudiantes admitieron haber consumido alcohol, que 13.089 estudiantes fueron testigos de ataques con algún tipo de arma y que por lo menos 5.191 fueron intimidados con un 33% de los jóvenes encuestados fueron agredidos físicamente por sus compañeros, y un 5% de ellos tuvo que ser llevado a un centro médico para recibir atención urgente.

Una de las cifras más preocupantes sobre este tipo de violencia escolar ha sido la incautación de 226 armas blancas y 111 armas contundentes en los planteles educativos de la capital.

En Suba, una de las localidades en las que más casos de violencia escolar se presentan, se han registrado 4.054 casos de ataques físicos por armas y 17.237 casos de acoso sexual. Sin embargo, por fuera de estas cifras quedan muchos de los jóvenes agredidos y los testigos que temen represalias de los agresores.

La agresión más frecuente en los colegios es psicológica, que afecta al 22% de los estudiantes que dicen sentirse excluidos por su condición étnica, religiosa, física o sexual.

El maltrato y la violencia entre alumnos (De Zubiria, 2008) se están convirtiendo en un fenómeno preocupante en las escuelas de América Latina y los gobiernos no deben desatenderlo, según expertos de seis países reunidos el 25 de octubre de 2007 en un panel en Bogotá donde se divulgó una encuesta sobre el tema.

La consulta señala que un 22,9 por ciento de los estudiantes dijo haber sido agredido verbalmente por sus compañeros, el 15,6 por ciento fue objeto de robos o daños en sus pertenencias, un 9,6 por ciento recibió golpes y un 8,2 por ciento fue amenazado.

La encuesta fue realizada en Argentina, México, Brasil, Chile, Puerto Rico y Colombia por la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI).

Los estudios indican Chaux, E. (2011) que en Colombia 1 de cada 5 estudiantes son víctimas del matoneo en todas sus formas y que este problema presenta unas cifras elevadas en las regiones, caracterizadas por la presencia del conflicto armado.

El fenómeno del bullying en Colombia mantiene un promedio cercano al de Latinoamérica, la región con los índices más elevados de abuso escolar en el mundo.

Actualmente el tema del matoneo escolar ha cobrado gran interés en Colombia, sobre todo en los medios masivos de comunicación, quienes se han encargado de divulgar la problemática a través de análisis pedagógicos, hasta simples reportajes informativos.

Los mismos administrativos recomiendan no suministrar información a los medios, so pretexto de evitar estigmatizar el centro educativo.

En un marco más amplio se podría afirmar que las conductas matónicas han estado presentes en las relaciones establecidas por los sujetos a través del desarrollo de las distintas sociedades, traducidas en dominación de un pueblo sobre otro, en expropiación de recursos y en dinámicas colonialistas permanentes.

Entonces surgen las siguientes preguntas, ¿existe el matoneo extra e intraescolar?

El asunto se hace mucho más complejo en la medida en que se realiza un paneo histórico de los problemas estructurales del país, como la violencia, la desigualdad política y socioeconómica entre otras..

En esta medida sería interesante interrogarse, ¿Se ha desarrollado y configurado el ejercicio del matoneo como parte social y cultural de los colombianos y colombianas a través de la historia?, y si es así, ¿qué tiene que ver esto con las dinámicas violentas que ocurren en los entornos escolares y en otros contextos, como el familiar y la vida social o el barrio?; ¿Por qué los grados sexto, séptimos, octavo y noveno (edades entre los 13 y 16 años) generan tanta violencia?, ¿cuáles son los factores que la desencadenan?

Los interrogantes están expuestos, las respuestas quedan planteadas como reto para ésta y otras investigaciones, que de carácter interdisciplinario se realicen en tal sentido.

Los debates e interrogantes se abren se amplían cuando se trasladan dichas conductas a la vida social, por fuera de la escuela, y más en un contexto regional, en donde el desapego, la falta de afecto y las formas violentas, han atravesado al país históricamente, aunque a nivel internacional esta práctica escolar ha venido generalizándose, especialmente en el contexto latinoamericano.

En una indagación preliminar del OSHM - Observatorio para la Seguridad Humana en Medellín 2012 (Jaramillo, Otálvaro, Giraldo, Jaramillo, Gómez, 2012), se evidenció que la violencia que genera la inseguridad es propiciada por una cadena de circunstancias que se asocian a la Seguridad Humana: el desempleo, la dificultad en el acceso a los servicios de salud, la educación, Re-pensando la seguridad. Percepciones y representaciones en torno a la seguridad Humana en Medellín.

La seguridad entonces trasciende la esfera de la violencia física para ubicarse en esos otros aspectos que vulneran sus derechos.

