SOLEMNE
En este espacio que respira por un agujero,
cada día en el corazón del cielo te veo,
mi cuerpo se estremece,
porque aunque no te tengo,
tu imagen, tus palabras, todo tu ser,
me acompañan, cuando más me alejo.
En alabeo, cabeceo, guiñada,
navegando el infinito celeste,
me quema el deseo de tu rayo ardiente,
y si me refugio en la torre del blanco altar,
hasta allí atraviesa el vitral,
tu rayo celestial.
Recorro el jardín de las delicadas hortensias,
alcanzo, los cultivos en terrazas de las veredas,
al reposar en los bosques tapizados
de perfumados eucaliptos y pinos,
tu voz, me llega de lejos,
con las alas abiertas de un grisáceo trino.
¿Por qué tanta soledad?,
¿Por qué tanta solemnidad,
si lo que más deseo, es tu recuerdo enterrar,
que descanses para siempre en santa paz?
Precisamente ahora que te he querido olvidar,
¿por qué en los cristales,
con más vehemencia te recuerdo
y en lo más hondo me estremezco?
Acaso, has dejado allí plasmada tu huella,
tu imagen bella?
¿por qué mi cuerpo y pensamiento,
con fuerza y desaliento,
te han hecho inevitablemente su epicentro?
Sé que fuiste un instante…
un momento en el tiempo,
que fuiste una hoja traída por el viento,
atrapada en la red de mis deseos.
¿Por qué con el vigor de mi cuerpo,
en los pliegues de las entrañas,
de mi alma, más te siento?.
Ahora dime,
¿cómo podremos alzar de nuevo vuelo?
En este espacio que respira por un agujero,
cada día en el corazón del cielo te veo,
mi cuerpo se estremece,
porque aunque no te tengo,
tu imagen, tus palabras, todo tu ser,
me acompañan, cuando más me alejo.
En alabeo, cabeceo, guiñada,
navegando el infinito celeste,
me quema el deseo de tu rayo ardiente,
y si me refugio en la torre del blanco altar,
hasta allí atraviesa el vitral,
tu rayo celestial.
Recorro el jardín de las delicadas hortensias,
alcanzo, los cultivos en terrazas de las veredas,
al reposar en los bosques tapizados
de perfumados eucaliptos y pinos,
tu voz, me llega de lejos,
con las alas abiertas de un grisáceo trino.
¿Por qué tanta soledad?,
¿Por qué tanta solemnidad,
si lo que más deseo, es tu recuerdo enterrar,
que descanses para siempre en santa paz?
Precisamente ahora que te he querido olvidar,
¿por qué en los cristales,
con más vehemencia te recuerdo
y en lo más hondo me estremezco?
Acaso, has dejado allí plasmada tu huella,
tu imagen bella?
¿por qué mi cuerpo y pensamiento,
con fuerza y desaliento,
te han hecho inevitablemente su epicentro?
Sé que fuiste un instante…
un momento en el tiempo,
que fuiste una hoja traída por el viento,
atrapada en la red de mis deseos.
¿Por qué con el vigor de mi cuerpo,
en los pliegues de las entrañas,
de mi alma, más te siento?.
Ahora dime,
¿cómo podremos alzar de nuevo vuelo?