Esta premisa comulga entonces con la necesidad de articular las nociones de Desarrollo Humano, Derechos Humanos y Seguridad Humana desde una perspectiva desde abajo, donde las personas tienen una mayor claridad en cuanto al tema de la seguridad; toda vez que este concepto no es como el Estado lo construye, sino como la gente lo vive en el día a día, en el entorno de sus cotidianidades, pero generalmente no es escuchado.

Esta es una de las principales dimensiones para explicar el fracaso actual de los modelos de seguridad instaurados en la ciudad.

Mientras que exista una situación de tensión frente a los grupos armados, por parte del Estado, hay un desconocimiento e invisibilización de las propuestas que plantea la comunidad en materia la niñez de los niños y las niñas.

En las corporaciones que atienden niños y adolescentes de comunidades marginales, se observan todas las expresiones de los grupos armados en sus posturas, en sus juegos, en las formas como negocian los conflictos, y en las amenazas que nos hacen: "yo traigo a tales" (Jaramillo, 2012) en la manera como se amenazan entre ellos y ellas, y también en las labores y tareas que desarrollan en esa dinámica de la guerra en la ciudad.

De otro lado, encontramos el impacto de la violencia social, accionar violento de los actores armados (Jaramillo A., Otálvaro Alejandro, Giraldo H, Jaramillo M., Gómez H. 2012) que ha puesto en riesgo a miles de personas que habitan en barrios de 11 comunas de la ciudad, particularmente las niñas, los niños, los jóvenes, así como a transportadores, comerciantes, líderes comunitarios y defensores de derechos humanos.

En Medellín en el año 2012 se han iniciado Mesas de trabajo con redes sociales, a las cuales se han sumado la Secretaría de Educación, las Empresas de Seguridad Urbana, Personería, y la Universidad Luis Amigó, quién hace 15 años estudia el problema, con el objetivo de convertir las instituciones educativas del Valle de Aburrá en espacios de paz y de convivencia.

Hasta el momento los ambientes violentos educativos persisten, ni siquiera la vigilancia armada en los colegios ha evitado las masacres al interior de muchos centros educativos, y ellas se seguirán dando, porque contrariamente a los que hace Estados Unidos, país violento por naturaleza, que publica la masacre, la reflexiona y la trabaja, acá se silencia, se oculta, lo cual favorece con la impunidad, que se siga sucediendo.

Este trabajo interdisciplinario, es una luz para la escuela, que se ha acostumbrado a mirar con indiferencia, o como algo propio, un fenómeno que trae graves secuelas, que dificulta los procesos de aprendizaje, crea la deserción, desescolarización, la repitencia escolar, el marginamiento estudiantil y personal, el desplazamiento interinstitucional, y en última instancia, reproduce socialmente un antimodelo que réplica la ley del más fuerte, frente a la sumisión de sus víctimas, en la compleja estructura social, donde los combos a nivel barrial ocupan el vacío de autoridad local.

En menos de dos décadas, se pasó de una escuela tradicional altamente castigadora, a una escuela leseferista, permisiva y temerosa, en tiempos en que más se deben tener claros los valores y autoridad que deben ser impartidos.

Las conductas violentas en el medio educativo, se expresan mediante agresiones físicas, boleteos, burlas, extorsiones amenazas, hurtos, irrespeto al docente, dicente, padres de familia, administrativos y personal de servicios.

Las anteriores conductas se agravan cuando se acompañan de vandalismos, consumo de sustancias psicoactivas, prostitución, situaciones éstas, y similares, que describen la microrrealidad institucional, radiografía de lo que vive la ciudad a nivel institucional y comunitario.

En épocas menos críticas frente al acoso escolar, se coordinaba y realizaba seguimiento disciplinario, planificado, implementando correctivos pedagógicos enérgicos, llegándose a dar expulsiones; actualmente, ante el temor por la presión de combos, que utilizan las instituciones educativas como centros de poder, plazas de vicio, entre otras, las instituciones educativas para evitar amenazas, o por temor, evaden la problemática, dejando que ésta se agudice, en detrimento de los intereses de la comunidad educativa y la sociedad en general.

Si en algún momento se cuestiona tal estado de cosas, se auxilian en excusas, planteando la violencia como situación general que afecta todos los contextos sociales y de los cuales la escuela no es ajena, o como un cambio de valores o prácticas sociales, racionalizando situaciones, que podrían intervenirse desde la misma escuela con políticas públicas emanadas desde la administración local, mediante el acompañamiento interdisciplinario, atendiendo los antecedentes de violencia y daño que ha recibido la población colombiana desde los años 80 y 90.

La problemática de violencia se acentúa últimamente, por factores como el narcotráfico, narcoterrorismo, delincuencia común, entre otras situaciones neurálgicas, ocasionando anomia y desarraigo social, sumando a ello, que con la expedición del Código de Infancia y adolescencia, altamente protector del menor, las autoridades educativas evitan los correctivos pedagógicos, para no acarrearse posibles responsabilidades penales o disciplinarias, lo cual, no sólo favorece la no inserción en la norma, sino que sean como anteriormente ocurría, utilizados para delinquir, lo cual ha conducido a responsabilizar menores de 18 años por delitos graves, en centros de reclusión como la "Pola", para purgar pena de prisión (23 menores de edad infractores, que debían estar en el Centro para adolescentes Carlos Lleras Restrepo, o la Pola, por su estado de internos preventivos, se encentran hoy en condiciones de hacinamiento en un centro transitorio de menores CETRA, debido a que no hay un solo cupo en la Pola para ser llevados allí). La Luciérnaga (2011).

Este importante factor conductual de salud pública o emergencia social, amerita con urgencia ser intervenido, atendiendo a las graves dimensiones sociales que ha cobrado en los últimos años a nivel local y nacional.

Lo anteriormente expuesto nos convoca a canalizar esfuerzos  para mitigar su impacto y secuelas con los cuales marcará la vida de las nuevas generaciones, como toda violencia se multiplicará, hasta llegar a niveles inmanejables. Por ello debemos ser visionarios y adelantarnos a sus consecuencias, cada sector sin importar su posición, nacionalidad, cosmivisión, habrá de aportar a esta importante causa en pro de la pacificación de Colombia, desde su misma raíz, la niñez.

Bibliografía

1. Aravena, M., Kimelman, E., Micheli, B, Torrealba, R. y Zúñiga, J (2006). Enfoques Metodológicos y Oficio del Investigador en el Proceso de Investigación, J. (Ed.). (pp. 4.134).

2. Gómez S. (2007). La prostitución como forma de subsistencia de las mujeres, niñas y niños desplazados.

Disponible en:

http://www.everyoneweb.es/WA/DataFilesBoletininvestigacion/PROSTITUCION.pdf

3. Hunt. P (2004). Comisión de Derechos Humanos. ONU.

Disponible en:

http://www.revistafuturos.info/futuros14/colombia_violencia_m.htm

4. Amnistía Internacional (2006), en Revista Futuros No. 14, Vol. IV.

5. Economist-Intelligence Unit (2012). Ranket 1-5.

6. Moller C. (2012) Banco Mundial.

Disponible en:


7. Casa de la Mujer (2009)

8. Ospina G. (2012). Sin aclarar sigue el crimen de líder de la comuna 13.

Disponible en:

http://www.elcolombiano.com/BancoConocimiento/S/sin_aclarar_sigue_el_crimen_de_lider_de_la_comuna_13/sin_aclarar_sigue_el_crimen_de_lider_de_la_comuna_13.asp

9. MaestroLegal (2009).

10. Calderón, J. (2011). Análisis y vínculos entre matoneo y vida social en Colombia una mirada a dos instituciones educativas y al sector el coditoColombia: Universidad Nacional. Pp. 16-20.

11. Chaux, E. (2011). Múltiples perspectivas sobre un problema complejo: Comentarios sobre cinco investigaciones en violencia escolar. Psykhe. Pp. 20, 79-86.

12. Hernández, R., Fernández, C., Baptista, P. (1999) Metodología de la investigación, México.Editorial Mc Graw Hill Cap. 4 y 5.

13. Hoyos, O. Aparicio, J, Córdoba P. (2005). Caracterización del maltrato entre iguales en una muestra de colegios de Barranquilla. Colombia: Universidad del Norte. Psicología desde el Caribe. Nº. 16. Pp. 1-28.

14. Jaramillo A., Otálvaro Alejandro, Giraldo H, Jaramillo M., Gómez H. (2012). Control territorial y Resistencias. Una lectura desde la seguridad humana. Cesar A. Editores. Universidad de Antioquia. Pp. 17-145.

15. Olweus, D. (1993). Bullying at school: What we know and what we can do.

16. Ortega, R. y Lera, M.J. (2000): The Seville Anti-Bullying School Project. Aggressive Behaviour, Vol. 26/1, 113-123.

17. Palacios, J. (2012). Colombia es uno de los países con mayores cifras de 'matoneo'. El Liberal.

18. De Zubiria J. (2008). La violencia en los colegios de Bogotá. Colombia: El Tiempo, PÁG. 1-6.

19. (Gómez. G. 2013). Conflicto, una huella con varios rostros. El Colombiano.com

Disponible en:

http://www.elcolombiano.com.co/BancoConocimiento/C/conflicto_una_huella_con_varios_rostros/conflicto_una_huella_con_varios_rostros.asp


20. Eltiempo.com (2009). Casos de madres que matan a sus hijos hay dos veces al mes. ¿Qué las lleva a volverse as1sinas?20. La Luciérnaga (2011).

22. Tanus, J. C. (2010). La pobreza en Colombia supera el 62%.
23.http://www.minuto30.com/?p=39593